Ir al contenido principal

Pautas para ayudar a nuestros hijos a mejorar sus relaciones sociales

SANDRA TORIBIO
En muchas ocasiones, cuando padres y madres acuden a buscar ayuda psicológica para sus hijos es porque han detectado un determinado problema: ha suspendido muchas asignaturas, tiene un comportamiento disruptivo o ha recibido un diagnóstico (por ejemplo, Trastorno de Déficit de Atención e Hiperactividad) que requiere intervención.
Es frecuente que, asociado a este motivo que les lleva a consultar, aparezcan otras áreas asociadas sobre las que intervenir, ya que quizás estén generando cierto malestar para el niño o la niña. Es el caso de las dificultades en las relaciones sociales, que a pesar de que no suelen ser el principal motivo de consulta, aparecen con frecuencia en segundo plano.

¿Qué factores influyen en las dificultades para relacionarse de los niños?
Cuando nos relacionamos con los demás, uno de los factores más importantes que se pone en juego es la autoestima: si confiamos en nosotros mismos, podremos intervenir en las actividades con otras personas sin miedo a sentirnos juzgados (“¿qué pensarán si hago esto o lo otro?”, “¿habré dicho algo fuera de lugar?”). Lo mismo pasa con niños y niñas: una base sólida de autoestima y confianza en sí mismos les facilitará intervenir en juegos y actividades con el resto de compañeros, y poder disfrutar de ello.
De la mano de la autoestima va la asertividad (la capacidad de expresar lo que queremos o necesitamos y de defender nuestros derechos sin agredir ni someternos a la voluntad de otras personas), fundamental para unas relaciones sociales satisfactorias.
Otro de los aspectos a tener en cuenta es la capacidad de empatía. Poder reconocer los estados emocionales de los demás, ponernos en su piel e imaginar cómo se pueden estar sintiendo en una determinada situación, nos ayuda a hacer o decir determinadas cosas. Si tenemos dificultades en esta área, es posible que “metamos la pata” con frecuencia y los demás nos perciban de forma poco favorable. Además, esto conlleva que podamos sufrir ante determinadas situaciones, al no lograr entender los motivos del otro para hacer algo determinado.

¿Qué pueden hacer los padres y madres?
Sin duda, esto es algo que puede entrenarse. Padres y madres pueden ayudar a sus hijos a poner en palabras aquello que en muchas ocasiones puede parecer obvio o incluso absurdo. Por ejemplo, si se está viendo una película en familia, las diferentes escenas donde les sucedan determinadas situaciones y experiencias a los personajes, son buenas oportunidades para ayudarles, diciendo: “Mira, el niño de la peli acaba de discutir con su amigo… ¿cómo crees que se estará sintiendo?”.
En muchas ocasiones la respuesta será algo tipo “mal”. Ahí es donde los padres pueden aprovechar para decir: “claro, es normal que se sienta mal: seguro que está enfadado por la discusión, ya que su amigo no entendía lo que quería decirle… y es posible que también este triste y preocupado por si tarda mucho en hacer las paces con su amigo. ¿Qué harías tu si te pasara algo parecido?”. Así les ayudaremos a ampliar el abanico de sentimientos y emociones del que disponen, haciendo de su experiencia emocional algo mucho más rico, y esto les ayudará a comprender y manejarse mejor en las situaciones sociales.
Como para tantas otras cosas, padres y madres son modelos de referencia para niños y niñas, y su forma de relacionarse en lo social será determinante en cuanto al modelo de aprendizaje que se transmite a los hijos: si los padres no le dan mucha importancia a las relaciones sociales en el tiempo de ocio, posiblemente los hijos tampoco lo considerarán importante. También puede suceder que los padres sí le den importancia pero los hijos tengan dificultades. Es aquí donde hay que tener en cuenta los aspectos de los que hablábamos más arriba.
Será fundamental poder estar en contacto con el colegio y solicitar una tutoría con el profesor o profesora. Es en el centro escolar donde más horas pasan los niños, y por lo tanto, si existen dificultades de relación, lo normal es que aparezcan ahí. Pero, ¿por qué les cuesta relacionarse? ¿Los demás niños y niñas los incluyen en los juegos y nuestro hijo o hija es quien no quiere unirse, o es que los demás le dejan de lado? Si sucede una de estas dos cosas, ¿desde cuándo sucede? En muchos colegios mezclan las clases en según qué cursos, ¿ha sido a raíz de esto que está menos integrado en el grupo, o es algo que se arrastra desde lejos?

Cómo, dónde y con quién
A veces lo que sucede es que la mayoría de los niños de clase juegan a un juego que a nuestro hijo o hija no les gusta (por ejemplo, si es un chico y no le gusta el fútbol, posiblemente terminará estando con las chicas de la clase… y quizás con ellas tampoco tenga muchas en común). Sin embargo, es fundamental que se puedan respetar sus gustos y preferencias, y buscar otros lugares donde puedan desarrollarlos y compartirlos con otros niños y niñas a los que sí les gusten las mismas cosas.
Las actividades extraescolares en ocasiones representan buenas oportunidades para estar con un grupo diferente con el que se tengan otras cosas en común. Además, muchas de ellas fomentan la capacidad de relación social y pueden contribuir a mejorar áreas como la autoestima y seguridad en sí mismos (por ejemplo, el teatro, baile y danza, los deportes, etc.).
Asimismo, es fundamental poder reforzar aquellas áreas en lo relacional que sí que funcionan y son fuente de satisfacción. Por ejemplo, es posible que tenga dificultades con sus compañeros de clase, pero que tenga algunos amigos en la urbanización, o que se lleve y entienda muy bien con los primos. ¿Por qué ahí sí que se relacionan bien?
Aun así, y a pesar de poder reflexionar sobre los motivos que hacen que nuestro hijo o hija tenga dificultades a la hora de relacionarse, acudir a un especialista en psicología infantil puede ser, sin duda, de gran ayuda para poder trabajar todos los aspectos anteriormente citados, junto con los particulares de cada niño o niña.

*Sandra Toribio es licenciada en Psicología por la Universidad Complutense de Madrid. Especialista en Psicoterapia Relacional – Ágora Relacional. Especialista en el Test de Rorschach – SERYMP (Sociedad Española de Rorschach y Métodos Proyectivos). Psicoterapeuta de niños, adolescentes y adultos (terapia en español e inglés).
EL CONFIDENCIAL, Lunes 13 de enero de 2014

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com