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¿Qué hacemos cuando nuestro hijo se siente un fracasado?

CARLOTA FOMINAYA
«Cuando nuestro hijo se siente un fracasado, hay que actuar con rapidez. La cuestión es que resulta muy difícil definir lo que es un niño fracasado», explica Irene López Assor, psico-pedagoga y directora de la Fundación Gestiona. «Suelen ser niños diferentes, distintos, que no se ajustan a la percepción de lo que queremos que sean los niños, o que no responden al patrón predeterminado de nuestro mapa mental, pero que sin embargo destacan en otras áreas», puntualiza esta experta. «Podríamos estar hablando, por ejemplo, de un niño que saca muy malas notas, no tiene un buen comportamiento porque está hiperactivo en clase, pero sin embargo tiene una capacidad creativa extraordinaria, pinta o escribe de manera genial y muy superior para su edad…. ¿Es eso fracaso o es éxito?», se pregunta López Assor. «Para sus padres, seguramente, esto es un fracaso, para sus profesores, también. Pero para sus compañeros, será éxito en muchos casos… entonces, ¿que ocurre? Que lo que la sociedad percibe como un niño fracasado puede que sea un triunfador en otras áreas. Seguramente para sus iguales, sin mapas mentales preestablecidos como tienen los adultos, sea un niño querido y admirado por las áreas en las que destaca. Pero eso no es suficiente para el adulto. Porque lo importante es sacar buenas notas», añade. Lo que hay que tener en cuenta, según esta experta, es que «no no existen niños fracasados, sino padres limitantes, que no saben ver más allá de lo que la norma marca en un momento determinado, no dan la oportunidad de hacer cosas diferentes, para así tener resultados diferentes».

Cómo trabajar con un niño derrotado

Para trabajar con un niño que se siente derrotado López Assor propone realizar un trabajo conjunto entre padres y profesores en el éxito. «La familia tiene que tratar de ver siempre a sus hijos exitosos, aunque sean sólo cinco minutos al día. Si son capaces de verlo y recompensar esos cinco minutos, este tiempo aumentará a diez y más adelante a veinte. La seguridad y autoestima del niño crecerá. No se sentirá un bicho raro y podrá expandir sus talentos. Las diferencias suman, no restan, ser diferente es algo bueno, y esto es lo que enseñamos a los padres en nuestras formaciones. Si todos fuéramos iguales, no habría opciones, todo sería lineal y la vida y la libertad de explorar no tendría sentido». Es muy importante que sepamos que el fracaso, prosigue esta experta, «es una percepción, un estado emocional asociado a la falta de motivación y tristeza, pero no es un rasgo de personalidad. Por lo tanto cambiando la percepción cambiamos el estado».
¿Cuál es la responsabilidad de un padre ante un hijo fracasado? Para esta psicóloga, «si los padres se sienten fracasados en su vida, los niños, en una edad temprana y por amor a ellos incondicional e interno, se van a sentir fracasados también. Si el niño en casa ha escuchando “vas a ser un fracasado” tendrá conductas de fracaso, simplemente, estará cumpliendo con la etiqueta que le han puesto, y estará obedeciendo a un mandato impuesto por sus padres “soy un fracasado”». Por tanto, sugiere «manifestar conductas de éxito, en lugar de actuaciones de negación a la hora de hacer algo, les llevaría a cosas buenas y no a etiquetas negativas». Por eso, continua, «son tan importantes las etiquetas en la infancia, los mensajes negativos y tajantes por los adultos que rodean al niño van hacer que este se crea algo que no es real». «Debemos de tener siempre esto presente, ponerles etiquetas positivas, reforzarles con actuaciones y realidades que se puedan comprobar con ellos mismos, para que vean lo que valen. Fomentando aquellas cualidades y aptitudes que tengan en un momento determinado lograremos niños exitosos», concluye.
López Assor ofrece algunos trucos para modificar esta percepción ante el fracaso:

—El primero y más importante es bajar las expectativas: No existen los niños perfectos, ni los padres perfectos, todos somos perfectos en nuestra imperfección. «Si analizamos esta frase detenidamente, vemos, que no nos será tan difícil bajar las expectativas que tenemos. Por lo tanto, ser realistas con las cualidades que tienen nuestros hijos y potenciarlas, cuando aparezca algo que no nos gusta, es parte de la imperfección, la asumimos y es mucho más fácil», explica esta experta.

—Otro truco es aumentar nuestro nivel de entusiasmo. «Igual que gritamos cuando algo no nos gusta y llegamos a convertirnos en auténticos torrentes de ira, porqué no hacerlo de manera contraria también. Es decir, si ocurre algo bueno, exagerémoslo, dar más importancia, en todos los aspectos, el verbal, el físico, el emocional, para así equilibrar las emociones y que el niño perciba el equilibrio», apunta López Assor. 

—Y por último, ver la diferencia como una cualidad y no como un defecto. Lo que hace triunfar a las personas es su diferencia con otras, no su igualdad. Potenciar lo diferente, lo mágico y lo único que hay en cada niño y en cada uno de nosotros es otra de las claves.
 
ABC, 11/03/2014

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