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Tres fases para dejar el chupete sin angustia

Para que el abandono del chupete se haga de forma progresiva, desde Edúkame nos proponen tres fases: fase de preparación, de despedida y de consuelo.

Fase de preparación

El objetivo de esta etapa es ir preparando al niño para lo que tiene que venir: dejar de usar el chupete. No debemos ir con prisas, lo ideal es que nos tomemos como mínimo un mes.
Lo primero es decirle al niño que pronto llegará el momento de dejar de usar el chupete y los motivos por los que debe hacerlo. Podemos explicárselo con argumentos como estos: “Es por tu salud, para que tus dientes no se deformen y crezcan sanos. Ya eres mayor y los chupetes solo lo usan los niños pequeños y los bebés”.
Durante esta fase ayuda leer cuentos sobre el tema, ponerle ejemplos de otros niños que han dejado de usar el chupete porque son mayores – “Tu primo Marcos ya no usa chupete porque es mayor” – y poner a tu propio hijo como ejemplo ante los abuelos o amigos – “¿sabéis que pronto dejará de usar el chupete porque ya es mayor?” –. Es importante que sobre todo vayas destacando lo que sí sabe hacer ya porque se ha ido haciendo mayor, por ejemplo: “ ya sabes tirarte solo del tobogán, ¡qué bien!”, “¡qué torres más altas haces!”, etc. De este modo, estás reforzando su autoestima al destacar sus logros por ser mayor.

Fase de despedida

La etapa de la despedida es aquella durante la cual le acompañas y ayudas para decir adiós de manera definitiva al chupete. Puede ser dándoselo a los Reyes Magos o a Papá Noel, metiéndolo en un sobre y tirándolo en un buzón de correos o simplemente podéis tirarlo directamente a la basura (porque ya no es necesario).
En esta fase es importante que le digas lo orgullosa que te sientes de él, resaltes lo mayor que se está haciendo, lo mucho que se sabe cuidar porque ahora el chupete no dañará sus dientes, y destaques ante todos su gran logro.

Fase de consuelo

Tras la despedida el niño suele sentirse victorioso y satisfecho porque mamá y papá están contentos con él y recibe mimos y felicitaciones por su logro de ser un poco más mayor. Pero tras la euforia del primer momento o incluso de los primeros días, llegan situaciones de inseguridad e incluso de angustia para el niño (y también para los padres).
El chupete era su aliado para el placer, para calmarse, para entretenerse, para consolarse y ahora no lo tiene. Esto genera en el niño una ansiedad que debemos saber atender para que la despedida no le resulte demasiado angustiosa.
Para el pequeño lo más difícil no ha sido tirar el chupete, sino el vacío con el que después se encuentra. Es entonces cuando el niño se pregunta: “Y ahora ¿cómo me calmo en momentos de miedo, de enfado, de cansancio?”. “Y ahora… ¿cómo me relajo cuando estoy solito en mi camita o en el cochecito?”
En este momento el niño necesita tu ayuda para cubrir esa necesidad emocional que hasta ahora el chupete se encargaba de cubrir. Ahora necesitará de ti más mimos, más abrazos y más paciencia, pues puede que se enfade con más facilidad, le cueste dormirse e incluso no quiera hacer siesta unos días (lo cual le hará estar más cansado e irascible).
Un muñeco de tacto suave y agradable que pueda acariciar, abrazar, tocar puede ser una buena alternativa emocional en los momentos que el niño necesite relajarse para conciliar el sueño o consolarse.

Por: Cristina García. Pedagoga, terapeuta infantil, orientadora familiar y fundadora de Edúkame.

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