MARIO SUAREZ
Este año, los niños han redactado dos cartas por Navidad: la
tradicional a los Reyes Magos, y otra a sus papás. La original
iniciativa que sugiere un anuncio para Internet de la compañía sueca Ikea ha suscitado un boom
viral en las redes sociales en los últimos días. El video ronda los
tres millones de visitas en YouTube. Una serie de historias reales de
familias españolas, con los niños como protagonistas, en las que se
juega con la dicotomía entre la solicitud de cosas inmateriales y el
tiempo para estar con los mayores, la comparación entre lo que desean
realmente y lo que demandan desde un punto de vista más consumista. Se
trata de una fórmula sencilla, según los expertos: un mensaje directo y
emocional que apela al sentimiento de unos progenitores hacia sus hijos y
al hecho de compartir cosas con la familia, fondo y fin habituales de
estas fechas en los mensajes publicitarios de los medios de
comunicación. La solemnidad navideña hace el resto.
“Los medios de comunicación, como generadores de opinión, entre
otras cosas, son capaces de transmitir infinidad de valores”, confirma
Alberto Pastor Álvarez, psicólogo especialista en terapia familiar
sistémica. “Tradicionalmente, es frecuente observar que en estas fechas
aparecen innumerables clichés en los medios, relativos a los
valores tradicionales navideños. En este mismo sentido suelen aparecer
las campañas de publicidad, que si bien tienen un enfoque comercial,
procuran no desligarse de la idea de celebración tradicional navideña,
con la familia como protagonista principal de las fiestas”.
El anuncio nos hace reflexionar:
¿qué es realmente lo que buscamos en Navidad? ¿El afecto? ¿Lo
religioso? ¿Los regalos? Entre sus primeros recuerdos infantiles, Susana
García Carreras (Madrid, 1979), rescata la ilusión de una Navidad en
casa de su madre o sus abuelos repleta de gente. Esta topógrafa, madre
de dos niños de tres y cinco años, es la menor de siete hermanos de una
familia multitudinaria en la que hay 13 nietos, y donde se llegan a
juntar por línea directa 29 personas, pero alcanzan las 50 o 60 si
acuden primos y tíos. “Era lo que más me gustaba de pequeña: la Navidad
siempre fue una gran celebración y el momento en el que todos nos
juntábamos”, comenta. Susana pretende que sus hijos vivan lo mismo que
ella experimentó a su edad, pero les explica que estar con la familia no
es algo que deba hacerse sólo en Navidad: “Hay que buscar huecos todo
el año para reunirse con los primos”.
La masiva familia García Carreras es una de las miles que repite una
rutina en estas fechas: desplazarse para disfrutar de un ágape en
común. De hecho, según una encuesta realizada por el comparador de
vuelos Skyscanner, más de la
mitad de los pasajeros de esta compañía en estas fechas, el 51%, lo hace
para viajar a casa por Navidad a reunirse con sus seres queridos. Una
cifra que respaldan los datos que recogió la Dirección General de Tráfico
(DGT) entre el 20 de diciembre de 2013 y el 6 de enero de 2014, cuando
se produjeron más de 16 millones de desplazamientos por carretera.
“Quizás sea la época navideña la que tenga un componente familiar y
tradicional más pronunciado”, asegura el psicólogo Alberto Pastor
Álvarez. “En sus inicios, las motivaciones quizá atendieran más a
tradiciones ligadas a celebraciones religiosas; en la actualidad, el
componente familiar está más relacionado con la oportunidad que ofrecen
las fechas, así como los periodos vacacionales, para poder reunirse toda
la familia”. Aunque el carácter religioso originario ha sido algo
relegado, como explica Susana, “los adornos navideños, los regalos del
día de Reyes o los villancicos son ritos siempre vinculados a estar en
familia”. La Navidad es el periodo del año de referencia para estar en
familia, una oportunidad para encontrarse con aquellos con los que, por
diferentes motivos, no podemos ver durante todo el año. Es momento para
estar con los que queremos, disfrutar de comidas caseras, reunirnos con
los amigos que solo vemos cada tanto y compartir regalos.
