HÉCTOR G.BARNÉS
¿Quién puede no vacunar a un hijo? "Nadie en su sano juicio" es la
respuesta que la mayor parte de personas daría. Al fin y al cabo, son
medicinas preventivas que sirven para protegernos de las múltiples
enfermedades que nos pueden aquejar en un momento u otro, y que han
conseguido erradicar afecciones como la viruela. A cambio de un
pinchazo, una protección garantizada. Sin embargo, cada vez más voces se alzan en contra de las vacunas, algunas de forma casi supersticiosa, otras desde un punto de vista racional y exigente.
En este último grupo puede clasificarse al periodista Miguel Jara, que acaba de publicar Vacunas, las justas
(Península), en el que se pregunta si todas las vacunas son necesarias,
efectivas y seguras. El director de comunicación del Bufete Almodóvar
& Jara critica la ideología de “cuantas más, mejor”
que conviene a los productores de dichos medicamentos y que convierte
rápidamente a quien se atreve a cuestionar la utilidad de las mismos en
un antivacunas irracional.
En su libro, Jara explica cómo funciona el marketing del
miedo, explica con detalle los que considera “pelotazos” de la vacuna
contra el papiloma humano y la gripe A, desvela los conflictos de
intereses de algunos de los profesionales que las defienden y denuncia
los casos de Andrea, Luca o Álvaro,
niños que murieron tras recibir una vacuna y cuyos casos ha defendido
su bufete. Básicamente, defiende la transparencia de las farmacéuticas
para facilitar la libre e informada elección de los medicamentos que se consumen. El Confidencial entrevista al autor, ganador del premio Eupharlaw-Ibercisalud en 2011 a la personalidad del año en el ámbito sanitario.
PREGUNTA.
La lógica que todos los padres siguen es la siguiente: es mejor vacunar
que no hacerlo, puesto que lo peor que puede ocurrir es que la vacuna
sea inútil, y no se permitirían que sus hijos enfermasen por su omisión.
Una lógica que se extiende a toda la sociedad. ¿Qué está equivocado en
dicha lógica y cómo podemos salir de ella?
RESPUESTA. Es
una lógica sensata y comprensible. El error sería no plantearse otras
muchas cosas: ¿Cuántas vacunas son necesarias y por ello aconsejables y
cuántas "aguanta" el organismo humano (porque cada vez hay más y no se
ha estudiado dicho "aguante")? ¿Qué grado de eficacia tiene cada una? ¿Y
de seguridad? Porque como todo fármaco conllevan reacciones adversas,
por lo general minoritarias pero que pueden ser graves e incluso
mortales (hay casos). A diferencia de otros medicamentos aplicamos las
vacunas en personas sanas. ¿Cómo interfiere ello con el desarrollo del
sistema inmunitario de un bebé? También es importante conocer datos de
los resultados en salud de la población de cada vacuna, saber cuál es la
mortalidad evitada por su uso.
Todo esto es lo que planteo en el
libro. Además de otros aspectos no menos destacados: ¿Cómo se aprueban
las vacunas, qué tipo de estudios clínicos se hacen para ello? ¿Existen
intereses comerciales en torno a los sistemas de inmunizaciones y pueden
estos estar impregnados de los mismos? ¿Qué sucede cuando "algo sale
mal", existen sistemas de compensación de daños por vacunas, alguien se
hace responsable de estos? ¿No habremos entrado en una fase de "vacunas
para todos, para todo y cuanto antes mejor" carente de fundamento
científico y de lógica? ¿Se informa de todo esto de manera adecuada a la
población?
P. Poner objeciones a las vacunas le convierte
a uno rápidamente en un antivacunas, pero usted afirma que ello se
trata de una ridiculización que interesa a la industria farmacéutica.
¿Cómo se produce ese tabú sobre las vacunas y esa caricaturización de
quien las critica?
R. Las vacunas son un buen invento y
las vacunaciones comenzaron hace más de 200 años siendo un éxito. Con el
tiempo y sobre todo en los últimos lustros la vertiente del negocio ha
ido imponiéndose al concepto de bien social. La mercantilización de la
salud (y de las vacunas) conlleva graves problemas sanitarios y esto hay
que criticarlo y proponer soluciones. Cuando algo que comienza bien se
tuerce lo inteligente es rectificarlo. Por diversas razones es cierto
que en el mundo occidental existe un porcentaje de personas cada vez
mayor que usan menos las vacunas. Suelen ser de estamentos medios y
altos de la sociedad y tener buena información. Parece que la reacción
de los defensores a ultranza de los sistemas de vacunaciones como están
diseñados hoy (con todos sus fallos) han elegido la vía del insulto y la
descalificación. Eso no ayuda a mejorar la situación y sí favorece a
una industria de las vacunas que tiene muchos trapos sucios que esconder
y que está encantada de que existan "guardianes de la fe" en las
vacunas para que no se planteen cambios. La estrategia es pan para hoy y
hambre para mañana.
