MARÍA G. RODRIGUEZ
Con el avance tecnológico de los
últimos años, se ha producido un profundo cambio en la
sociedad, que incide en prácticamente todos los ámbitos de la vida. En
concreto, se ha abierto un debate entorno a los videojuegos, ya que de una
manera u otra influyen en las familias, la educación
de los niños, en su ocio y en la distribución de su
tiempo.
En este sentido, Sonsoles Vidal,
abogada y autora de diferentes estudios sobre menores -como «Menores violentos,
¿un tema menor? Violencia filioparental y uso indebido de la tecnología-, y los
portavoces de la
Asociación Española de Videojuegos (AEVI), exponen
diferentes argumentos sobre la influencia del uso de videojuegos en el comportamiento
y aprendizaje de los niños.
A favor de los videojuegos
Por un lado, los portavoces de AEVI apuestan
por el uso de videojuegos, ya que mejoran las capacidades y habilidades
de los niños e, incluso, son útiles para regenerar los métodos
educativos. Los portavoces de esta asociación están convencidos de que
la combinación del juego con la educación favorece la adquisición de
conocimientos y el desarrollo de competencias. «Se ha demostrado que el cerebro
está predispuesto para un aprendizaje más rápido con juegos que con
libros», aseguran los expertos.
— Los videojuegos mejoran las habilidades
cognitivas de los menores; desarrollan su inventiva, creatividad y la
capacidad intelectual y de análisis.
— Les motivan para superar retos, lo que
incrementa su motivación y compromiso.
— El uso frecuente de los mismos enriquece la capacidad
de lógica, de deducción y el razonamiento, aumenta su orientación
espacial y, además, se observan mejores resultados en matemáticas de los
adolescentes que los utilizan.
— Se puede aprovechar su parte educativa y su
parte lúdica para estimular a los niños, por lo que son herramientas óptimas
por su inmersión en cualquier tipo de actividad.
— Son útiles de cara a acelerar y mejorar el
proceso de adquisición de contenidos.
— Potencian la agilidad mental,
la toma de decisiones y la capacidad para resolver
conflictos. Además, permiten comparar diferentes estrategias y
consecuencias de las decisiones tomadas.
— Ayudan a incrementar los reflejos,
la coordinación y la confianza.
En contra de los videojuegos
Por otro lado, Sonsoles Vidal afirma
que los videojuegos son uno de los agentes que separan a los niños de la
familia, en una etapa tan determinante para su educación. Además, «los
videojuegos, como cualquier otro tipo de juego, crean adicción.
No se trata únicamente del juego en sí o de los contenidos, sino del tiempo
dedicado, que se deja de invertir en otras cosas. Esto tiene
consecuencias negativas, sobre todo en personas que están aún en desarrollo»,
explica Sonsoles. Aun así, la experta indica que el principal problema radica
en la falta de control parental y que muchos de estos juegos
pueden aumentar diferentes capacidades y habilidades en los niños.
— Los videojuegos van en detrimento de los
deberes escolares y, en muchos casos, influyen en el fracaso escolar, ya que se
produce un rechazo al colegio por parte del adolescente.
— Son adictivos y pueden provocar evasión en el
niño e, incluso, favorecer la irritabilidad, la ansiedad y reacciones agresivas
por la dependencia que estos juegos generan.
— Inciden en que los niños salgan menos de sus
habitaciones o que, directamente, se encierren. Pueden acabar perdiendo
el interés por otro tipo de actividades, lo que implica una
descompensación en sus prioridades, costumbres y relaciones.
— Generan una mala comunicación con los
padres y hacen que el menor se acostumbre a no dar explicaciones y a
no expresar sus emociones en familia.
— Pueden provocar un ambiente hostil y
subidas del tono de voz en casa.
— También, afectan a las amistades,
que pueden quedar descuidadas o deterioradas.
— El menor puede sufrir cansancio diurno
y somnolencia. Durante el día, es posible que no pueda afrontar tareas
productivas por la falta de concentración y atención.
— Además, se acentúan las inhibiciones y los
rasgos de personalidades inseguras, y se generan dificultades en
competencia social.
— Los videojuegos crean problemas para
acatar las normas y límites establecidos por los padres, precisamente
por la inmersión en el juego y la adicción que generan.
— Actualmente, estos juegos se presentan en formato
online. Cada vez, los padres tienen menos información sobre
cómo se entretienen sus hijos porque ya no son ellos los que los compran.
Videojuegos violentos
Sobre los juegos en que las imágenes violentas
son constantes, Sonsoles explica que los jóvenes pueden caer en el deseo de
ocupar el roll del protagonista, por el morbo que supone causar daño
sin dolor, lo que puede llegar a confundirles. Además, añade que es
una violencia totalmente gratuita, que les sobreestimula y
que, aunque no tiene por qué tener una consecuencia directa, influye en
reacciones agresivas. «Los adolescentes viven una etapa de su vida en la que se
atreven a mucho más y quieren probar todo tipo de cosas. Además, los
videojuegos violentos no son propios de personas irritables o agresivas, sino
que están al alcance de todos. Hay que tener cuidado porque está demostrado que
las imágenes violentas influyen en el comportamiento de los menores»,
comenta la abogada.
Por su parte, los portavoces de AEVI están
de acuerdo en no permitir que los niños utilicen videojuegos que no estén
aconsejados para su edad. El Código PEGI es usado para adaptar
las recomendaciones de consumo a las diferentes edades. «Nosotros contamos con
autorregulación sobre este tema y somos muy estrictos con las edades a
las que se deben adquirir determinados juegos. Esto funciona igual que
otro tipo de contenidos audiovisuales, donde se informa de la edad adecuada
para poder ver una película, por ejemplo», señalan los portavoces de la
asociación.
ABC, Lunes 06 de junio de 2016
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