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De 10 a 12 años: la edad más vulnerable en las redes

ISABEL SERRANO ROSA
"Mamá, la abuelita quiere ser mi amiga en Facebook", grita Mauro, un chaval de 15 años, sin levantar la cabeza del móvil. «Acéptala... ¡y a mí también!», responde su madre. "Es ridículo, ninguno de mis amigos tiene a su madre en las redes y menos aún a su abuela, necesito mi privacidad". Este episodio real describe el concepto de intimidad para los adolescentes, un espacio de libertad donde las miradas indiscretas son las de sus padres, pero suman amigos en Facebook sin filtro y valoran su popularidad por el número de seguidores de Instagram, muchos desconocidos.
Supervisar a un adolescente no es tarea fácil porque dominan el ciberespacio mejor que sus progenitores. Sin embargo, es importante conocer las condiciones en las que usan las redes sociales.

Riesgos de la privacidad

La privacidad es el derecho a salvaguardar la propia imagen, la intimidad y el honor, tanto en el mundo real como en el virtual. Además, es la gestión de la huella digital, esa otra identidad casi eterna que circula por la red. Con internet los chavales llegan a lugares impensables en el mundo presencial, pero no se van a preguntar el destino de la información que facilitan con el sencillo acto de rellenar un cuestionario. Al disponer de mails o perfiles gratuitos casi nadie cae en la cuenta de que se paga una contrapartida: la entrega de datos personales y la aceptación de cookies que rastrean la vida privada.
Pero los riesgos de la red inundan la crónica diaria. Según un estudio sobre redes sociales de la Universidad Complutense de Madrid, el 47,8% de los jóvenes confiesa haber sufrido una situación desagradable online. El cyberbulling, el acoso a través de la red, es el problema más frecuente. Otros son el grooming, el engaño de un adulto para abusar de un menor ganándose su confianza; elphishing, la suplantación de identidad; el sexting, el envío de mensajes de contenido sexual en muchos casos viralizados sin permiso, y la ciberadicción, que supone la pérdida de control si no se pueden conectar.

Identidad en la red

Los jóvenes necesitan sentirse parte de un grupo de iguales para obtener su identidad. Sin embargo, internet puede estimular conductas inadecuadas precisamente por el anonimato. Cuando comunicamos cara a cara, cada elemento de la corporeidad -tono, postura y gestos- refleja a la persona. El cuerpo es el espejo del sujeto y de sus intenciones y no es fácil de engañar. Las emociones se perciben a través de las micro expresiones faciales. La identidad digital desencarna al individuo: el cuerpo real se sustituye por otro compuesto de imágenes parciales y estudiadas, es el doble virtual, donde las emociones son emoticonos. Esto favorece el distanciamiento y la dificultad para evaluar lo que sus mensajes están generando en el otro. Publicar un selfie sirve para transmitir una imagen a medida de sí mismos, pero otra persona puede modificarla de manera contraria a sus intereses.
Una vez publicado algo es difícil de eliminar. Esta red nunca olvida. Preservar la privacidad significa: no subir vídeos ni fotos de otras personas sin su autorización, usar un apodo, no dar datos personales, evitar filmar actos de la vida cotidiana y tener una actitud clara. Es esencial indicar a los amigos cuál es el criterio con respecto a su imagen, supervisar lo que publiquen y pedir que sea eliminado si no se ajusta a lo establecido. Definir con los jóvenes la esfera privada es un reto que hay que abordar con ellos porque el área del cerebro dedicada a valorar las consecuencias está fuera de combate a su edad. Frente a las redes sociales, cultura de la privacidad.

Charle con sus hijos

Los padres necesitan prevenir a sus hijos sobre los riesgos de la red. Para ello, han de autoeducarse sobre su funcionamiento. La mejor forma de transmitir herramientas útiles es ser un buen modelo a imitar. Es fundamental definir y respetar los espacios y tiempos libres de tecnología, limitar la conexión, colocar filtros, chequear el historial, consensuar sanciones por mal uso y valorar cambios de carácter en sus hijos. Es importante generar un clima de confianza para que sientan que pueden acudir a los adultos si surge algún problema. Si evitamos el tono sermón, los chavales escuchan aunque no nos lo parezca. Consulte la siguiente guía: www. tudecideseninternet.es/
EL MUNDO, Lunes 10 de abril de 2017

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