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Exceso de pruebas radiológicas en niños

LAURA TARDÓN
Un estudio realizado en EEUU pone de relieve una realidad que preocupa a la comunidad científica: el exceso de pruebas radiológicas al que se somete la población infantil de forma innecesaria. En España, la situación no es muy diferente. Precisamente con el objetivo de reducir el número de este tipo de intervenciones, hace menos de un mes, la Sociedad Española de Radiología Médica (SERAM) presentó ante el Ministerio de Sanidad cinco recomendaciones.
Los expertos firmantes del documento español entienden por "innecesarias aquellas pruebas que no han demostrado eficacia, tienen efectividad escasa o dudosa, no son coste-efectivas o no son prioritarias". Así, por ejemplo, ocurre concretamente con las radiografías de tórax. Un equipo de investigadores de la Clínica Mayo ha observado que "algunos niños están recibiendo estas pruebas sin necesidad", al "no obtener ningún beneficio". Así se presentó el estudio en el Congreso anual de la Sociedad Radiológica de Norteamérica (RSNA).
Se trata de una prueba "muy valiosa cuando las indicaciones son las correctas", aclara Ann Packard, médico y radiólogo de la Clínica Mayo (Rochester, Minnesota, EEUU), pero "muchas se pueden evitar para disminuir la dosis de radiación y el coste".
En este sentido, María Jesús Ceñal, jefe de Pediatría del Hospital de Móstoles de Madrid, explica: "Estamos muy preocupados con la cantidad de radiación que reciben los niños pequeños porque tienen toda una vida por delante. La radiación se acumula y no sabemos cuánta van a tener que recibir después". La evidencia científica apunta a que grandes exposiciones radiológicas pueden inducir cáncer", subraya Gloria Gómez Mardones, jefe de servicio de Radiodiagnóstico del Hospital Infantil Universitario Niño Jesús (Madrid). "Hay que tener cuidado con las pruebas radiológicas innecesarias", advierte, al igual que la pediatra del Hospital de Móstoles. Otra de las complicaciones derivadas "tienen que ver con las células germinales , tanto de espermatozoides como de los óvulos, por eso a la hora de hacer un escáner se protegen las zonas genitales", precisa la pediatra.
Packard y otro de los autores del trabajo estadounidense, Kristen B. Thomas, analizaron los datos de 719 radiografías de tórax pediátricas (desde recién nacidos hasta niños de 17 años) y vieron realizadas entre 2008 y 2014 y observaron que en el 88% de los casos la prueba no alteró el tratamiento inicial. Para determinar la necesidad una intervención de este tipo, argumenta María Jesús Ceñal, hay que "pensar si va a suponer tratar de forma diferente al paciente".
En España, según datos facilitados por la SERAM (a partir de varios estudios), el 30% de las pruebas radiológicas son completamente innecesarias. Muchas veces, coinciden las dos expertas que han hablado con EL MUNDO, "se abusa de este tipo de intervenciones por presiones de la familia".
Siguiendo con el ejemplo de la radiografía de tórax, que es una de las más frecuentes en la población pediátrica, "es un poco inútil hacerla antes de tiempo, porque la imagen puede ser totalmente normal y en cuestión de 24 horas aparecer la neumonía y, por lo tanto, el menor tendrá que someterse a una prueba más, habiendo sido innecesaria la primera", explica la pediatra. Cabe señalar, agrega, que "la radiación de esta intervención equivale a tres días de radiación ambiental" y así "vamos sumando. Debemos ser cuidadosos".
Otra de las pruebas radiológicas más comunes en la población infantil son las placas por posible traumatismo craneal (la radiografía de cráneo equivale a unos 11 días de radiación ambiental). "También se hacen más de las necesarias, casi siempre por presiones de la familia", matiza Ceñal. En realidad, "la prueba está indicada en pocas ocasiones, cuando haya perdido el conocimiento o tenga signos de afectación craneal (neurológica, como los vómitos) o en los lactantes muy pequeños, en los que sí hay mayor riesgo de traumatismo craneal, ya que el hueso parietal es más finito y se rompe con más facilidad". Aunque no se suele hacer nada en consecuencia, "conviene hacer un seguimiento para comprobar que se ha soldado bien".
En el caso de los recién nacidos, en lugar de hacerle una radiografía por posible displasia congénita de cadera, apunta la radióloga, mejor optar por "una ecografía, que no tiene efectos secundarios". Las pruebas radiológicas más realizadas en la infancia son: las radiografías y el escáner. Con la radiación de un escáner de cráneo, "la persona recibe aproximadamente un año de radiación ambiental; si es de tórax, 35 años".
Respecto a las radiografías simples de abdomen, frecuentemente utilizadas para descartar apendicitis, "salvo en los casos de obstrucción intestinal no son necesarias", señala Gómez Mardones. "Podría usarse la ecografía, que es más barata, más accesible y resolutiva".
Gran parte de las recomendaciones propuestas por la SERAM tienen que ver con la población infantil, "por se la más sensible, a la que más años de vida le quedan por delante, y por ser la más expuesta a pruebas", argumenta la radióloga del Hospital Niño Jesús. La clave está, por un lado, en "los prescriptores de las pruebas conozcan adecuadamente las guías, tanto en hospitales como en los centros de atención primaria, y que la población conozca mejor este tema, para evitar las presiones de la familia a los médicos". No obstante, cabe señalar que cuando estas pruebas están justificadas es porque "los beneficios superan a los riesgos".
EL MUNDO, Viernes 2 de enero de 2015

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