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Hijos de malas madres

XAVI SAVIN
Psicólogo
A los pocos días de conocernos tuvimos la conversación, no recuerdo quién sacó el tema pero fue algo así como...
- Y de niños ¿qué?
- A mí me gustaría- dijo uno
- A mí también- respondió el otro...
Como ya no éramos unos niños, acordamos también qué hacer si, cuando fuera el momento, teníamos dificultades para embarazarnos, y llegamos al siguiente acuerdo: Haríamos lo posible. Nada más, los dos estábamos de acuerdo en que, de no poder tener hijos, no había ningún drama. Ni uno era menos hombre, ni la otra menos mujer por no poder tener hijos.
Aquí debería haber empezado a sospechar que se trataba de una auténtica "mala madre", de una de esas mujeres que creen que su finalidad en la vida no es la de tener un hijo. Le apetecía, le hacía  ilusión, pero se sabía capaz de ser feliz con o sin él o ella.
No se habló más del tema durante un par de años y una vez nos sentimos convencidos, fuimos a "estudiarnos". Se ve que es así como le llaman a las pruebas para valorar si puedes o no quedarte embarazada.
El resultado fue un tanto desilusionante. Nos dijeron que era altamente improbable, y que sería bueno empezar a tomar medidas.  La mala madre y un servidor no nos distinguimos por hacer mucho caso, especialmente cuando intuimos un interés mercantil en algún asunto, nos decidimos a acordar un tiempo para disfrutar del método tradicional. 
A los 10 meses en una revisión rutinaria nos dieron la noticia: ¡Estábamos embarazados!
Fue en ese momento cuando empezaron a despertar las hordas de las "buenas madres". Un auténtico ejército de personas, aparentemente normales, pero que en el momento de recibir la noticia del embarazo se descubrían como moralmente superiores.
Para ellas, porque eran mujeres en su mayoría, no es una cuestión machista, se trata de un dato estadístico... M, la "mala madre" en cuestión, dejaba de ser un individuo para pasar a ser tan sólo un recipiente. Había perdido por completo su identidad. Sólo dos cosas importaban: cuando cogería la baja y si alimentaria al bebé dándole el pecho. 
Ella estaba acostumbrada a esforzarse en el trabajo, a disfrutar del tiempo libre, a hacer ejercicio... pero nada de eso importaba a las "buenas madres".
Se las puede reconocer porque al enterarse de la noticia, la cual resulta bastante evidente a partir del tercer o cuarto mes, independientemente del grado de confianza, ya puede tratarse de una auténtica desconocida que se sienta junto a ella en el metro,  le soltaban continuamente e incluso varias veces al día, el saludo en clave: "¿Vas a criarla?" Se suponía que era una pregunta, pero sonaba más o menos como una orden.
Nosotros que no estábamos muy informados sobre los códigos de las "buenas madres", quedamos muy extrañados: "¡pues claro! ¿qué clase de pregunta es esta?"
Inocentes de nosotros, con esa pregunta no quieren decir que si vas a criarla, se refieren a que si vas a criarla "bien". Bueno, más bien dicho que si va a criarla bien la madre, porque para las más radicales, el padre, yo en este caso, pasa a ser un estorbo, completamente invisible, a menos que intente opinar, que en ese caso sólo aparezco para ser fustigado con una mirada de desaprobación. El caso es que la mala madre ha decidido no dar el pecho.
"¡Si, vamos a criarla! Haremos lo imposible por garantizarle alimento, ropa, estudios y sobretodo educarla en el que para nosotros es el más importante de los valores: Respetar a los demás incluso cuando no piensan del mismo modo que tú".
Es en este momento, en el que se dice que no se va a dar el pecho, cuando algunas de estas "buenas madres" se convierten en auténticos hooligans. La "mala madre" y yo estábamos seguros de la conveniencia de dar el pecho, de si era razonablemente posible.
Aunque también tengo que decir que no he visto ningún estudio que cumpla con el método científico que demuestre que los niños alimentados con biberón crecen menos sanos. El método científico exige una teoría, una muestra, un grupo control,  el seguimiento de los "individuos" y que los resultados sean estadísticamente significativos.
Empiezan a decirle a la mala madre que tiene que dar el pecho, que es mejor que la leche artificial, que perjudicará la salud del bebé, que no crecerá sano ni físicamente ni a nivel emocional... tampoco me suena ningún estudio que relacione habilidades sociales, carencias afectivas, o enfermedades mentales con el uso del biberón. Aunque las "malas madres" suelen carecer de alma, y su corazón parece una pasa, todos estos comentarios las disgustan.
Sigue sin considerar la opción de dar el pecho, pero le entristece que estas "buenas madres", en poder de la verdad, duden sobre si quiere o no  a su bebé.
Si estás leyendo esto y se te está hinchando la vena como si fueras La Patiño, es que lo que voy a escribir a continuación va por ti.
Existen muchos motivos por los que una madre pueda decidir no dar el pecho:
  • Tener que cuidar a una persona enferma. 
  • Que le duela el pecho.
  • Haber sufrido una operación consecuencia de una enfermedad que lo imposibilite.
  • No poder dejar de trabajar por cuestiones económicas.
  • Que no comparta tu opinión.
Ninguna de las "buenas madres" ha preguntado el motivo, se han limitado a dar sus argumentos para, a continuación, hacer un claro gesto de desaprobación. No han preguntado el motivo, pero claro, los recipientes carecen de motivos. Otra cosa curiosa es el rol que se supone que juega el padre, es decir: ninguno.
Tras el nacimiento vino una de estas "buenas madres" a explicarnos cómo cambiar a la recién nacida. Estábamos los dos en la habitación y se colocó dándome la espalda y dirigiéndose todo el rato a la mala madre. Naturalmente me moví para poder ver la "operación" e incluso hice alguna pregunta, que ella respondió molesta y dirigiéndose siempre a mi pareja.
No se trata sólo de dar el pecho. Para las auténticas "buenas madres" todo lo que se refiere al cuidado del bebé debe hacerlo la madre. Se tiene que cuidar "el vínculo", ese vínculo que parece que sólo existe entre madre y bebé.
Para terminar me gustaría decir que me parece precioso que muchas madres elijan dar el pecho el tiempo que consideren oportuno, que duerman en la cama con sus bebés, que otras personas no los puedan coger en brazos, que aparquen los objetivos que tenían, que centren todos sus esfuerzos en cubrir todas la necesidades de sus hijos.
Y me parece precioso también haber tenido la oportunidad de darle el primer biberón a mi hija, cambiarle el pañal, tenerla en brazos al poco de nacer.
Poder compartir con M la experiencia de tener una hija, de poder disfrutar junto a amigos y familiares, ver a su abuela y bisabuela con la pequeña M en brazos, de estar con alguien que es madre, mujer y compañera a partes iguales. Muy orgulloso de estar con una mala madre y de ser hijo de otra mala madre.
 
HUFFINGTON POST, Miércoles 2 de marzo de 2016

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