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Tus hijos serán violentos si no les enseñas a aceptar un "no"

LAURA PERAITA
El pasado jueves un joven de 25 años acabó presuntamente con la vida de su madre, de 49, en su domicilio de Madrid. Los vecinos apuntaban que las discusiones entre ambos eran muy frecuentes, pero nadie auguraba este dramático final porque «el chico era muy agradable y simpático» con todos, «menos con su madre».
Desgraciadamente, no es un hecho aislado. Fuentes de la Policia Nacional aseguran que la violencia filio-parental o ascendente «no cuenta con una estadística propia» y los casos se incluyen «dentro del ámbito de violencia familiar». Aún así, según datos de la Fiscalía General del Estado, las agresiones de hijos a padres han aumentado considerablemente en los últimos años. En 2006 se cuantificaron en España 2.000 casos y en 2012 un total de 4.936. «Solo en 2013 se iniciaron 4.659 procedimientos a jóvenes mayores de 14 años por este tipo de sucesos, siendo Andalucía, Valencia y Cataluña, las regiones que concentraron la mayor parte», resalta Javier Urra, director clínico de Recurra-Ginso y presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Violencia Filio-Parental (Sevifip).
No obstante, los expertos insisten en que existen muchos casos más, pero no se denuncian «por miedo, ignorancia, vergüenza, dejadez y, en general, porque “¿para qué?, ¿acaso soluciona “mi problema”? —apunta José Cabrera, psiquiatra y médico forense—. Y, en la mayoría de los casos —añade—, por lástima quedando siempre en el ánimo de los padres un deseo: “a lo mejor no vuelve a suceder”».

Ataque psicológico y físico severo

Hay ocasiones, incluso, en que los padres no reconocen esta violencia porque la perciben de forma diferente a sus hijos. Se considera violencia filio-parental a las agresiones psicológicas que suponen desobediencia, insultos, amenazas, chantaje, robo de dinero o de objetos familiares de gran valor económico o emocional. Realizar más de seis veces dicho comportamiento en el último año es una agresión psicológica severa. Y, la más conocida, la agresión física, supone romper objetos, daños materiales en el ámbito familiar y agresión a los progenitores. Si se repite tres veces en un año, se considera agresión física severa.
Según datos del juez de Menores de Granada, Emilio Calatayud, el 80% de la violencia de menores en general lo comenten los chicos y un 20% las chicas. En el caso de la violencia filio-parental, el 60% la cometen chicos y el 40% chicas. Ellos eligen más la violencia física y ellas la física y la verbal para hacer un mayor daño moral.
Francisco Castaño, profesor de Secundaria y director de Aprendeaeducar.org junto a Pedro García Aguado —conocido por su programa «Hermano mayor»—, asegura que sólo un 1% de los casos de jóvenes que agreden a sus padres se debe a un trastorno o psicopatología. «El 99% de los casos se debe a un problema de educación inadecuada. Es decir, no son chicos malos, sino que tienen un mal comportamiento», puntualiza.
Explica que existe la creencia de que estos chicos han sido víctimas de malos tratos, son adictos a la droga, alcohol y son de clase social baja. «Algunos lo son, pero la mayoría son de clase media y alta. Son hijos de políticos, médicos, deportistas de élite...».

¿Por qué agreden a los padres?

Uno de los principales motivos es, según Castaño, la falta de normas y límites claros en el hogar. «Hay padres que protegen en exceso a sus hijos: les dan todo lo que quieren, les hacen los deberes, les dan dinero para caprichos... En el momento en que le dicen "no", comienzan los gritos y el hijo tenderá a desahogar toda su rabia con golpes o insultos porque no entiende que se le contrarie. Algo parecido ocurre con los hijos de padres muy autoritarios que guardan mucha rabia y en cuanto el pequeño crece y se ve con fuerzas, se enfrenta a los padres de forma violenta para devolverles aquello que consideran injusto».
Otro de los motivos es la fisura educativa entre padre y madre cuando uno le permite cosas y otro no. «La falta de acuerdo en la forma de educar hace que el niño se ponga de parte de uno, del que le permite hacer todo, pero siempre llega un día en que hay algo que no se le puede permitir y el rebote por parte del hijo es tan grande que llega a pegar a sus padres por no comprender dicha negativa».
Es curioso el dato de que muchos jóvenes que agreden a sus padres, no son violentos fuera de su hogar. «En Inglaterra se ha realizado un estudio que determina que el 36% de los chicos y chicas que pegan en casa también lo hacen en la calle —apunta Urra—. El resto no. En España no hay un estudio al respecto, pero sí es muy significativo que cuando sucede este tipo de violencia los profesores se quedan sorprendidos: «¡pero si es un chico estupendo en clase!».

