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Los niños ya no saben correr

CRISTINA G.LUCIO
Si fuera posible viajar en el tiempo, muchos niños del siglo XXI perderían una carrera con quienes hoy son sus padres o abuelos. El dato acaba de presentarlo un equipo de investigadores australianos en el congreso que la Asociación Americana del Corazón (AHA) está celebrando en Dallas (EEUU) y preocupa por las implicaciones que conlleva.
"Si una persona no está en forma de pequeño, tiene muchas más posibilidades de desarrollar problemas como la enfermedad cardiovascular más adelante", ha señalado Grant Tomkinson, principal investigador de este estudio que demuestra que, en términos generales, los jóvenes actuales corren peor de lo que lo hacían sus predecesores.
Junto a sus colegas, Tomkinson repasó unos 50 estudios que, entre 1964 y 2010 habían reflejado las habilidades atléticas de jóvenes de entre 9 y 17 años en 28 países. En total, el análisis contó con datos de más de 25 millones de niños que, entre otros detalles, daban muestra de cuánto podían correr en un tiempo determinado o cuánto tardaban en completar una distancia prefijada (la mayoría, no superior de los 3.200 metros). Con esas cifras, los investigadores realizaron un cálculo de la resistencia cardiovascular de los participantes.
En la evaluación, los investigadores comprobaron enseguida que a lo largo de los 46 años estudiados, esta resistencia había ido disminuyendo. Es más, la reducción era palpable en las diferentes zonas estudiadas (pese a que se encontraron variaciones entre países) y tanto en chicos como en chicas de diferentes edades.
Entre los muchos ejemplos disponibles, los investigadores señalan 'la prueba de la milla' como muestra significativa del cambio. Los chicos de hoy, subrayan, completan los 1.609 metros de esta competición una media de un minuto y medio más tarde de lo que lo hacían los niños de hace 30 años.
Aunque no han podido determinar las causas exactas de este retraso, los científicos apuntan un conjunto de factores que incluyen cambios sociales, físicos, fisiológicos, psicosociales y de comportamiento.
Entre ellos, matizan, destaca sin duda el aumento de peso que, desde la infancia, han experimentado las últimas generaciones.
"Necesitamos inspirar a los jóvenes para que desarrollen hábitos que les mantengan sanos tanto ahora como en el futuro", han señalado Tomkinson.
Se mostraba de la misma opinión recientemente en este diario Empar Lurbe, pediatra que dirige un grupo de investigación sobre obesidad infantil en el CIBERobn, quien alertaba de que "vivir una infancia con sobrepeso tiene consecuencias".
Para esta especialista, el ejercicio y la buena alimentación han de formar parte del estilo de vida de la persona desde la infancia, y es algo que debe inculcarse a todos los niveles.
EL MUNDO, Miércoles 20 de noviembre de 2013

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