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Pros y contras de los campamentos de verano

GEMA LENDOIRO
Terminando el mes de mayo y con la vista ya puesta en los dos meses y medio de vacaciones que nuestros escolares disfrutarán de merecidas vacaciones, llega el eterno problema de tantos padres: ¿Con quién dejamos a los niños mientras trabajamos? Los que tienen el problema resuelto con abuelas o personas contratadas en casa para ese fin como au pair o canguros, más o menos lo tienen fácil pero hay otras opciones, como los campamentos de verano que cada verano conquistan a padres hijos. Sin embargo muchos son reticentes, especialmente aquellos en los que los niños van pernoctar fuera de casa. Temores lógicos especialmente si los hijos son pequeños, no lo suficientemente autónomos o es la primera vez.
No todos los campamentos son iguales, no todos los niños son iguales y, desde luego, no todos aceptan acudir. Isabel Carrasco Cabeza, del gabinete psicológico Cinteco de Madrid, explica que «los campamentos de verano presentan muchas ventajas pero hay que saber elegir el adecuado para nuestro hijo en función de su edad y de las actividades que a él le gustan».
Hay opciones muy diferentes: deportivos, de multi-aventuras, de cine, de idiomas, etc…, que se realizan en nuestro país o fuera de nuestras fronteras, pero independientemente del contenido, todos ellos, tienen en común que pueden ofrecer una serie de aspectos positivos en el desarrollo personal y emocional de los menores.

Las ventajas más destacables son:
—Potenciar valores como el trabajo en equipo y el cooperativismo. Incrementando el sentimiento de grupo y de compañerismo tan importante en la infancia y sobre todo en la adolescencia.
—Facilitar la independencia y la autonomía. Los niños aprenden a tomar decisiones y asumir responsabilidades que normalmente no hacen porque se encargan los padres.
—Aprender a relacionarse adecuadamente y mejorar las habilidades de comunicación. La relación constante y diaria con el grupo de iguales les obliga a poner en práctica multitud de habilidades sociales.
—Incrementar la tolerancia y el respeto a personas o ideas diferentes. Al convivir con personas de distintas razas, lugares, costumbres que no son habituales en su entorno.
Aprender de una forma práctica, no teórica como en el colegio. Se aprenden haciendo algo, haciendo una actividad.
—Aprender a valorar de forma más positiva a su familia, amigos e incluso las comodidades que tienen en sus casas.
—Por supuesto, se divierten y tienen experiencias nuevas y agradables.
«En resumen, permite incrementar la autoestima y la seguridad en sí mismo tan necesaria durante la infancia», recuerda la psicóloga.

Desventajas

No obstante, también pueden aparecer desventajas cuando no se elige el campamento adecuado para el niño por la edad del grupo que lo forma, por la actividad, o cuando el niño tiene una dependencia materna y es la primera vez que se separa de los padres. «En estos casos, reconoce la psicóloga, no podemos elegir un campamento de muchos días de duración, ya que si el menor nunca ha tenido experiencias previas de dormir o estar fuera de casa, es lógico que el campamento se convierta en un infierno, sobre todo al principio».
Tampoco podemos imponer al menor a ir a un campamento que no le guste. «Deben decidir ellos qué tipo de campamento quieren y no “obligarle” a elegir el que es más práctico, según la opinión de los padres, aunque no tan divertido. Recordemos que tiene que ser una actividad de ocio y no una obligación», asevera.
Para que todo surja de manera espontánea y sea lo más adecuado para nuestro hijos, lo mejor es que los padres obtengan la mayor información posible sobre el campamento que les interesa y asistan a las reuniones informativas y conozcan en qué consisten las actividades, sus instalaciones, las medidas de seguridad etc…, y que después lo valoren en común en casa con sus hijos. 
ABC, 30/05/2015 

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