Cada vez más jóvenes

Según el director de Aprendeaeducar.org, los padres no deben esperar a que los hijos sean adolescentes para ver si son agresivos o no. «Los problemas se gestan en Primaria, pero se manifiestan en Secundaria. Hace años, eran los chavales de 16 años los más conflictivos. Actualmente la consulta está llena de niños de 11 y 12 años que agreden a sus padres», asegura.
¿La razón de este adelanto en la edad? . Las nuevas tecnologías, por ejemplo, les permiten ver sin límites películas violentas, de sexo, drogas... y los padres no supervisan los contenidos.
Cuando un hijo no aceptan un “no“, monta grandes peleas, incumple las normas de forma alarmante, etc., es aconsejable que consulten con un experto en psicología o terapia educacional. «En consulta —explica Castaño— primero trabajamos con los padres: les enseñamos a poner normas, a comunicarse, a que se den cuenta de que los hijos no están en contra de ellos, sino que repiten un comportamiento aprendido; es decir, si grito y pego al final consigo lo que quiero. Posteriormente tratamos a los hijos».

Trato jurídico

Desde el punto de vista jurídico no existen herramientas suficientes para reeducar a estos jóvenes. «La ley Orgánica 1/96 de protección jurídica al menor va a ser modificada y va a incluir un párrafo que menciona la violencia ascendente, un reconocimiento que supone un gran paso», asegura Urra.
Pero, hasta el momento, cuando unos padres denuncian, el hijo si es menor puede ir a un centro de reforma y los mayores de edad a la cárcel. «Esta privación de libertad por un tiempo no resuelve el problema y seguramente el chico saldrá con mayor rencor hacia sus padres que con el que entró. Es necesario un sistema que les facilite pautas educativas para cambiar su comportamiento», concluye Urra.
El juez de menores, Emilio Calatayud, considera un error que Rodríguez Zapatero suprimiera el artículo 154 del Código Civil que aseguraba que «los padres pueden corregir razonablemente a los hijos», artículo que el PP tampoco ha recuperado.
«El problema —asegura— es que los padres han perdido toda autoridad y no saben decir «no», lo que convierte a sus hijos en unos tiranos. Se olvidan de que el artículo 155 apunta que «los hijos deben obedecer a sus padres mientras estén bajo su potestad y respetarles siempre. En la mayoría de los casos de violencia «la culpa es de los padres por no saber mantener su autoridad y negarse a ser esclavos de sus hijos. Si han incrementado el número de agresiones es porque algo falla: su educación».
El juez añade que es importante que los padres aprendan a reconducir cuanto antes la conducta de sus hijos. «Es más fácil conseguirlo cuando tienen ocho años que cuando han cumplido quince».

Radiografía de los hijos agresores

Víctimas preferidas
La tendencia mayoritaria es que los jóvenes agredan a madres y abuelas antes que a los padres. Piensan que ellas son más débiles y les pueden hacer más daño sin dificultad.
Tipos de familia
Hay más casos de violencia filio-parental en las familias monoparentales o con progenitores mayores. asdf asdf asdf asdf asdf asdf asdf asdf
28% adoptados
El 28% de los hijos que son adoptados en nuestro país agrede a sus padres. Se trata de un porcentaje altísimo y los padres no llegan a entender este comportamiento puesto que les dan todo lo que el hijo pide. Este es el gran problema. Ellos aprovechan a poner a sus progenitores al límite para comprobar hasta dónde les quieren.
No entiende de clases sociales
Las agresiones de progenitores no entiende de clases sociales. Aunque existe la creeencia de que sólo sucede en clases bajas, la mayoría de los casos se dan en familias de clase media y alta.
Síntomas
La violencia no llega de la noche a la mañana. Comienzan por robar, tirar objetos, manipular o intimidar verbalmente.
11 años
Hasta hace unos años los chicos y chicas que agredían a su progenitores tenían una edad de 16 años. Actalmente ya hay chicos que con 11 años se enfrentan a sus padres con violencia.
Sin límites
La ausencia de normas, horarios y deberes del adolescente o las familias sobreprotectoras son propensas a generar el Síndrome del Emperador, en el que el hijo tiene a sus padres como sirvientes.
Atención personalizada
En muchos casos, la atención personalizada especializada ayudan a que el comportamiento mejore o se extinga.
Drogas
El consumo de drogas predice la violencia filio-parental, pero únicamente en chicos (no en chicas) sugiriendo perfiles diferentes.
17% más
En 2006 hubo 2.000 casos y en 2012 hasta 4.936 casos en España (un 17% de los procedimientos abiertos).
Más avanzados que en Europa
En la sociedad española se sabe que el problema existe, aunque no muy bien cómo resolverlo. Sin embargo, en otros países europeos la violencia de hijos a padres aún se oculta mucho, es considerado un verdadero tabú.
Distintos puntos de vista
Las agresiones son percibidas de forma diferente por padres e hijos. En muchas ocasiones alguno de los dos no las reconoce como tales.
Fuente: Sevifip
ABC, Miércoles 11 de febrero de 2015

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