P. Usted parece mantener una actitud razonable frente a las
vacunas, pero imagino que habrá localizado multitud de actitudes
críticas con las vacunas con las que no se siente identificado. ¿Podría
poner ejemplos de aquellas tesis que coinciden con las suyas sólo en
apariencia?
R. Yo no coincido con las actitudes
totalitarias. El asunto de las vacunas es muy complejo, con muchos
matices. No entiendo bien a quienes generalizan en su crítica de las
vacunas. Hay personas que dicen: de entrada no quiero ninguna vacuna.
Por el contrario las hay que no soportan la más mínima crítica a los
sistemas de vacunaciones. Pero la ciencia avanza precisamente gracias a
la revisión de sus errores. Hoy se da un sutil tecnofascismo sanitario
que desearía que las vacunas fuesen obligatorias. Pero ¿cómo se puede
obligar a vacunar a una persona que está sana? ¿Es "obligatorio"
mantener nuestra salud y prevenir enfermedades? Se diría que es por el
bien de la sociedad pero entonces habría que hacer una especie de nuevo
contrato social para las inmunizaciones. Si en el ámbito de las vacunas
no se respeta ni el mínimo consentimiento informado...
Yo escucho a todas las personas y versiones, quizá por ello tengo una visión bastante abierta y estoy a favor de la libertad de elección. No es fácil saber elegir con respecto a las vacunas pero si lo haces bien informado y con honestidad, elijas la opción que elijas habrás hecho bien.
Yo escucho a todas las personas y versiones, quizá por ello tengo una visión bastante abierta y estoy a favor de la libertad de elección. No es fácil saber elegir con respecto a las vacunas pero si lo haces bien informado y con honestidad, elijas la opción que elijas habrás hecho bien.
P.
¿Están hechos los calendarios de vacunación a medida de las necesidades
de las farmacéuticas, y cómo se llega a dicha confección interesada?
R.
En España existen dos calendarios de vacunaciones. El oficial, el del
Ministerio de Sanidad y las comunidades autónomas y el que cada año
proponen algunas organizaciones de profesionales sanitarios
omnipresentes en el ámbito vacunal que están financiadas de manera
directa o indirecta por los fabricantes de vacunas. Estos han tejido
durante años tal red de lobby, "puertas giratorias" y
conflictos de interés que han logrado pervertir el espíritu originario
de los sistemas de vacunaciones. Por cierto, adivine cuál de los dos
calendarios recomienda más vacunas, con más pinchazos y antes.
P. ¿Está de acuerdo con la pregunta de si España tiene una mierda de calendario vacunal... pero no por disponer de pocas, sino por disponer de demasiadas?
R.
El problema es que ni siquiera sabemos si las que se proponen son
demasiadas porque nadie ha estudiado qué es demasiado para un organismo
humano en este ámbito. Están incluyendo vacunas en los calendarios cada
poco "a ciegas". Yo al menos no he encontrado el fundamento científico. Y
desde luego que son muchas, pues alrededor de la mitad de las vacunas
que se ofertan hoy son cuestionadas científicamente por algún motivo
(las "estrellas" son la de la gripe y la del papiloma humano). Es decir,
no deberían estar en los calendarios.
P. Hay muchos casos de conflictos de interés por parte de los
médicos que abalan sus vacunas. ¿Cuáles son los casos más sangrantes?
R. Antes cité las tres estrategias principales de los laboratorios para imponer sus intereses a la sociedad: lobby,
presión a los políticos, funcionarios y líderes de opinión; puertas
giratorias: por poner un sólo ejemplo, en los últimos años directores y
altos funcionarios de la Agencia Española de Medicamentos, entidad que
ha de controlar a los laboratorios por sus fármacos, han pasado a
trabajar en la industria; conflictos de interés: las farmacéuticas
continúan comprando la voluntad de médicos y doctoras con dinero,
regalos, invitación a dar conferencias como líderes de opinión, labores
de consultoría y asesoramiento, participación en ensayos clínicos
comerciales, etc. Es algo tan extendido que digo que es el cáncer de la
medicina.
P. El refrán dice que el camino al infierno está
empedrado de buenas intenciones. ¿De qué manera la buena fe de los
padres, que se preocupan por proteger a sus hijos de todas las
enfermedades posibles, los conduce a tomar decisiones que pueden no ser
las mejores?
