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Disciplina constructiva para bebes y niños

Enseñar a nuestros hijos unas normas básicas de disciplina y obediencia desde que son pequeñitos es fundamental para inculcarles, de manera positiva, las pautas y principios esenciales de convivencia y respeto.

Siempre desde el amor y el cariño
Las normas varían necesariamente según van creciendo los niños. Es importante saber en qué momento se encuentra nuestro hijo y qué concepto de disciplina conviene reafirmar. No se le puede exigir lo mismo a un niño de 3 años que a uno de 18 meses.
Aquí tienes unas pautas de obediencia básicas según las distintas edades del niño.

Hasta el primer año
Las primeras limitaciones están muy relacionadas con las situaciones de riesgo. En esta etapa se impone una función protectora por parte de los padres.
Cuando es un bebé, nuestras prohibiciones le hacen entender que él y nosotros somos unas personas distintas, diferentes e independientes. La palabra clave en este momento es “no”. Deben experimentar que los deseos no siempre se satisfacen en el momento, de inmediato.
A los 8 meses aproximadamente empieza a mostrar apego excesivo a figuras conocidas y miedo ante los extraños. De ahí la importancia de la función protectora en esta primera etapa y de los límites. Empieza a estructurarse su mundo.
Las normas en este periodo, giran entorno al sueño, la comida, el peligro, y el establecimiento de rutinas positivas. Nuestras mejores ayudas son reconocer, interpretar y traducir sus necesidades y no dejarnos vencer por su llanto (cuando no tenga una base justificada)

De uno a dos años
Las características del niño en esta edad son, por lo general, ser curioso, tenaz, atrevido, impulsivo, activo y exigente. Ante lo cual, hay que saber que:
• Hacia el año y medio ya tienen capacidad para entender razonamientos sencillos. Es el momento de empezar a explicarles el porqué de las normas.
• A partir de los 18 meses empieza a conocer y a usar el “no”. Está poniendo a prueba su personalidad y ya siente que es alguien independiente. Ante esto tus mejores actitudes son:   
- la firmeza: lo que se dice, se cumple.
- el razonamiento: comenzar a razonar con el niño; insistir siempre en lo concreto, puesto que todavía no entiende los conceptos abstractos. La mejor forma de razonar es a través de las consecuencias; pero siempre han de partir de su experiencia, no saben prescindir de ella.

De los dos a los tres años
Es la etapa de la afirmación del “no” por excelencia. Se opone a todo y todo lo quiere hacer él mismo. No te preocupes si se equivoca, es muy bueno que intente hacer el mayor número de cosas posibles por sí mismo aunque debes tener cuidado con lo que puede resultar nocivo o peligroso. Si hasta ahora has tenido que vigilarle de cerca, ahora has de ser como un espía que ve sin ser visto y controla sin que se le note. Necesita probarse a sí mismo y hemos de dejarles hacer.
En esta etapa suelen ser frecuentes las rabietas. Ante éstas lo que debes hacer es lo siguiente:
 -tener paciencia y serenidad: es una época de oposición y va a intentar imponer su voluntad.
 -distraerle: es una forma de evitar que haga algo que no le permitimos.
-dar opciones: ahora ya entiende que no lo puede tener todo, pero hay muchas cosas que sí puede hacer o tener. Es la ocasión de recordárselo. “Esto no... pero esto sí...
-reservar el “no” para lo realmente necesario. El exceso de negativas no es educativo, simplemente coarta y limita al niño.
-firmeza: mantén la disciplina que has establecido, por encima de todo. Es necesario para que se sientan seguros.
 
Si durante los primeros años de su vida hemos sabido inculcar a nuestros hijos esta base de disciplina de manera positiva, a partir de los 3 años los niños van siguiendo las normas esenciales de convivencia, respetando las figuras de autoridad de padres y profesores...  Y, en definitiva, aprendiendo las pautas de referencia que favorecerán su futura incorporación en la sociedad.

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