M.J.PÉREZ BARCO
No es una moda, ni una tendencia, pero lo
cierto es que cada vez hay más padres que deciden libremente no vacunar a
sus hijos. Y es una realidad que salta a los medios de comunicación
cuando se producen casos como el niño ingresado en el Hospital Vall d'Hebrón de Barcelona tras diagnosticarle difteria, una enfermedad que no se registraba en España desde hace 28 años.
El debate sobre los beneficios de las
vacuna se abre de nuevo para algunos sectores de la población. Pero no
para toda la comunidad médica que defiende el éxito las vacunas para
proteger a todas las personas. «No hay ningún estudio ni evidencia
científica que demuestre lo contrario», argumentan. Como explica Amós José García, médico y presidente de la Asociación Española de Vacunología (AEV), «hace cincuenta años la población enfermaba por enfermedades transmisibles como la difteria o la polio.
Gracias a las vacunas, esas enfermedades ya no se producen. Ahora
enferman por enfermedades de tipo crónico y degenerativo derivadas de
nuestros estilos de vida».
Tasa de cobertura
En España el nivel de vacunación de los niños es de los más altos del mundo, según la Sociedad Española de Pediatría Extrahospitalaria y Atención Primaria (SEPEAP). Hoy día, el 95% de los niños están vacunados. «Es una tasa de cobertura fantástica —valora el doctor García—, incluso mejor que la de otros países de nuestro entorno. Son niños que crecen sanos. Las personas que se vacunan están protegidas ante enfermedades que tienen una letalidad severa y grave, con lo cual el beneficio es inmediato».
Sin embargo, hay ciertos grupos de población que han
decidido no vacunar a sus hijos. Se encuentran en Cataluña y a lo largo
del arco mediterráneo, explica el doctor Francisco Álvarez, secretario del Comité Asesor de Vacunas de la Asociación Española de Pediatría (Aeped). «En principio no parece ser un problema —afirma—. Hay grupos de personas que no reciben vacunas porque están en riesgo de exclusión y de ellos se ocupan los servicios sociales. Y después existe otro grupo, del propio país, con un nivel cultural alto, que buscan información por internet y defienden la vida natural. Pero la vida natural no está reñida con ponerse vacunas que evitan muchas complicaciones de salud».
Algunos
de estos grupos, que se denominan «Grupos para la Libertad vacunal»,
argumentan que las vacunas pueden tener efectos adversos y dudan de su seguridad. «Las vacunas están superinvestigadas
—defiende el doctor Álvarez—. Pueden tener efectos secundarios muy
leves. Solo se produce un caso de una reacción alérgica grave por cada
millón dosis administradas». Sirva un ejemplo, dice el facultativo: la
vacuna frente a la Difteria, el Tétanos y la Tos ferina puede provocar una encefalitis (en la mayor parte de los casos leve) en un niño de cada 1.000.000 de niños vacunados. Padecer
cualquiera de las tres enfermedades puede ocasionar la muerte en 1 de
cada 200 niños y producir una encefalitis (muchas veces grave e
invalidante) en uno de cada 20 niños que la padezcan.
Nunca bajar la guardia
No sólo se trata de proteger a una persona para que no sufra enfermedades, sino también de ofrecer una garantía sanitaria y seguridad a toda la población.
«Con las vacunas incluso se ha conseguido erradicar una enfermedad en
el mundo como la viruela, ese virus ya no circula. Y estamos
consiguiendo también erradicar la polio en algunas regiones del mundo»,
afirma el doctor Álvarez.
Por
eso, hay que continuar vacunando y nunca bajar la guardia. «Muchas de
las enfermedades frente a las que vacunamos en España —dice el
secretario del comité de vacunas— son todavía frecuentes en otros países
del mundo por lo que tanto los viajeros procedentes de esos países como los españoles que viajan al extranjero podrían introducir la enfermedad de nuevo en nuestro país».
¿Qué ocurriría en un mundo sin vacunas?
El doctor Álvarez así lo explica: «Las vacunas no son obligatorias sino
voluntarias, pero si las personas dejaran de vacunarse, estaríamos
indefensos frente a estas enfermedades pudiendo aparecer brotes o
epidemias con cientos o miles de casos. Cuando
nos vacunamos estamos protegiéndonos a nosotros mismos y también a
aquellas personas que por no poder ser vacunadas (alergias graves,
inmunodeficiencias, enfermedades graves....) están más expuestas y
tienen mayor riesgo. Si todos nos vacunamos, creamos una barrera de
personas inmunes que impiden la circulación del agente infeccioso».
ABC, 5/06/2015
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