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La España del pecho frente a la del biberón

PATRICIA GONSÁLVEZ
Durante unos días de febrero, tras anunciar la presentación del libro Víctimas de la lactancia ¡Ni dogmatismos ni trincheras!, el teléfono de la librería Argot de Castellón no dejó de sonar. Llamadas indignadas preguntaban si acaso venderían allí libros a favor de la violencia de género o del nazismo. El encargado no recuerda un follón igual desde que se presentó en la tienda el libro de Josep Anglada, el concejal de Vic que pide la expulsión de “los moros”, y que provocó la esperada tensión entre seguidores de ultraderecha y críticos de izquierdas.
¿Teta o biberón? En esto de criar también hay dos Españas. Madres que toman una y otra opción se sienten juzgadas hagan lo que hagan. Y un libro sobre el tema ha desatado una tormenta.
La polémica de Víctimas..., autoeditado por el pediatra José María González Cano, es que recomienda el destete total o parcial a partir de los cuatro meses. González Cano lo escribió, dice, por “imperativo moral”: “Dado que la presión para dar de mamar convierte a muchas madres en auténticas víctimas”. Pero luego fue más lejos, afirmando que la lactancia después de los seis meses es, en el mejor de los casos, “irrelevante” nutricionalmente, y en el peor, la causa de “muchos ingresos” por desmedro, anemia y raquitismo, y el origen de “complejos de Edipo severos”.
Las reacciones no se hicieron esperar: 10.000 firmas en Change.org pidieron la destitución del médico y la intervención de las autoridades sanitarias. En los comentarios, muchas mujeres afirmaban que el libro carecía de rigor científico y era “terrorismo pediátrico” o “contra natura”. El médico decidió anular la presentación en Castellón por “las amenazas de fundamentalistas del lobby prolactancia”, según sus palabras, que acabaron con unas 15 mujeres dando el pecho pacíficamente en el exterior de la librería donde se sigue vendiendo la obra por 19 euros.
Unos días después, la Asociación Española de Pediatría (AEP) emitió un contundente comunicado refutando lo expuesto por el médico y el Hospital General de Castellón donde trabaja se desmarcó de sus opiniones y desmintió los supuestos ingresos hospitalarios de lactantes. Ambas instituciones repitieron, en línea con la Organización Mundial de la Salud, que es más recomendable dar el pecho, en exclusiva hasta los seis meses y de forma complementaria hasta al menos los dos años. Usar leche artificial es una “opción igualmente respetable”, añadieron. “Por supuesto, si todo va bien, hay que respetar la decisión de la madre”, dice también González Cano. Lo primero, siempre, el respeto. Y sin embargo...
Eva Gracia, autora del blog Mamacontracorriente.com se ha sentido tratada “como una delincuente” por comprar leche de fórmula para un recién nacido (su primer hijo), pero también “observada como si estuviese en un zoo” por amamantar al segundo más allá del año. “Sin duda 15 meses de lactancia es too much para la mayor parte de la sociedad”, escribe en su blog. “Lo noto hasta cuando mi abuela me viene con los típicos tópicos de que le quite la teta de una vez, que es puro vicio. Lo noto cuando en Urgencias me convierto en ‘la loca de la teta’ por no querer destetar sin motivo a mi bebé. Lo noto cuando en la revisión de turno la enfermera amenaza con que está en un percentil muy bajo porque ‘la leche no alimenta’. Lo noto cuando doy el pecho y a la gente le dan vueltas los ojos y escucho murmullos y veo alguna cara de asco”.
Las críticas por dar el biberón me dolieron más”, admite Gracia, que como muchas madres intentó dar el pecho y se sintió frustrada al no conseguirlo. “Sin embargo, creo que más allá de los primeros meses, dar el biberón está mejor visto que seguir con la teta”.
El discurso hegemónico es totalmente prolactancia”, disiente la feminista Beatriz Gimeno, que prepara un libro sobre el tema. Hace un tiempo escribió un post titulado Yo estoy en contra de la lactancia materna (“debe ser lo que más me han leído”, bromea) donde criticaba la presión para dar el pecho “a toda costa” y contaba su experiencia tras dar a luz: “Cuando le puse a mamar el primer día la cosa me resultó de lo más desagradable y dolorosa, no me gustó nada y mucho menos me gustaba estar a disposición del bebé cada tres horas sin poder dormir ni descansar. Al tercer día no quería darle de mamar más. Entonces comenzó una especie de persecución en la que las enfermeras sólo me dirigían la palabra para llamarme mala madre y egoísta. No me daban biberones ni me retiraban la leche. El niño lloraba de hambre. O daba de mamar o el niño pasaba hambre: ese era el inaceptable chantaje”.
Lo curioso es que ambas mujeres recibieron presiones, en sentido contrario, por parte de sanitarios. “Aquí cada uno hace lo que quiere”, admite la doctora Susana Ares, del comité de lactancia de la Asociación Española de Pediatría. “Lo que hay que hacer es informar a las mujeres y respetar y apoyar su decisión. Sin embargo, todo el mundo opina, los médicos, las enfermeras, los auxiliares, las señoras que limpian la habitación... Entiendo que mujeres de uno y otro lado se sientan presionadas, porque, básicamente, depende de quién te toque”.
Al margen de la salud, detrás de la teta también hay un discurso sociopolítico. O, mejor dicho, varios. “Esta vuelta a lo natural tiene un componente neomachista que pretende devolver a la mujer a su papel de esposa y madre”, dice la feminista Gimeno. Sin embargo, otra parte del feminismo defiende que la crianza natural es consciente y crítica, y que las madres que optan por ella la disfrutan libremente, y no son víctimas ciegas y sufridoras del patriarcado. Lo que habría que hacer, dicen, es luchar para que la que quiera dar el pecho lo tenga más fácil para hacerlo laboralmente. Según una encuesta reciente, el mayor inconveniente de la lactancia materna es que complica la incorporación al trabajo.
Hay también quién piensa que esta guerra de madres es un invento mediático o algo que solo existe en Internet. No solo (este reportaje provocó intensos debates entre reporteras de EL PAÍS), pero es cierto que Internet es el principal campo de batalla de estas dos Españas.
Foro En Femenino es el reverso rosa de Foro Coches. El lugar donde más de 1.300.000 usuarias registradas se consultan sobre moda, salud y, sobre todo, maternidad... Si una googlea¡Ayuda, grietas en el pezón!” o “Llevo dos años sin dormir, SOS”, Foro en Femenino tiene la respuesta. Hay mucha comprensión, muchas ganas de resolver dudas, algunos prejuicios y muchas, muchas, muchas, historias personales. De todo tipo, confesiones tituladas “Me miran y tratan mal por dar biberón” y otras con el título “Regañina de la enfermera y pediatra por dar leche materna a los 7 meses”.
Aunque la inmensa mayoría de las foreras son respetuosas, a veces hay gresca. Lo que más abunda sin embargo, son las quejas por insultos del pediatra, la suegra, las amigas, las señoras de la calle... A las del biberón las han llamado “malas madres”. A las de la teta, “fundamentalistas”. “Egoístas”, les han dicho a unas, “sectarias” a las otras. De un lado: “La lactancia es un derecho del bebé”, “nadie te dijo que fuera fácil”, “haberte comprado un perro”. Del otro: “Esto no es África”, “¿es que no tienes dinero para comprar leche?”, “ese niño va a ser muy dependiente”. A ambas les han dicho que su decisión perjudicará a sus hijos de por vida. Y ambas se han sentido culpables. Casi la misma pregunta, con idéntico retintín, les ha sido formulada a unas y otras: “¿Ah, pero que no/ todavía das el pecho?”.

