ANGELA
El
verano se acerca y muchos portales de educación se llenan con montones
de cuadernos y fichas para que nuestros hijos realicen deberes de
verano. Como ya sabéis aquellos que me seguís, yo no soy partidaria de
hacer deberes en vacaciones, creo que los niños deben disfrutar y
experimentar. Igual que los adultos necesitamos desconectar de nuestro trabajo,
los peques necesitan disfrutar de su tiempo de ocio.
Con la llegada de las vacaciones llegan los
irremediables deberes de verano. Hemos elaborado una lista de los que pensamos
que serían los mejores deberes.
Se que muchos padres y profesores consideran que
el verano es muy largo y que hay tiempo para todo, pero yo soy de las que
considera que ciertos aprendizajes se pueden y deben reforzar
sin la necesidad de encerrarse en una habitación a rellenar cuadernillos y
libros. Por eso he diseñado una lista de deberes que sí pienso
realizar con mis hijos este verano.
Lo especial de mis deberes, a mi entender,
es que tienen como fin principal el aprendizaje a través de la
cooperación y la interacción familiar. Estos deberes están pensados
para analizar situaciones nuevas y meditar acerca de los nuevos saberes que
estamos adquiriendo con ellas.
1.Bañarse en una piscina natural
Una de las actividades privilegiadas del verano
es bañarse en una de las muchas piscinas naturales que nos brinda la
naturaleza. Con esta actividad, además de disfrutar del momento de ocio que nos
ofrece el hecho de sumergirse en el agua, podemos aprender innumerables
conceptos sobre el medio como pueden ser: el ciclo del agua, la diferencia
entre el agua dulce y el agua salada, que es un manantial, etc.
2. Ver una puesta de sol o un amanecer
Observar una puesta de sol o un amanecer puede
ser una de las experiencias más significativas para los pequeños, ya que es una
de las formas más visuales de entender el paso del tiempo, además de
permitirnos ver in situ el paso del día a la noche o viceversa. Este hecho
suele pasar desapercibido para los más pequeños, que sólo diferencian la
claridad del día y la oscuridad de la noche, sin pararse a analizar cómo
ocurre.
3. Buscar el carro de la Osa Mayor
Una de las actividades que suele gustar
especialmente a los niños es aquella que les permite observar las estrellas.
Aquellos que viven en grandes ciudades no tienen la oportunidad de disfrutar de
una noche estrellada debido a la contaminación luminica por lo que suele ser un
gran descubrimiento. El carro de la Osa Mayor es uno de los conjuntos de estrellas
más fáciles de localizar, por lo que es una buena opción para buscar. Con esta
actividad, además de iniciarse en conocimientos de astronomía, trabajamos la
concentración y los ciclos temporales.
4. Dar forma a las nubes
A mi entender esta es una gran actividad para
realizar en familia. Con ella trabajamos la concentración y ponemos en marcha
nuestra capacidad de análisis de los conocimientos previos. Además, nos permite
disfrutar del aire libre y nos ayuda a poner en marcha la imaginación.
5. Visitar un museo de “prohibido NO tocar”
Los museos concebidos como espacio para mostrar
obras de arte no suelen resultar atractivos a la mayoría de los niños. Por eso
una buena opción para los peques suelen ser los museos dónde la manipulación y
la experimentación les muestran de primera mano nuevos saberes. Nosotros hemos
visitado el “Museo príncipe Felipe” de Valencia y el “Cosmocaixa”de Barcelona.
En ellos los niños aprenden nociones de astronomía, biología, ecología, arte,
etc. de una forma muy significativa.
6. Enterrar los pies en la arena
Cuando hablamos de percepción sensorial somos
conscientes de que debemos abarcar las diferentes formas de percibir lo que
ocurre a nuestro alrededor. El problema viene cuando al pensar en tacto
centramos nuestras actividades en las manos, por esta razón, cualquier
actividad que trate la percepción sensorial a través del tacto sin utilizarlas
es digna de poner en práctica.
7. Preparar helados
La cocina es un hábitat a menudo desconocido por
los niños, a pesar de que es un gran laboratorio de experimentación. Muchos
padres son reticentes a que los niños cocinen por miedo a quemaduras o cortes,
pero si preparamos un helado a base de nata y sirope, sin necesidad de hervir,
hornear o cortar no tenemos excusa para que nuestros peques no cocinen. Con
esta actividad hacemos partícipes a los más pequeños de las responsabilidades
de la casa, como lo haríamos al encargarlos de poner la mesa o hacerse la cama.
8. Plantar semillas
Es una actividad genial para entender como nacen
y crecen las plantas. Para ello debemos plantar desde la semilla, de forma que
los niños vean el proceso y el paso de tiempo.
9. Pintar un cuadro
Nada más y nada menos. Pintar un cuadro, con su
lienzo y sus pinturas plantea al niño dos tareas nada fáciles. Por un lado
precisa de una gran creatividad y por otro de una gran ejecución. En primer
lugar el niño debe plantearse aquello que quiere pintar y luego debe trabajar
con una técnica desconocida hasta el momento.
10. Ver una ciudad a vista de pájaro
Es cierto que mucho pueblos no nos permiten
hacerlo, por lo que el verano es una gran ocasión para descubrir una ciudad
desde arriba. Cuando paseamos por las calles de una ciudad no somos conscientes
de las dimensiones que ésta puede alcanzar y una forma de hacerlo es poder ver
la ciudad entera desde algún mirador. Además, esta actividad nos permite
empezar a reconocer “mapas” mucho antes de entender su concepto.
Mis peques y yo estamos desando realizar nuestros
deberes de verano y prometemos subir imágenes y reflexiones sobre ellos. Espero
que todos los que os unáis a nuestra lista de deberes nos contéis vuestras
vivencias y compartáis imágenes con nosotros. ¡Felices vacaciones de
verano!
EDUCADIVER, 9/06/2015
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