Ir al contenido principal

La actitud de los padres al incorporarse al trabajo condiciona cómo afrontan los hijos el nuevo curso

PATRICIA GARCÍA
El fantasma de la vuelta al cole ya se ha hecho real en los hogares españoles. Estas primeras semanas de septiembre los niños rogarán a sus padres que les dejen quedarse en casa, por favor, que no quieren volver al colegio después de las vacaciones. Que les duele la barriga o que tienen mucha fiebre (pataleta-llanto, llanto-pataleta). Ni siquiera el esperado reencuentro con los compañeros mitiga al malestar del primer contacto con los libros, los deberes, los madrugones y las extraescolares.
Muchos progenitores dan por hecho que es un mal trago inevitable que los pequeños tienen que atravesar y que «ya se les pasará cuando se acostumbren», pero según el psicólogo infanto-juvenil, miembro del Colegio Oficial de Psicólogos y director de Domínguez PsicólogosAbel Domínguez, «motivarles en los días previos» al comienzo de curso es crucial para «lograr que se ilusionen y ayudarles a alcanzar sus objetivos». Implicarlos en los preparativos es la primera recomendación de este experto que también es padre. «Que nos acompañen a encargar los libros de texto, a comprar el uniforme, que elijan el material escolar con el que van a trabajar... No es una cuestión de que carguen la mochila con cosas bonitas, si no de que anticipen lo positivo».
Advierte además que durante los días anteriores al comienzo se debe tener especial cuidado con los mensajes verbales que se transmiten, empezando por aquellos que dejan ver «cómo nos enfrentamos los adultos a la vuelta al trabajo». Según el psicólogo, el aprendizaje vicario (por observación) juega un papel determinante en la forma en que los pequeños se enfrentan a las situaciones. «Otra vez a trabajar, qué rollo» de un padre, será un «otra vez al colegio, qué rollo» de su hijo.
Domínguez previene a los progenitores de que en los primeros días de escuela «los niños preguntan mucho» y es habitual que los padres cometan el error de contestar escuetamente con lo poco que saben, en la mayoría de los casos haciendo referencia únicamente a lo «difícil que va a ser el nuevo curso», y pasando por alto que como alumnos «lo afrontan con mayores capacidades». Esto no les permitirá superar el «miedo» que muchos pequeños sienten «a no ser competentes para sacar adelante las exigencias del nuevo curso», una de las razones por las que les surgen tantas dudas. «Tenemos que darles toda la información que tengamos, meternos en Internet a buscar si hace falta, y alentarles: sí, el curso es más complicado, pero tú estás más preparado que el año anterior».

Qué les ayuda a re-conectar

No todos los profesionales que trabajan con escolares están de acuerdo en imponer un hábito de trabajo en verano como continuación del curso académico, pero Abel Domínguez es de los que piensan que «mantener una cierta rutina, muy suave, como leer algo o hacer cuadernillos de verano» les permite mantener el ritmo y «no empezar el colegio tan desconectados».
Según el curso que vayan a comenzar, el hábito ha de fijarse con una intensidad u otra. El psicólogo aconseja «una hora como máximo para los estudiantes de primaria y dos para los de secundaria. Eso les amortiguará el contacto con el papel y el boli, algo que «cada vez les cuesta más» si se tiene en cuenta que durante los meses estivales se familiarizan como nunca con las pantallas al gozar de más tiempo libre.
Domínguez opina que «aunque los colegios tiendan a instaurar tabletas y otros dispositivos como material de trabajo en clase –algo que considera en cierta parte positivo por el poder de atracción que ejerce sobre los pequeños– tenemos que obligarles a que utilicen los cuadernos de toda la vida, el papel y el lápiz». Según este psicólogo, el uso exclusivo y excesivo de los aparatos tecnológicos está incrementando los casos de dislexias y dificultades en la adquisición de la escritura, errores ortográficos... «Están atrofiando las grafías».
Las voces de los expertos sí apuntan en el mismo sentido al hablar de las rutinas de sueño. El verano es una época libre de horarios rígidos y prisas, los relojes dejan de ser el centro de la actividad para dejar paso a la relajación y el disfrute. «Esto es estupendo –apunta Domínguez– pero un par de semanas antes del inicio del curso las familias deberían recuperar paulatinamente las pautas horarias». Ajustar en los niños las horas de sueño –durante el curso escolar se acuestan y levantan antes–, los biorritmos, las comidas y los almuerzos... «Con eso sería suficiente», asegura el psicólogo.

Niños con dificultades de aprendizaje

Los alumnos con dificultades en el aprendizaje, como quienes sufren Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad (TDAH), estrenan el curso con más miedos que los demás. Por eso, en estos casos es imprescindible «ayudarles a leer en positivo», explica Domínguez, porque «estos niños lo han pasado mal en muchas ocasiones y se han visto limitados. Muy probablemente le hayan cogido manía a la escuela.
Tenemos que quitarles esos prejuicios contra ellos mismos y animarles a enfrentar el curso “tabula rasa”: Nuevo curso, nueva oportunidad. Ni amenazas ni reproches, no llevan a ningún lado». Para el experto, la manera en la que estos niños hagan frente a la nueva etapa «depende de cómo se esté manejando desde su entorno», que les permitirá desarrollar unas u otras estrategias para compensar su déficit.
ABC, Viernes 01/09/2017

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.