CARLOTA FOMINAYA
Llega el fin de curso y con ello, los regalos a los profesores
que han estado dando clase y evaluando a los niños durante todo el curso. ¿Es
lícito y apropiado? ¿Deben los docentes aceptarlos? Estas son las dos posturas
al respecto:
EN CONTRA
Jesús Salido Navarro, presidente de la
Asociación de Padres y Madres del Alumnado (CEAPA)
El reconocimiento en el trabajo es un factor
importante que refuerza de forma positiva a las personas, las estimula, y les
sirve de guía para saber que están en la línea adecuada. Este reconocimiento
debería venir por parte de los superiores y por parte de los beneficiarios,
para conocer la visión de ambos lados, y poder analizar qué estamos haciendo
bien y qué debemos mejorar.
En lo que respecta al ámbito
educativo, nos encontramos con la llegada del final del curso escolar, y
nuevamente nos encontramos con la propuesta de participar de forma más o menos
voluntaria en la compra de un regalo, detalle para el tutor, la maestra, de
nuestros hijos.
Esta situación que se repite año tras año, tiene
su punto álgido en la etapa de Educación Infantil, disminuye en Primaria, y
prácticamente desaparece en Secundaria, aflorando cada año más
detractores de esta práctica que exponen públicamente su decisión de no
participar en la compra de un reconocimiento, regalo, detalle, lo que no supone
que no encuentra satisfecho con el trabajo del docente.
La costumbre de hacer un regalo de fin de curso o
incluso en navidades, parte de una tradición arraigada sobre todo en el medio
rural, cuando aquéllos maestros de pueblo ejercían su profesión más allá del
aula «maestros vocacionales». Maestros y maestras que vivían
en el pueblo, tenían un sueldo bajo (pasas más hambre que un maestro de escuela
se decía hasta no hace tanto) un sueldo tan bajo, que apenas les daba para
vivir, por lo que completaban sus ingresos con clases de repaso, y subsistían
con los obsequios que recibían del vecindario.
En la actualidad la práctica es distinta, la
propuesta de hacer un regalo, parte de unas pocas personas, con frecuencia de
la persona delegada de clase que traslada la idea al grupo y aceptan en la
mayoría de las ocasiones por no desmarcarse de un acto social que tiene un
coste aceptable y que puede interpretarse como una posición en contra del
profe, ya que se suele incluir una tarjeta en la que estampar la firma y a
veces una dedicatoria.
Si partimos de la base de que cada trabajador, recibe
su salario por realizar su trabajo, y si además pertenece al ámbito
público, hay un argumento perfecto para mantenerse firme en el
posicionamiento de que no procede hacer regalo alguno, careciendo de
sentido que se haga de forma conjunta, y por parte de las familias.
Distinto es que el alumnado que convive día a
día, y establece una relación más o menos estrecha, decida hacer un
reconocimiento sin coste económico, que reflejen el sentir de la clase sin
entrar en posiciones personales públicas, sino de grupo.
Si queremos exponer públicamente nuestro
agradecimiento y reconocimiento por la labor del centro educativo, no debemos
olvidar que esa labor educativa, no es exclusiva del profesorado. La
Comunidad Educativa está formada también por esas personas que hacen labores de
administración, conserjería, limpieza, mantenimiento... personas que
consiguen que todo funcione de la forma adecuada ya que el correcto desempeño
de su trabajo influye de forma positiva en la formación integral de los chicos
y chicas en su paso por los centros educativos.
A FAVOR
Sonia López Mera, cofundadora de MrBroc,
una empresa que nació con el objetivo de inmortalizar los dibujos de los niños
transformándolos en productos de diseño
Que levante la mano quien recuerde con cariño a
un profesor que le dio clase de pequeño en la escuela. El vínculo que se
establece entre algunos maestros y sus alumnos es especial cuando los primeros
son capaces de empatizar, enseñar y hacer que el niño se interese por una
materia. Todos sabemos que de ello depende en gran medida nuestro futuro y como
padres siempre es bueno agradecer que estas premisas se cumplan. Ahí entran en
juego empresas como la nuestra, que proponen una opción que no dejará
indiferente a la profesora que da «mates» a nuestros hijos en el colegio, o al
docente que les da lengua, o incluso a la señorita que se ocupa de los más
chiquititos en la escuela infantil.
Se trata de regalar algo que aune sonrisas,
emotividad, dedicatorias y recuerdos para toda la vida, como pueda ser un
producto diseñado a partir de los dibujos de toda una clase y personalizado
para la ocasión. Creemos firmemente que algo así sí que merece la pena y que
difícilmente será olvidado por los profesores y tampoco por los alumnos, que
como pintores para la ocasión, se sienten parte importante en este regalazo.
Porque no hay duda, plasmar el dibujo de un niño en otro soporte es una forma
de valorar también la creatividad y la capacidad para tomar la iniciativa del
niño.
Un regalo emotivo de estas características también es una forma de
educarlos y de inculcarles la ilusión por regalar, más que por recibir de los
demás. Sus dibujos se convierten en los protagonistas de un regalo inolvidable,
pero esta vez ellos son los que regalan no los que reciben los regalos. ¿Por
qué no enseñarles que regalar puede ser más gratificante que esperar a recibir
tu regalo? ¿Por qué no educarlos a dar a los demás, pensar no en lo que te
gustaría a ti si no lo que les gustará a los otros? ABC, Lunes 13 de junio de 2016
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