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«Mi hija no desayuna»

CARLOTA FOMINAYA
«Mi hija no quiere desayunar. Si acaso, y con suerte, medio vaso de leche y galletas. Poco a poco esa primera comida del día se está convirtiendo en un infierno». Esta escena parece repetirse en muchos hogares españoles donde, según datos de un estudio realizado por la la Fundación Española de Dietistas (FEDN) y la Sociedad Española de Pediatría Social (SEPS), hasta un 8% de los mayores de seis años se salta esa ingesta de forma diaria, cuando puede llegar a tener consecuencias en el rendimiento escolar, o en el desarrollo del niño, llegando a producir incluso obesidad.
La situación no es mejor para otro 40% de los niños españoles que, según el mismo estudio de la FEDN y la SEPS, desayunan sin compañía familiar, lo cual es realmente significativo si tenemos en cuenta que este entorno es un gran determinante a la hora de generar hábitos saludables. Desayunar en soledad, determina Guiseppe Russolillo, presidente de la FEDN, «incrementa la tendencia a hábitos no saludables, por lo que pedimos a padres y familiares que acompañen a los pequeños cuando tomen esta comida». Si no se vigila, concluye Russolillo, «estos niños son potenciales adultos con patologías».

Ejemplo de padres a hijos

La mayor parte de los niños, asegura María Teresa Barahona, nutricionista de la Clínica iQtra Medicina, «no desayuna porque no ven a sus padres hacerlo. O porque están ausentes, o porque ven cómo se toman un café y salen corriendo. Los pequeños comen por imitación, y normalmente repiten lo que ven en casa». De hecho, según Jesús García, presidente de la SEPS, «los niños tienen los oídos cerrados a los consejos y los ojos abiertos a los ejemplos».
Pero, que tire la primera piedra el que es persona antes de tomarse un café. «A muchos niños les pasa lo mismo. Tienen el estómago cerrado, y necesitan tiempo. Esto suele ocurrir porque están medio dormidos. Muchas veces vamos con el tiempo justo así que si queremos intentar que sea un momento agradable, ¿por qué no levantarles 15 minutos antes? También es buena idea dejarle en pijama y que si se mancha, no sea un drama», prosigue María Teresa Barahona. «Los niños -insiste el presidente de la SEPS, deben tener al menos media hora para desayunar con tranquilidad».

Composición del desayuno

¿Qué es lo que debemos poner encima de la mesa? Más allá de la realidad (vaso de leche y galletas) parece haber consenso en este sentido en cuanto a la composición de un buen desayuno. Según los creadores de la dieta ALEA, María Astudillo y Roberto Cabo, hay dos premisas fundamentales para que esta ingesta sea saludable: «Que aporte aproximadamente el 20% de la energía total que el niño necesita, y que tenga estos tres elementos: una pieza de fruta, productos integrales (mucho más que las harinas refinadas) y un lácteo, preferiblemente bajo en grasa».
A partir de ahí, hay múltiples variaciones. «El lácteo debe ser un vaso de leche, queso o yogur, idealmente. Pero también puede ser yogur bebido. Y si no hay manera de que lo tome a primera hora, puede hacerlo en las siguientes comidas, en forma de bechameles, de purés, o poniendo queso en las ensaladas», explica el doctor José Manuel Moreno, coordinador de la Unidad de Nutrición de la Asociación Española de Pediatría (AEP).
Para las frutas, la doctora Barahona, autora del cuento como «¡Qué divertido es comer fruta!», donde enseña a comer por colores, sugiere algunas claves: «Hay formas de presentar la fruta muy divertidas. Una pera partida por la mitad puede parecer un ratoncito. O un bizcocho casero puede llevar manzana dentro y así el niño estará tomando carbohidratos y fruta. O un batido con yogur, fresas y galletas convertirse en un desayuno 10. A estas edades todavía no tienen tanto probema como para cambiar de desayuno varias veces a la semana».
ABC, Lunes 22 de febrero de 2016

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