R. Es que buena fe tienen todos los padres y
madres de bien, tanto los que optan por poner todas las vacunas
existentes, como los que ninguna o quienes usan unas sí y otras no. Si
una familia de manera informada y responsable no vacuna a su hijo y
luego enferma puede ser un drama. Y también le cuento que he conocido a
algún niño, cuyo rostro no se me va, que ha muerto de encefalitis
postvacunal. Sus padres le vacunaron con toda la buena fe del mundo de
todo lo que sus pediatras les aconsejaron (y les aconsejaron todas las
vacunas). No son hechos aislados, ahí está la asociación Afectados por Vacunas (AxV) y en el Bufete Almodóvar & Jara representamos a familias que han pasado por este tipo de situaciones, por desgracia.
P.
Cita al pediatra Jesús Martínez, que alerta sobre el hecho de que las
campañas publicitarias sobre vacunas tengan como objeto a los padres y
no a los profesionales, lo que genera una situación de alarma y, por
extensión, una mayor demanda. ¿De qué manera estamos indefensos ante
tales campañas de publicidad?
R. Las campañas de
marketing son muy completas, tienen por objeto influir en médicos,
familias, instituciones, políticos, educadores, periodistas... Un
ejemplo está en la vacuna de la varicela. Retirada de las farmacias por
Sanidad porque estaba haciéndose un mal uso de la misma y por tanto
poniendo en peligro la salud de la población, el laboratorio fabricante
ha movido todos sus hilos, en especial a "sus" asociaciones de
profesionales sanitarios para intentar revocar por las malas la decisión
razonable. De lo que se queja Martínez, como tantos profesionales
críticos, es del "vacunas cuantas más mejor" y de que se cree antes la
necesidad que el remedio en los colegios.
P. Define la gripe A como "el mayor pelotazo de la historia".
Pero siempre que hay un pelotazo, lo hay a cuenta de alguien... ¿De
nosotros? ¿De los gobiernos? ¿Quién paga el pato?
R. Sí,
se produjo una campaña de miedo a una gripe que se sabía que no sólo no
era tan temible como nos advertían sino que era más "benigna" que otros
años. Todo para vender el antiviral Tamiflu, sobre todo, y las vacunas
para la gripe. Eso lo pagaron y caro los gobiernos. También la
Organización Mundial de la salud (OMS) lo pagó caro pues su credibilidad
ha caído en picado desde entonces. El asunto tiene visos de estafa pues
luego se ha publicado en destacadas revistas médicas que la eficacia
tanto del Tamiflu como de las vacunas es muy muy baja y se han
documentado graves reacciones adversas, como narcolepsia, en quienes
usaron la vacuna Pandemrix, de GlaxoSmithKline (GSK). En Reino Unido el
Gobierno ha tenido que pagar fuertes indemnizaciones por esos daños pues
en el contrato de la vacuna GSK no se hacía responsable de esos daños.
P.
Dedica un gran número de páginas al virus del papiloma humano, que
califica como una de las grandes estafas de la industria farmacéutica.
¿Podría resumir en unas líneas lo ocurrido?
R. Dedico un gran capítulo a esta vacuna, continuación de otro que ofrezco en mi libro La salud que viene
(Península, 2009). Es la que más reacciones adversas y muertes
notificadas acumula y su efectividad tardaremos unos 20 años en
documentarla pues sus fabricantes dicen que previene un cáncer, el de
cuello de útero que tarda unos 30 años en desarrollarse y la vacuna se
aplica desde 2007. Es un pelotazo sanitario que los dos fabricantes que
la venden han conseguido con una campaña de marketing del miedo y lobby
histórica. Pero los gobiernos comienzan a reaccionar. El de Japón ha
dejado de recomendarla y los médicos deben advertirlo a quienes la
deseen.
P. En Estados Unidos se han producido muchos ataques contra los antivacunas debido
a la epidemia de sarampión, que se creía erradicada, hasta el punto que
se ha terminado convirtiendo en una pelea política entre Rand Paul y
Hillary Clinton. ¿Cuál es su opinión sobre lo ocurrido?
R.
La situación de EEUU y de España en este asunto es muy distinta pues
mientras que allí quienes no se vacunan del sarampión son personas de
buena posición económica y social, aquí los casos de Sevilla y Granada
que se produjeron hace unos años tiene que ver con la exclusión social
más que con el rechazo a vacunar.
P. Para terminar, ¿cuánto de cierto hay en aquello de que los médicos no se vacunan de la gripe y qué podemos aprender de ello?
R. Es cierto. Durante la campaña de marketing del
miedo a la gripe A, muchos profesionales sanitarios emprendieron una
contracampaña en Internet llamando a la calma y una de las propuestas
fue no vacunarse de la gripe. Entiendo que lo hicieron porque sabían que
esta vacuna es casi inútil y tiene fallos de seguridad destacados. Como
los médicos son referente social, esa actitud honesta fue clave para
que la población no se vacunase de algo que no lo merecía.
EL CONFIDENCIAL, Viernes 6 de marzo de 2015
Comentarios
Publicar un comentario