PILAR QUIJADA
El trastorno negativista desafiante es uno de los más comunes en la infancia, con una prevalencia de entre el 2 y el 16%. Como su nombre indica, consiste en un comportamiento negativo, desafiante, desobediente y hostil dirigido hacia figuras de autoridad, que persiste durante al menos seis meses. Los síntomas básicos son
ataques de cólera, pataletas, discusiones con los adultos, a los que
los pequeños desafían activamente y se niegan a cumplir lo que les
piden. Además molestan deliberadamente a otras personas, acusan a otros
de sus errores o mal comportamiento, y se enfadan con facilidad ante las
demandas de otras personas.
Este comportamiento no sólo amenaza la paz familiar, y puede persistir en la adolescencia si no se ataja, sino que también podría dejar huella en el material genético y condicionar la salud futura de los pequeños, según un artículo que publica el último número de la revista especializada “Translational Psychiatry”.
Los investigadores, de la Universidad de California en San
Francisco (UCSF), señalan que los preescolares con conducta
oposicionista y desafiante son más propensos a tener telómeros más cortos, un sello distintivo de la salud célular, y en definitiva de todo el organismo, que en adultos se asocia con un mayor riesgo de enfermedades crónicas de aparición temprana, habitualmente asociadas al envejecimiento, como la diabetes, la obesidad y el cáncer.
Depresión materna
Los investigadores también destacan que la depresión clínica materna
es otro predictor independiente de la longitud de los telómeros en los
niños pequeños. El estudio se suma a un gran volumen de literatura que
apunta a que la depresión en las madres podría tener implicaciones de
largo alcance en la salud física y el comportamiento de los niños.
También cada vez más estudios destacan que los telómeros más cortos en los adultos y los niños se relacionan con traumas de la primera infancia, exposición a la violencia, malos tratos y privaciones.
Los telómeros,
del griero “telos” (final) y “meros” (parte), son los extremos de los
cromosomas (las estructuras compactas que contienen la información
genética). Son regiones de ADN cuya función principal es la de
estabilizar a los cromosomas para evitar que se pierda la información
que contienen.
Se pueden comparar estas estructuras con las puntas de plástico de los cordones, que impiden que se deshilachen. De igual forma, los telómeros forman una capsula en los extremos de los cromosomas para evitar pérdida de ADN (que
contiene instrucciones para fabricar proteínas). El acortamiento de los
telómeros ocurre de manera natural con cada división celular, y es una
especie de calendario biológico que se asocia al envejecimiento, pero
este proceso de acortamiento se acelera por el estrés psicológico y
físico.
Intervención temprana
Por eso, resaltan los investigadores, sus resultados “subrayan la importancia de llevar a cabo una intervención temprana para abordar los problemas de conducta en los niños y también para tratar la depresión materna".
Y es que, aunque se necesitan más estudios a largo plazo, indican que
su investigación sugiere que “tanto los problemas de salud mental
materna como los de comportamiento de los pequeños puede afectar a los
niños a nivel celular."
Aunque se asocia el acortamiento de los telómeros con una
tasa de envejecimiento mayor, todavía no hay estudios que examinen cómo
cambia la longitud de estas estructuras desde el nacimiento hasta la
edad adulta, por lo que las consecuencias a largo plazo son
desconocidas, explica Janet Wojcicki, del departamento de Pediatría de
la UCSF y autora principal del estudio. "En los adultos, sin embargo,
los telómeros cortos predicen un inicio temprano de muchas enfermedades,
y ese acortamiento es probable que se inicie ya en la infancia y persista a lo largo de la vida", apunta.
Para llegar a esas conclusiones los investigadores
evaluaron la longitud de los telómeros de las células blancas de la
sangre de un grupo relativamente homogéneo de niños latinos de bajos
ingresos, de 4 y 5 años de edad, de dos hospitales de San Francisco.
Muchos de los niños 5 años de edad fueron también evaluados a los 4
años.
Aunque muchos estudios se han centrado en el acortamiento
de los telómeros de los leucocitos, uno reciente ha encontrado que un
tipo de células nerviosas del cerebro, los oligodendrocitos, también sufren ese efecto a causa del estrés. En concreto vieron que en la corteza prefrontal de personas con depresión estas células tenían los telómeros más cortos.
Los oligodendrocitos fabrican la vaina de mielina de
recubre las prolongaciones de las neuronas. Estos haces de fibras
mielinizadas constituyen la materia blanca del cerebro. Igual que los
leucocitos, los oligodendrocitos del cerebro son sensibles a los
radicales libres que se producen en mayor medida en situaciones de
estrés. Se cree que el acortamiento de sus telómeros repercute en la formación de la materia blanca, que a su vez podría favorecer la aparición de la depresión y su matenimiento.
Los investigadores examinaron también los telómeros de sus
madres, y comprobaron si habían padecido depresión prenatal o postnatal.
De igual forma se evaluaron los trastornos de conducta en los niños a
los 3, 4 y 5 años. Y lo que vieron fue que los niños cuyas madres habían
tenido depresión clínica cuando ellos tenían 3 años de edad mostraban
un acortamiento de telómeros, en comparación con los hijos de madres no deprimidas.
Sin embargo si la depresión había ocurrido cuando los niños tenían 4 y 5
años, no había relación con la longitud de los telómeros de los
pequeños.
Para explicar los resultados, los investigadores indican
que el acortamiento de los telómeros en niños con conducta oposicionista
y desafiante en esas edades puede atribuirse tanto a la depresión
materna, que impide dar todas las atenciones necesarias a los pequeños,
como a factores genéticos. Y es que vieron también que los niños con
menor longitud de los telómeros tenían madres con los telómeros más
cortos. Y esto puede estar relacionado de nuevo tanto con la genética como con el estrés familiar, explica Wojcicki.
ABC, Jueves 18 de junio de 2015
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