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¿Dejarías a tus hijos en manos de una iMom?

ASTRID MESEGUER
La pregunta sorprende. ¿Dejar a mis hijos en manos de una iMom?, ¿qué significa eso?. Pues vendría a ser en un futuro lo equivalente a una madre artificial, un robot inteligente que se ocuparía del cuidado de los niños mientras los padres disfrutan de la vida. Al menos esa es la visión que ofrece el guionista y director australiano Ariel Martin con un cortometraje que invita a la reflexión sobre algo que podría suceder en un futuro no tan lejano.
En una sociedad en la que la tecnología avanza a un ritmo vertiginoso, las iMom sustituyen a las niñeras y a las empleadas domésticas en las tareas del hogar y, lo que es más, en las obligaciones propias de una madre, aunque sea con una mirada fría e impersonal.
Para potenciar las ‘supuestas’ maravillas de este crucial invento, el director intercala imágenes de una mujer que se va de fiesta mientras deja a sus dos hijos al cuidado de la iMom con las de un grupo de padres que hablan maravillas acerca de este robot que está arrasando en todos los hogares. Para ellos el hecho de que puedan salir a la disco, hacer lo que solían hacer cuando no había pequeños revoloteando por la casa, así como librarse de las desagradables tareas de la limpieza, es algo genial que les ha cambiado la vida a mejor. Y estas personas felices lo sueltan ante la cámara como si fuera lo más normal del mundo, sin remordimiento alguno, obviando los posibles problemas que su despreocupada manera de actuar pueda conllevar.
Esas máquinas en teoría perfectas, que se pueden comprar a golpe de llamada telefónica, están dotadas de un físico atractivo y están dispuestas a compartir los deberes, cambiar pañales o hacer la comida sin rechistar. Un instrumento perfecto que encaja en una sociedad en el que los padres reclaman más libertad y menos responsabilidades. Y es que algo tan hermoso y cotidiano como compartir el tiempo con nuestros hijos aparece aquí representado como una tarea pesada, una obligación que dejamos que haga una completa desconocida.
A la iMom que está al cuidado de los dos menores, uno de ellos un bebé, se le acumula el trabajo. Una presencia bíblica se respira en el ambiente. Las luces se apagan, la situación se complica y un miedo real nos sacude. ¿De verdad podremos confiar en las máquinas en un futuro?. Ya lo vaticinó Einstein cuando aseguró que “se ha vuelto espantosamente obvio que nuestra tecnología ha superado nuestra humanidad”.
En solo trece minutos de metraje el espectador tiene la posibilidad de ver un relato de ciencia ficción oscuro y provocador, dotado de un lenguaje visual potente y aderezado con notas musicales inquietantes que completan un proyecto bien hilvanado y necesario como tema de debate.
La trama obliga a reflexionar sobre hasta qué punto debemos ceder el control de algo tan importante como es el bienestar y la educación de nuestros hijos y también sobre dónde está el límite de lo que podremos delegar en un futuro en la tecnología.
El mensaje que pretende transmitir el joven realizador recuerda mucho al de Ex Machina, la aclamada historia de Alex Garland que transforma a Alicia Vikander en Ava, una atractiva e inteligente robot altamente sofisticada.
iMom ha ganado varios premios, tanto para su creador como para Matilda Brown, la actriz que da vida a la robot en el corto e hija en la vida real de los populares actores Rachel Ward (El pájaro espino) y Bryan Brown (Cocktail, Gorilas en la niebla). Varios festivales de cine se han rendido al talento de Martin, que encontró la inspiración para su historia en la imagen de un niño interactuando con un brazo robótico. Su nuevo proyecto también apunta alto y está ambientado en Kiev. Le seguiremos la pista.
LA VANGUARDIADomingo 13 de marzo de 2016

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