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Monkimun enseña idiomas a tus hijos sin esfuerzo

ROCIO P. BENAVENTE
La llegada de las tablets a nuestra vida cotidiana ha supuesto la entrada en internet de un sector de la población que antes estaba totalmente excluida de la red: los niños con edades entre 2 y 8 años. Estos pequeños internautas no tienen aún la habilidad para controlar un ratón, y menos para manejar un teclado, pero las pantallas táctiles tienen cada vez menos secretos para ellos.
Los desarrolladores lo saben y están empezando a generar aplicaciones para esta nueva y jovencísima audiencia. Los padres se dividen entre ese temor ya recurrente y poco a poco superado a que la tecnología atonte a sus hijos y el pragmatismo de saber que estos dispositivos serán su medio natural a medida que crezcan.
Si el uso además les sirve para perder el miedo a los idiomas, un problema histórico entre los españoles, mejor que mejor. Es lo que trata de conseguir Monkimun, una jovencísima startup española que crea sencillos y coloridos juegos para que los niños se familiaricen desde muy pequeños con idiomas extranjeros. No se trata de que aprendan gramática o un amplísimo vocabulario, ya tendrán tiempo para eso. Solo de que jueguen con palabras e ideas de otros idiomas.

Hermanos y socios
Cristóbal y María Viedma son hermanos, nacidos en Madrid y socios al volante de Monkimun. Él, informático de profesión, conoce de primera mano lo duro que es levantar una empresa de cero. Fundó su propia empresa en Suecia, donde vivió un tiempo, y cuando no terminó de despegar, hizo las maletas y se fue a Singapur. Allí trabajó por cuenta ajena en una compañía que fomentaba el aprendizaje de idiomas permitiendo a sus usuarios subtitular películas en idiomas extranjeros. La gigantesca Rakuten terminó comprándola por 200 millones de dólares.
Después volvió a España, donde su hermana ya había abierto varias academias de idiomas. “Quería escalar el modelo, llegar a más alumnos, pero con una nueva academia como mucho alcanzas a unas decenas de chavales”, explica Cristóbal. Juntando el know how de ambos, la respuesta se antojaba obvia.
Comenzaron a trabajar juntos y en enero de 2014 lanzaron la primera app de prueba. En tres meses se dieron cuenta de que la idea era buena, ya que las descargas subían a buen ritmo, así que se plantearon buscar financiación fuera. “Íbamos a irnos a Singapur, porque allí conozco gente y el primer contacto ya estaba hecho, pero nos recomendaron San Francisco. Allí es donde están las grandes empresas y donde se pueden conseguir grandes cosas”. Pasaron en Estados Unidos varios meses y volvieron a finales de 2014, con una ronda de financiación exitosa que acaban de cerrar (y de la que todavía prefieren no dar detalles).

Entre las mejores 'apps' de 2014 según Google
Volvimos porque queríamos montar la empresa en España. Aquí hay mucho talento, aunque a veces parece que se nos olvida”, explica Cristóbal. En los meses que han pasado desde entonces, su equipo ha creado cinco aplicaciones, sencillas pero bien hechas, pensando siempre en niños de entre 2 y 6 años. Son juegos simples que incluyen frases y palabras en cuatro idiomas posibles: inglés, español, chino mandarín y portugués de Brasil.
Una de sus aplicaciones, Minki Chinese Class, es algo diferente. El objetivo es que los niños aprendan a distinguir e incluso escribir algunos caracteres en chino, utilizando ilustraciones relacionadas con su significado. De nuevo, nada demasiado complejo ni profundo, solo un juego con el que ir familiarizándose con un idioma que puede ser crucial en el futuro de estos pequeños usuarios.
Puesto que se trata de productos pensados para un público muy pequeño, los hermanos Viedma han preferido no incluir publicidad en sus juegos. “Iría en contra de lo que creemos que es correcto cuando tratas con niños”. De forma que han creado una app de pago de la que ofrecen una lección gratuita como prueba. Una vez superada esa primera lección, el padre paga 3 euros para desbloquear el resto de las fases. Una prueba matemática algo avanzada asegura que el niño no podrá hacer la compra por su cuenta, manteniéndose así a salvo de problemas vividos con algunas apps en las que los niños causaron un importante agujero en la cuenta bancaria de sus padres sin que estos se diesen cuenta.
Los resultados avalan a Monkimun. En un par de meses han superado el millón de descargas entre sus distintas aplicaciones. “Por hacer una comparación, es como si llenásemos mil guarderías cada día”, bromea Cristóbal. Su éxito es destacable, no en España, sino en Estados Unidos y Asia. “Allí tienen especialmente claro lo importante que es aprender idiomas”, explica, “no tanto en EEUU, que ya hablan el idioma que todo el mundo necesita, pero sí en Japón y China”. Pero es que además Google eligió Minki Chinese Class como una de las 47 mejores apps de 2014, junto con algunas tan populares como Shazam, Buzzfeed, Telegram o las apps de la CNN, de The New York Times o The Economist.

"Con niños tan pequeños tienes que partir de cero"
A sus creadores esto no se les sube a la cabeza. Ante la pregunta de si se plantean diversificar sus esfuerzos para alcanzar a públicos de edades superiores, o quizá enseñar otras materias, responde demostrando cautela. “Si tratas de hacer muchas cosas distintas, terminas por no hacer ninguna bien del todo”. De forma que seguirán trabajando con estas edades y los idiomas. El futuro pasa por unificar todos los juegos en una app más completa, y seguir ganando en usuarios.
Enseñar a niños tan pequeños no es nada fácil. Es cierto que aprenden rápido, pero también que están 'recién salidos de fábrica'
s“Queremos desarrollar un método para generar informes personalizados que podamos enviar a los padres con los progresos de sus hijos”, cuenta Cristóbal. También entra en sus planes desarrollar lecciones que vayan elevando el nivel de conocimientos progresivamente, y asociarlos a un modelo de suscripción, que los padres pagarían mensualmente.
De momento, Monkimun ha conquistado a miles de padres, además de a cientos de guarderías y centros educativos. Entre sus inversores, adelantan, hay una empresa con una cadena de colegios de Japón. “Los mismos profesores nos cuentan que son de gran ayuda en sus lecciones, a veces también para niños más mayores o adolescentes. Con esto hemos descubierto que enseñar a niños tan pequeños no es nada fácil, porque tienes que partir totalmente de cero con lo que crees que saben. Es cierto que aprenden rápido, pero también que están recién salidos de fábrica”, bromea. 
EL CONFIDENCIAL, Viernes 13 de marzo de 2015

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