Ir al contenido principal

¿Cuántos yogures pueden comer los niños al día?

Los yogures les gustan a casi todos los niños, también a muchos que no quieren ni probar la fruta. ¿Es malo que un niño de dos años coma dos o tres yogures al día? El pediatra José Manuel Moreno Villares nos lo aclara.
El yogur es un producto lácteo fermentado que se obtiene al inocular en la leche un cultivo de microorganismos, sobre todo Streptococcus thermophilus y Lactobacillus bulgaricus. En el proceso de fermentación la leche se coagula, una parte de la lactosa (el azúcar de le leche) se transforma en ácido láctico y se producen otros compuestos, en su mayoría ácidos.
Este alimento tiene un valor nutricional similar al de la leche: aporta una cantidad de lactosa algo inferior a esta y es una fuente excelente de calcio y fósforo. También es rico en proteínas y lípidos (grasas) que están parcialmente digeridos, por eso resulta tan digestible.
Se estima que los niños deben tomar entre dos y cuatro raciones al día de lácteos (dos yogures equivalen a una ración), en los que se incluyen los platos que se elaboran con leche (natillas, arroz con leche, bechamel, etc.).
Consumir una cantidad superior de lácteos impide que el niño tome otros alimentos importantes para su salud (como la fruta, que aporta fibra y vitaminas) y contribuye a la aparición de algunos trastornos digestivos, como el estreñimiento.
No todos los productos lácteos que hay en el mercado son yogures. Los que han sido fermentados por gérmenes distintos a los del yogur (por ejemplo, por Lactobacillus), no se consideran yogur, sino leches fermentadas.
En los últimos años las marcas han desarrollado una gran variedad de leches fermentadas, a las que se atribuyen propiedades beneficiosas para la salud. Sin duda pueden ser interesantes, aunque por el momento no hay datos que demuestren estos efectos.
Por: José Manuel Moreno Villares, pediatra. Profesor de Pediatría en la Universidad Complutense de Madrid.

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.