La 'guerra de las mamás' se hace viral

Al parque van llegando grupos de madres. Las que portean a sus bebés en fulares y hacen yoga. Las ejecutivas que crían con una mano y teclean en el móvil con la otra. Las amas de casa. Las lesbianas. Los padres. “Mira, aquí llega la policía de la teta”, dice una madre de biberón cuando aparecen las amamantadoras. “Uy, quizás algunas son demasiado vagas para dar de mamar…”, responden estas. “No todo gira en torno al pecho, sabes”, aporta un papá (sus compañeros farfullan “bueno, un poco, sí…”). El cómico vídeo se hizo viral hace unas semanas y acaba con un eslogan algo ñoño: “No importa lo que pienses, ante todo, somos madres”. No es un mensaje desinteresado: es un anuncio de leche artificial.
La publicidad de la leche de fórmula se ha sofisticado desde que a finales de los setenta las autoridades sanitarias mundiales pusieron límites a la presentación y promoción del producto: obligaron a incluir una advertencia en el bote diciendo que la lactancia materna es mejor, prohibieron usar imágenes de niños en el etiquetado, y usar términos que pudiesen “idealizar” el producto como “leche maternizada”. Y nada de regalar muestras en consultas ni maternidades.
En España, en tan solo una generación, el consejo médico oficial ha pasado de ser muy pro-biberón a ser muy pro-pecho. “En los sesenta y setenta la leche artificial era ampliamente recomendada por los pediatras, y el lobby farmacéutico presionaba con anuncios de niños rollizos y regalos a las madres”, explica Susana Ares, de la Asociación Española de Pediatría. “Sin embargo, los estudios demostraron que había sido una política nefasta para la salud pública ya que el pecho previene muchas dolencias, de otitis y diarrea a obesidad o diabetes”.
El brusco cambio de paradigma contribuye a la actual polémica entre el pecho y el biberón, pero la opción no es del todo nueva. Mucho antes de la invención de la leche artificial (a principios del siglo XX) y de los biberones estériles (en los años cincuenta), hubo madres que no quisieron o pudieron dar el pecho y no tenían ama de cría. Desde la Antigüedad se han buscado soluciones: de botijos de barro a cuernos con tetinas de cuero. Dentro, leche de vaca, agua de arroz, caldo… “Pero antes de la leche artificial, la mayoría de los niños que no mamaban, morían”, dice Ares. “La fórmula salva muchas vidas, cada vez es mejor y es totalmente segura, pero es un sucedáneo, no un sustituto del pecho”.

La lactancia en España

  • El 80% de las madres dan el pecho en exclusiva durante el primer mes, según datos de los pediatras y la encuesta de la Iniciativa Mundial de Lactancia Materna (2013). A los tres meses cae al 52%.
  • De los tres a los seis meses, el 18% de las madres da el pecho en exclusiva. Entonces se empieza con los sólidos.
  • De los siete meses al año siguen dando además de mamar el 13% de las madres. Al año y medio, el 10% y hasta los dos años solo el 9%.
EL PAÍS, Lunes 2 de marzo de 2015

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