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Soledad 2.0: niños, adultos y smartphones

GUILLERMO ORTS GIL
Un carabinero se pasea arriba y abajo con su elegante casaca azul, la pomposa chapa reluciente en el pecho, bandolera cruzada de piel blanca y pistola al cinto. Parece bastante aburrido y cada pocos minutos consulta su teléfono.
Aquí me encuentro yo, escribiendo desde un minúsculo asiento, apretujado entre dos hombretones que también esperan al avión que debe llevarnos a Roma. Observo a los otros pasajeros. Muchos de ellos se entretienen hablando por sus teléfonos móviles o mirando atentamente a las pantallas de los mismos. Yo no llevo smartphone, lo olvidé en casa, hace tres días. ¡Qué angustia al principio, al pensar que no iba a estar conectado en las siguientes 72 horas!
Tres días de soledad virtual que me han servido para reflexionar sobre varias cosas. ¿Cuánto tendrán que ver eso que llamamos amor y relaciones personales con el miedo a estar solos? Por otro lado, ¿sirven de verdad las nuevas tecnologías para estar más cerca los unos de los otros, o es simplemente que ya no sabemos aburrirnos ni relacionarnos sin ellas?
Porque precisamente sobre este tema -el amor en tiempos de ciencia- tratará mi próximo artículo. Por cierto, el artículo me está costando lo suyo; el tema es complejo.
Ahora me doy cuenta de que tal vez, para entender mejor el amor haga falta acercarse primero a otra realidad: la soledad.

La soledad en tiempos de smartphones
Según el Instituo Nacional de Estadística, en España hay unos 4.4 millones de personas que viven solas. Y el número va en aumento. El 35% de ellas tienen entre 25 y 40 años, otro grupo importante es el de mujeres mayores de 65 años. Aunque no todas estas personas puedan percibir el vivir solo como algo negativo, lo cierto es que el teléfono de la esperanza para personas que se sienten solas recibe en este país unas 300.000 llamadas al año. Y es que existen estudios que indican que las personas que viven en pareja son más felices, pero no siempre. Un estudio del Instituto Karolinska de Estocolmo concluye que mujeres con matrimonios estresantes padecen tres veces más riesgo de ataque cardíaco que las que gozan de una buena relación de pareja.
Es posible que en el futuro haya que añadir nuevo grupo importante al de personas que se sienten solas: los niños. Según el pediatra norteamericano Jenny Radesky, el uso desmedido de teléfonos celulares por parte de muchos padres está afectando de forma negativa a la comunicación y relación con sus hijos. Según el estudio de Radesky, los padres absortos en sus teléfonos son más propensos a enfadarse con facilidad con sus hijos. Los niños tienden, además, a portarse peor para llamar la atención de los padres.
Y es que parece que las nuevas tecnologías, como los smartphones, podrían estar cambiando sustancialmente la forma en que nos relacionamos con los demás. Según la profesora del Instituto Tecnológico de Massachusetts (MIT) Sherry Turkle, éstas podrían estar incluso mermando nuestra capacidad de entretenernos solos.
Pero, ¿puede la tecnología crear lazos reales entre personas que se sienten solas?
¿Quién de nosotros no ha oído eso de 'pongo la tele para que me haga compañía'? Pero, ¿cuánta verdad hay en esto, estamos de verdad menos solos o simplemente más entretenidos?
Hoy en día, la tecnología ya ha superado de largo a la radio y la televisión. Las posibilidades y escenarios son muchísimo mas variados y complejos. Por ejemplo, en Japón existe ya un número importante de adultos, mayoritariamente masculinos, que renuncian a las relaciones interpersonales afectivas, prefieren a sus novias virtuales de bolsillo (programadas por Nintendo) que les acompañan a todas partes.
Otro ejemplo, el equipo del program de la MTV Catfish se dedica a poner en contacto a personas que han llevado relaciones virtuales a través de internet durante mucho tiempo, sin haberse conocido nunca en persona. Las decepciones que se llevan muchos al conocer a las personas que creían amar, son a veces, monumentales.
Según la profesora Turkle todo esto se podría explicar en base a que utilizamos las nuevas tecnologías para "buscar a los demás únicamente para no estar solos, no para crear lazos verdaderos".
Conclusiones
Lo que saco de todo esto para mi próximo artículo: puede que la soledad en sí misma no sea ni buena ni mala. Como dijo Paracelso: la dosis hace al veneno. Y tengo la impresión de que, efectivamente, hay mucha gente que está realmente intoxicada de soledad, pero de que hay todavía muchísimas más personas intoxicadas por el miedo a sentirse solas. Un miedo que, según algunos psicólogos y la propia profesora Turkle, podría estar fomentado por la misma sociedad tecnológica, por la fantasía de creer poder estar siempre acompañados.
Tengo que dejarles, una auxiliar de vuelo se acerca a mí y me indica que soy el único que falta por entrar en el avión. Me encamino a la puerta de embarque y dirijo una última mirada a la sala de espera. El carabinero ha empezado a hablar con la azafata. Ya no necesita consultar su móvil.

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THE HUFFINGTON POST, 31/05/2015

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