SALVADOR CASADO
Médico de Familia
Las herramientas de
entretenimiento humano nunca fueron tan potentes como ahora. Grandes
fuerzas económicas y tecnológicas confluyen para desarrollar una
poderosísima industria que genera entretenimiento. ¿Su objetivo? Captar
la atención del ciudadano, su mayor capital. Lo sorprendente es
constatar la facilidad con la que el respetable cede su conciencia a
programas de televisión basura, a series bien diseñadas, espectáculos
diversos, competiciones deportivas de masas, anuncios variados y a un
sin fin de cebos que permanentemente pululan a su alrededor. Picamos de
continuo en pantallas propias y ajenas, las primeras llenan nuestro
domicilio, bolsillo y muchos de nuestros trabajos, las segundas crecen
como hierba del campo en medios de transporte, tiendas, calles y centros
comerciales.
No consentimos ni el silencio ni el aburrimiento, se
acabó eso de viajar mirando por la ventanilla o caminar fijándonos en
los demás. Ahora hay que hacerlo escuchando algo por los auriculares o
consultando algún vídeo o red social con nuestro móvil. Encendemos
radios, ordenadores y televisores al entrar en casa, hacemos lo propio
en el trabajo. Nos mantenemos permanentemente conectados y recibimos
cientos de mensajes e interrupciones cada día.
¿Somos acaso más
felices? ¿nos va mejor ahora? Para responder, basta observar caminar la
gente por la calle o mirarnos un instante al espejo.
Cuando
estamos entretenidos nos duele menos el cuerpo y el alma, nos olvidamos
un rato del agobio y la tristeza. Cuando hay una final de fútbol o algún
acontecimiento mundial, baja significativamente la asistencia a las
consultas médicas y a los servicios de urgencias. La tragedia es que la
distracción nos dura poco, tal vez por eso volamos de flor en flor
buscando nuevas fuentes de entretenimiento que nos ayuden a obviar las
desazones implícitas en el hecho de existir.
¿Qué pasaría si
descubriéramos que es posible estar entretenido contemplando el momento
presente? Disfrutando del plato de comida que tenemos delante, de la
ducha que nos alivia cada día o del placer de caminar al aire libre.
Rescatar nuestra atención del secuestro a la que la someten tantas
distracciones es un camino de salud. No hay salud sin conciencia.
¿Podrías dar fe de lo que has hecho con la tuya la última semana?
Seguir a Salvador Casado en Twitter:
www.twitter.com/doctorcasado
HUFFINGTON POST, Martes 7 de junio de 2016
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