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Chuparse el dedo: un mal remediable

CARMEN BAYASCAS - Psicóloga y Maestra
"Al cabo de poco tiempo de despedirnos del chupete, nuestro hijo recibió con los brazos abiertos el nuevo hábito de chuparse el dedo. Sabemos que hacerse la pipa le puede provocar posibles deformidades en la boca y en los dientes, pero también nos han dicho que se trata de un hábito muy reconfortante para él, y por eso queremos actuar con cuidado. ¿Qué podemos hacer para que nuestro hijo deje de chuparse el dedo?
 
El efecto mágico y tranquilizador que ofrece el chupete a nuestro hijo, es conocido por todos. Cuando está molesto, enfadado porque espera la comida o desea alguna cosa, nuestras palabras de alivio y el chupete nos permiten terminar de preparar su biberón o papilla sin demasiados problemas.
El chupete se convierte en el sustituto del pecho materno o del biberón tibio y dulce que le permite relajarse, entretenerse, sentirse seguro o simplemente, conciliar el sueño. Puede que el niño, cuando deja el chupete, intente suplir esa sensación placentera sustituyéndola por otro estímulo oral, su dedo pulgar. La succión del pulgar es un hábito que suele durar tiempo. Se considera que la mitad de los niños que tienen la costumbre de chuparse el dedo lo hacen hasta los cinco años y que incluso puede durar hasta los doce.
Es muy frecuente que la conducta de chuparse el dedo esté asociada a otro movimiento con la otra mano, por ejemplo, tocarse la oreja, el pelo, hacer bolitas, tocarse el ombligo, etc. Es una actividad que implica una experiencia táctil con los dedos.

¿Por qué se chupa el dedo?

La interpretación psicológica es variada y depende de las escuelas o tendencias. Aunque no hay una respuesta clarificadora, veamos algunas teorías :

  • Relacionado con un comportamiento regresivo.

  • Conducta consoladora que le proporciona seguridad.

  • Se debe al aburrimiento.

  • Es una respuesta de inseguridad, al no poderse enfrentar a las tensiones de la vida y al proceso de aprendizaje.

  • Es una forma de expresar la ansiedad.

  • Se ha convertido en hábito.
Consecuencias de chuparse el dedo
  • Chuparse el dedo puede provocar deformaciones en las encías, dientes y paladar. Toda la dentadura del niño se ve afectada e incluso la musculatura facial y bucal. Al introducir el pulgar en la boca, éste presiona el paladar. El movimiento del chupeteo del dedo va empujando el paladar hacia arriba y éste va deformando el arco del paladar. Esta deformación se llama paladar ojival.

  • La succión continuada y el movimiento del dedo produce a su vez el desplazamiento de los incisivos hacia delante afectando al cierre bucal, también llamado maloclusión, que deja una abertura entre las dos arcadas dentales por donde tiende a salir la lengua, esto es, en términos odontológicos, mordida abierta.

  • La succión del pulgar obliga a toda la musculatura facial y bucal a adaptarse. El odontopediatra, será el profesional encargado de corregir el problema físico-bucal, pero será necesaria la colaboración familiar y del niño para eliminar el hábito.

  • Es frecuente que el paladar ojival favorezca las alteraciones en el lenguaje, concretamente dislalias. La dislalia es la dificultad de pronunciar los sonidos de la /t/, /d/ y /l/. En caso de no corregirse espontáneamente sería conveniente acudir a un logopeda para estimularle la dicción de los fonemas antes mencionados.
¿Qué podemos hacer los padres?



  • La actitud de los padres es muy importante. Pensad que el problema no es sólo de vuestro hijo sino de los tres. No se arreglará el problema sacándole el dedo de la boca ni diciéndole repetida y monótonamente "deja de chuparte el dedo, pareces un bebé". No lo ridiculices nunca ni le quites mérito. Le cuesta mucho abandonar un hábito que le da seguridad y bienestar. Piensa como él y ponte en su situación.

