JOSÉ RODRÍGUEZ SOJO
Imagínese a dos gemelos con vidas diferentes. Uno de los dos pasa el covid
y recibe el alta el 15 de febrero, misma fecha en que a su hermano se le
administra la segunda dosis de la vacuna. ¿La inmunidad de ambos es
igual de efectiva? ¿Hay más probabilidades de que el primero de ellos
se reinfecte o de que el segundo contraiga el virus por primera vez?
"Tanto el que lo ha pasado como el que solamente se ha vacunado tienen
anticuerpos, pero el que se ha vacunado solo tiene anticuerpos contra
una proteína concreta", explica Vicente Soriano, médico especialista
en enfermedades infecciosas, exasesor de la Organización Mundial de la Salud
(OMS) y profesor de la Universidad Internacional de La Rioja (UNIR). Se refiere
a la proteína S,
denominada así por formar la espícula ('spike', en inglés), una envoltura en
forma de aguja que propicia la infección por SARS-CoV-2.
Todas las vacunas contra el covid-19 que se comercializan actualmente se
dirigen a la proteína S, por ser la parte del virus con mayor
capacidad para activar el sistema inmunitario. Por tanto, el gemelo vacunado
tendría mayor protección contra la principal vía de entrada del virus, pero la
de su hermano sería capaz de actuar contra otros frentes. "El que se
vacuna tiene una concentración de anticuerpos muy alta contra la proteína
'spike', contra la envoltura del virus, mientras que el señor que lo ha
padecido y se ha curado tiene títulos moderados de anticuerpos, pero contra
diferentes proteínas del virus", matiza Soriano.
Para valorar si es más efectiva la inmunidad natural o la adquirida,
Mercedes Jiménez, investigadora en el Centro de Investigaciones Biológicas
Margarita Salas del CSIC, llama a fijarse en los precedentes: "Hasta
ahora, lo que se ha comprobado con vacunas para otras enfermedades es que la
inmunidad adquirida por vacunas es más potente, porque genera un nivel más
alto de anticuerpos y células T (inmunidad humoral y celular), en general, que
si se pasa la enfermedad. Además, se evita sufrir las enfermedades e incluso
erradicarlas".
En cuanto a la duración de los anticuerpos, el coordinador del Comité
Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (CAV-AEP), Francisco
Álvarez, se muestra prudente: "Aún no hay certezas porque la vacuna es muy
joven todavía. En la enfermedad, hay un estudio que estima que las defensas permanecen ocho
meses, al menos. En las vacunas, hasta cuatro meses, pero no ha
dado tiempo aún a valorar con suficiente claridad".
Un punto a favor del gemelo que ha pasado la enfermedad es que las vacunas
actuales se administran por vía intramuscular y, por consiguiente, generan
anticuerpos IgG (inmunoglobulina G), los que se encuentran en la
sangre y otros fluidos. Sin embargo, durante las primeras fases de la
enfermedad, el coronavirus se multiplica en el tracto respiratorio y, en este
caso, son más útiles los anticuerpos IgA (inmunoglobulina A),
presentes en la mucosa, la saliva o las lágrimas. "Eso solo se logrará si
hay vacunas que se administren por aerosoles o vía intranasal", apunta el
doctor Soriano.
Un punto a favor del gemelo vacunado es que la generación de
anticuerpos es menos potente en personas con síntomas leves o
asintomáticas. Así lo demuestra un estudio, publicado en la revista 'Nature' y citado por el Ministerio
de Sanidad en su documentación técnica, que comparó a 37 casos asintomáticos
con otros 37 que sí mostraban signos leves de la enfermedad. Después de ocho
semanas, lo que se conoce como periodo de convalecencia temprano, en ambos
grupos se detectó una reducción tanto de los títulos de anticuerpos (del 40% en
los asintomáticos y del 12,9% en los casos con síntomas leves) como de su
capacidad neutralizadora (del 11,7% y el 8,3%, respectivamente).
¿Por qué deben
vacunarse quienes pasen la enfermedad?
Ello explica que las autoridades sanitarias no excluyan a quienes han
pasado el covid de sus planes de vacunación.
En primer lugar, por la sencilla razón logística de que sería una quimera
realizar test serológicos a toda la población; y, en segundo lugar, porque los
anticuerpos tienden a disminuir pasados unos meses y un recordatorio genera una
respuesta inmunitaria más robusta. "Actualmente en España, si tienes menos
de 55 años y no tienes factores de riesgo se recomienda esperar seis
meses para aplicar la vacuna, pero se hace porque hay pocas dosis y se
prioriza", aclara Álvarez.
"Aunque ha habido pocos casos de reinfección, otra dosis refuerza la
respuesta aún más", justifica Jiménez, quien además esboza la importancia
de seguir esta estrategia ante el importante reto que
viene: "Podría conferir inmunidad contra las nuevas variantes,
ante las cuales las vacunas se tendrían que adaptar en caso de que resultaran
menos eficaces".
EL CONFIDENCIAL, 17/02/2021
buen post
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