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Padres, el éxito no es lo más importante: permitid que vuestros hijos fracasen

IVAN GIL
Los padres siempre buscan el mayor bienestar posible para sus hijos. Una loable actitud natural, pero que en los últimos tiempos está alcanzando unos niveles excesivos que la convierten en contraproducente, según coinciden en señalar la mayoría de expertos. La denominada sobreprotección parental o infantil (overparenting, según el concepto original en inglés) es cada vez más común y sus efectos a medio plazo pueden ser muy perjudiciales para el desarrollo emocional e intelectual del niño.
Los padres están criando a sus hijos en un “estado de indefensión e impotencia”, lo que les generará dificultades en la vida adulta, pues “carecerán de los recursos emocionales necesarios para hacer frente al fracaso por ellos mismos”, según advierte un grupo de investigadores de la Universidad de Queensland (Australia) en el estudio Can a parent do too much for their child?. La sobreprotección tampoco ayuda a disminuir las tasas de fracaso escolar, más bien al contrario, como relevaron los 128 profesores encuestados para la realización del informe. Otro estudio anterior publicado en la revista New Scientist incluso apuntaba que la sobreprotección no solo inhibe la independencia y la libertad de los menores, sino que incluso puede retardar el crecimiento del cerebro en un área relacionada con las enfermedades mentales.
Una de las equivocaciones más comunes es creer que todo vale con tal de que los hijos obtengan buenas notas, incluyendo el plagio de trabajos, la realización de los deberes del niño y un sinfín de prácticas que se recopilan en el estudio a partir del testimonio de los profesores. En muchas ocasiones, el fracaso (suspender un examen o tener que repetir una tarea hasta hacerla correctamente) puede ser positivo porque el alumno aprenderá de sus propios errores, será cada vez más autosuficiente, ingenioso, competente y ganará en confianza.

Una generación de padres “demasiado blanda”
El mayor peligro de la sobreprotección reside en que socavar la independencia anulará su capacidad de respuesta ante las dificultades que se le presenten. Sin embargo, los especialistas reconocen que es muy complicado para los padres asumir el fracaso de sus hijos sin intervenir para que ello no ocurra. El sentimiento de culpabilidad y de corresponsabilidad se apodera de ellos de forma demasiado fácil, como subrayan los autores, algo que en el pasado no ocurría con tanta frecuencia.
Uno de los educadores participantes en el estudio dice que, tras convivir con un gran número de padres sobreprotectores, lo que más le preocupa es que los niños han dejado de asumir la responsabilidad de sus actos y las consecuencias naturales de estos. Asimismo, propone que si realmente quieren beneficiar a sus hijos deberían “mantenerse un poco más al margen, con una actitud colaborativa, pero sin enfocarla a las soluciones directas”. Es decir, ayudar al niño a que reflexione y darle solamente pistas para que él mismo encuentre sus propias respuestas. “Así se beneficiarán tanto el niño, como el padre e, incluso, los profesores”, concluye.
Desde diferentes asociaciones educativas se han elaborado distintas pautas prácticas para evitar la sobreprotección, ante el fuerte incremento de este problema en los últimos años.
  • No anticiparse a los errores para evitarlo. Analizar juntos lo que ha ocurrido, qué se ha hecho de forma correcta y qué se puede mejorar. 
  • Si necesita ayuda averiguar qué es lo que realmente demanda. Quizá lo que pida no coincida con el apoyo que se le iba a ofrecer. 
  • Permitir que se desenvuelvan solos, aunque tarden en hacer las cosas. 
  • Darle pequeñas responsabilidades a cumplir sin la necesidad de que, posteriormente, haya un adulto presente (recoger los juguetes, dejar la ropa en el cesto...). 
  • Favorecer sus relaciones sociales con los iguales para potenciar el desarrollo de su personalidad en otro contexto que no sea el familiar. 
  • Ante las situaciones de miedo, en lugar de evitarlas, hablarles de lo que va a pasar y transmitirles apoyo. De esta forma su ansiedad disminuirá. 
  • Protegerles de los peligros reales pero sin llegar al extremo de convertirles en unas personas miedosas.
EL CONFIDENCIAL, 31/01/2013

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