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Cuándo y por qué mentimos a los niños

SAPOS Y PRINCESAS
"No lleva cebolla, cariño, te lo prometo", "Es pollo, no es pescado", "No te voy a soltar, tu sigue pedaleando mirando al frente", "La abuelita nos ve desde esa estrella", "Este collar de macarrones es el más bonito que me han regalado nunca, lo guardaré para una ocasión muy especial"... Seguro que te suena...
Los padres utilizan con frecuencia las mentiras piadosas con sus hijos para evitarles algún sufrimiento innecesario, para hacerles la vida más mágica y la infancia más feliz. También muchas veces evitan con ellas explicaciones y situaciones complejas.
Hablamos sobre las mentiras piadosas con Paula Borrego Iglesias, psicóloga experta en psicología infanto-juvenil; co-directora de Gabinete DINAF, centro especializado en psicología, logopedia, atención temprana y psicopedagogía.

"La fantasía y la imaginación son esenciales para el desarrollo"

¿Qué tipo de mentiras piadosas son las más comunes?
En el ámbito cotidiano, las mentiras piadosas más comunes son las que están encaminadas a evitar situaciones potencialmente tensas y conflictos innecesarios. Otro ámbito en el que se suelen utilizar es el de los eventos traumáticos como puede ser la pérdida de un ser querido o una mala situación económica, donde el fin último es evitar el sufrimiento de los hijos. En un plano más positivo, también usamos mentiras cuyo fin es alimentar la fantasía e ilusión de nuestros hijos, con tradiciones como los regalos navideños o la caída de los dientes. 
Desde tu experiencia, ¿con qué fin suele utilizar un padre mentiras piadosas? ¿Tienes algún ejemplo?
Como he comentado anteriormente, en ocasiones se emplean como sustitutos de una explicación más educativa de una situación. Por ejemplo, "No te compro esta revista porque papá no ha traído dinero" en vez de "No te compro esta revista porque no considero que haya que comprártela". También en situaciones de mayor gravedad los padres usan estas mentiras piadosas con el fin de protegerles y porque no desean que conozcan cierta realidad. "Papá está de viaje de negocios" en vez de "Papá ya no vive aquí". 
¿Cuáles crees que no son beneficiosas y cuáles sí?
En general yo abogo por ser lo más sincero posible con los niños, adaptando el mensaje a su edad y madurez. Otra cuestión es que dentro de la estrategia a seguir, mientras no sepamos muy bien cómo gestionar la situación, salgamos del paso ganando tiempo con ciertas mentiras piadosas pero siempre con el fin de gradualmente acabar contándoles la verdad de la mejor manera. Por ejemplo, a una madre que le detectan un cáncer, primero los padres tienen que aceptar la situación, ver la perspectiva de evolución para poder darles una información acorde a la situación real y sin la carga emotiva de los primeros momentos. Por el contrario, las mentiras piadosas que nos evitan conflictos nos resultan útiles a corto plazo, porque nos ahorran discusiones con nuestros hijos, pero hacen que se pierda cualquier valor educativo de una situación. Por ejemplo, "No podemos comprarte un helado porque la heladería está cerrada" en vez de "Ahora no considero que debas tomar un helado".
La excepción serían las destinadas a mantener viva en ellos la creencia en un mundo fantástico (habitado por hadas, reyes y demás seres), ya que nos permiten amortiguar y hacer más llevadera su inmersión en el mundo "real". Al fin y al cabo, la fantasía y la imaginación son ingredientes esenciales para el desarrollo emocional de los niños. 
¿Te ha creado algún conflicto o contradicción en la consulta alguna mentira que hayan contado los padres a los niños?
Sí. En algunas ocasiones los padres han contado alguna mentira con el ánimo de evitar sufrimiento innecesario a su hijo, pero cuyos efectos en la terapia han acabado siendo negativos.
Por ejemplo, una mujer enferma que decidió no decírselo a su hijo, quien estaba asistiendo a terapia en el centro. Él la veía mal pero ella siempre se inventaba algo para justificarlo. En el transcurso de la terapia, el niño empezó a tener miedos y mucha dependencia de sus padres, ocasionados por la inseguridad que le creaba el no saber qué le pasaba a su madre. La ausencia de una explicación le llevaba a imaginarse cosas horribles, lo cual puede llegar a ser incluso peor que el conocimiento de lo que se le está ocultando. Se trabajó con la madre la importancia de transmitirle a su hijo la situación de una manera adecuada a su edad, con el fin de que no se sintiese responsable. A partir de este momento los miedos desaparecieron y el niño empezó a sentirse más seguro.
¿En qué momento una mentira deja de ser piadosa? ¿dónde está el límite?
La mentira deja de ser piadosa cuando el daño que pretendía evitar al contarla es menor que el que podría causar si se revelase la verdad de manera accidental.
También deja de ser piadosa si los pensamientos del niño derivan hacia escenarios todavía más graves que los que pretendemos ocultar. Todos conocemos la gran imaginación que tienen los niños.
Y los niños, ¿utilizan mentiras piadosas con sus padres? ¿Y con otros niños?
Tenemos que tener en cuenta que los padres son un modelo de conducta para sus hijos. Así que si utilizan en ocasiones esas mentiras piadosas, es probable que sus hijos las normalicen en su comportamiento y por lo tanto las usen con ellos y con otros niños. Los motivos para usarlas serán exactamente los mismos que aplican a los adultos. En ocasiones intentarán evitarnos sufrimiento (como el niño al que acosan en el patio y lo oculta), a veces las emplearán para evitar discusiones (llevo estudiando desde que he llegado del colegio), e incluso las habrá que se digan para mantener viva también nuestra ilusión (descubrir de donde vienen los regalos en Navidad y hacerse el loco por un tiempo). 
Como psicóloga infantil, ¿justificas el uso de las mentiras a peques?
Como psicóloga lo justifico únicamente como una herramienta para usar de manera puntual, mientras pensamos en la mejor forma de comunicarle al niño algo, que es nuestro objetivo final.
EL MUNDO, Lunes 1 de junio de 2015

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