Lecciones de solidaridad
La Navidad resucita valores el resto del año latentes, como la
solidaridad, el afecto, la compasión o la comprensión. Hay quien se
decide a compartir, a pensar en los más necesitados para contribuir a su
cambio de escenario, aunque sea pasajero: incluso los famosos, dando
ejemplo, visitan hospitales y centros de acogida. Hay campañas de
“Recogida de Alimentos”, “mercadillos y calendarios solidarios”, “cenas
benéficas”, “partidos amistosos”. Se habla de “consumo responsable”. Y,
dado que los niños tienen tres semanas de vacaciones, es momento de
fomentar en ellos esos conceptos: quizá puede ser el momento en que
aprendan a compartir, a entender las circunstancias de los demás, a
descubrir conceptos como la empatía. “Por ejemplo, se les puede llevar
no sólo a las ferias navideñas sino al programa de recogida de
alimentos, o a enseñarles que los Reyes Magos traen también algún
juguete a algún niño con problemas económicos del barrio”, asegura la
psicóloga, que ha trabajado también como mediadora familiar. La
solidaridad se manifiesta estos días de manera más pronunciada, pero
también deja poso para después continuar reflexionando sobre las
necesidades de los demás todo el año.
Los profesionales de la infancia y la familia no se cansan de
recordar la importancia de incitar a hacer cosas en común estos días,
“Se puede jugar con ellos a hacer ejercicios de imaginación sobre cómo
se viven las Navidades en países subdesarrollados, donde no tienen para
comer; que los abuelos cuenten cómo vivían ellos estos días cuando eran
pequeños; que visualicen cómo se viven en el hemisferio sur, donde ahora
es verano; que se les enseñe que la Navidad no es sólo consumo, sino
que tiene un sentido histórico y tradicional y que la familia puede
utilizarla como excusa para reunirse. Así los niños aprenderán y se
divertirán, recordando la Navidad como periodos positivos en su
infancia”, afirma Ortiz Arnáiz.
Al calor del hogar
En las reuniones familiares de estas fechas hay otros condicionantes,
menos emotivos, que también nos hacen desplazarnos o realizar
encuentros entre los seres queridos durante unos días concretos: desde
el consumismo a la influencia de los medios de comunicación, o el hecho
de que sea invierno y haga frío. “La tradición de la familia española
católica y la presión social –otras familias, los medios de
comunicación...– hacen que la gente entienda la Navidad como el momento
de reunirse. En estas fechas, la gente siente que debe estar en
familia. Además, es festivo casi para todo el mundo y hay un menor
número de horas de luz, lo que nos hace tener un ánimo menos activo y
más proclive a quedarse al abrigo de la manta y el sofá en casa”,
comenta la psicóloga Lorena Ortiz Arnáiz. El Estudio Anual de Consumo de la web de compras Showroomprivé
refrenda una tendencia que los españoles tienen clara: “La familia es
el concepto más importante en Navidad, y un 50% confirma que es el mejor
plan posible para estas fechas”.
Y ante esta situación, ¿cómo debemos tratar a los más pequeños?
¿cómo se explica a los niños de la casa que estas fechas son para estar
con los seres queridos y no siempre para el consumismo? Y sobre todo,
¿nos lo creemos nosotros? “Se trata de continuar los valores familiares
que se enseñan y aprenden a lo largo del año, y estar en contra de
forzar encuentros familiares que generen conflicto –el célebre cuñado
con el que discutimos– porque puede llevar a pensar a los menores en la
familia como fuente de discusiones y malestar. Es momento de disfrutar,
de estar todos juntos, de encontrarse para compartir momentos, sin
esperar que la familia se reúna sólo en Navidad, tratando de que no sean
sólo los abuelos los que consigan la unidad familiar, que se ve mermada
con la pérdida de los mismos”, asegura Ortiz Arnáiz.
Y en esta línea está el trato de los adultos de la casa hacia las
compras de los más pequeños, limitándolas, guardando si es preciso
algunos regalos para meses posteriores a estas fechas navideñas, y
jerarquizando la entrega de los mismos. “Se ha impuesto el modelo de
Papá Noel desde el mundo anglosajón, en ocasiones uniéndose a la
tradición española de los Reyes Magos, lo cual hace que los menores
reciban, en muy poco tiempo, gran cantidad de regalos, y no tienen
tiempo de gestionar tanta novedad”.
En el fondo, según los expertos, no es más que volver 30 años atrás,
que la infancia de los padres regrese hasta la infancia de sus hijos.
EL PAÍS, Jueves 18 de diciembre de 2014
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