  • Valora y motiva cualquier pequeña colaboración por su parte con halagos, pequeñas sorpresas, magia… Es de gran ayuda visualizar en un gráfico todos estos éxitos. Para ello podemos utilizar cartulinas de colores en las que anotaremos el objetivo que deseamos alcanzar y los días de la semana. Podemos señalar los logros pegando en la casilla diaria personajes populares infantiles, caras dibujadas o coronas de campeón. Este material debería prepararse con vuestro hijo y dejarle elegir los elementos que desea utilizar para el control de su conducta.
  • Establece previamente con tu hijo qué recompensa obtendrá si consigue controlar su conducta al menos en diez ocasiones: ir a casa de un amigo a jugar o a dormir, ir al cine con vosotros, ir a casa de los abuelos, ir a la ludoteca, comprar un objeto que le haga ilusión…
    Por ejemplo: Durante dos semanas vas a controlar exclusivamente esta conducta mientras come. Pega o dibuja un sol los días que lo hace correctamente y no le recompenses con ningún dibujo los días que no lo ha conseguido. Al cabo de los días estipulados puedes canjear sus puntos por el premio establecido (hacerle su pastel preferido e invitar a un amigo a merendar, puedes hacerle magia y sacarle de la oreja una bolsa de canicas, caramelos, lápices de colores…).
  • Para conseguir cambiar su conducta, debes empezar con pequeños objetivos que le deparen grandes éxitos. Por ejemplo: dile que controle la succión del pulgar sólo cuando está jugando. Cuando consiga dominar esto, anímale a controlarse cuando ve la tele. Y así paulatinamente hasta conseguir que duerma sin chuparse el dedo. Para iniciar este último objetivo le puedes explicar un cuento, o ponerle música mientras coge el sueño. La distracción es un buen aliado en algunos momentos.

  • Aunque se chupen el dedo en casa no es frecuente que también lo hagan en el colegio. En el caso de que esto ocurra, explica en el colegio qué sistema sigues de recompensa en casa. Así ellos podrán ser consecuentes con tus objetivos y continuar con la misma metodología. A los niños les encanta conseguir los puntos en casa por no chuparse el dedo y en el colegio recibir un aplauso de sus compañeros y una medalla de campeón. Se sienten orgullosos de sí mismos y se les reconoce así su esfuerzo en casa y en el colegio.

  • A los niños más mayorcitos les avergüenza continuar con este hábito. A menudo no son bien aceptados por sus compañeros. Quieren dejarlo pero no saben cómo hacerlo. Háblalo con su profesora y trabajarlo conjuntamente. En ningún caso debe ser ridiculizado delante de sus compañeros.

  • Cuando ya tiene 4 años o más puede comprender una explicación clara y sencilla. Podéis decirle que "sería mejor que intentara no hacer la pipa porque el médico ha dicho que sin darse cuenta se hace daño en la boca y los dientes poco a poco se separarán…"

  • No es buen momento empezar el cambio de conducta cuando nuestro hijo atraviesa algún momento delicado como puede ser el inicio escolar, el nacimiento de un hermano, etc. Es importante tenerlo en cuenta para empezar con suficiente tiempo de antelación o posponerlo prudentemente.

  • Consultar con un odontólogo.

  • Acudir a un logopeda si no corrige las dislalias para evitar problemas de lenguaje ya que el niño, a estas edades, escribe como habla.

  • Trucos caseros:
    - Puedes recurrir al fluido amargo que venden en las farmacias (también válido para los niños que se muerden las uñas). Explícale que es una manera de recordarle (nada de castigo por chuparse el dedo) que no debe meterse el dedo en la boca.
    - Seguro que a tu hijo le gusta que le pintes en el dedo con un rotulador o pintura no tóxica una cara sonriente contenta por no haberse chupado el dedo.
    - También podéis probar a ponerle una tirita o un trozo de esparadrapo con algún dibujo, que envuelva su dedo. Al ser desagradable al tacto, es más fácil que no se lo chupe.
      

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