LAURA PERAITA
Según la Organización
Mundial de la Salud (OMS), cerca de la mitad de los trastornos mentales se
manifiestan antes de los 14 años y la prevalencia de problemas de salud mental
en la población infantil y adolescente está cifrada entre un 10% y un 20%.
La adolescencia es una etapa en la que la psique
todavía está formándose, por lo que el abordaje temprano de problemas de salud
mental ayudará a que el joven pueda madurar y evitar la cronificación de la
dolencia. Según Ana Pascual, psiquiatra coordinadora de la Unidad de
Media Estancia (UME) para adolescentes con trastorno mental grave de Casta
Guadarrama, en esta etapa de la vida hay muchos trastornos mentales graves
como los digestivos, los trastornos de personalidad, los rasgos disfuncionales
de personalidad, los trastornos psicóticos, los primeros brotes de
esquizofrenia( entre los 16 y 17 años), los trastornos reactivos del vínculo
(provocados por una situación vital en la que no se tiene una referencia de un
adulto, como les ocurre a algunos niños adoptados o abandonados)...
Pero, ¿cuáles son los signos que hay que atender
para detectar un posible trastorno? Según Ana Pascual hay que prestar especial
atención a los siguientes:
—Alteraciones en la conducta alimentaria:
pérdidas rápidas de peso, vómitos autoprovocados o restricción importante de
las ingestas.
—Alteraciones en el ánimo: ideas
de muerte, amenazas de hacerse daño, inestabilidad marcada en el humor,
somatizaciones frecuentes como quejas continuas de dolor abdominal o
cefaleas...
—Trastornos serios de conducta:
conductas sexuales inapropiadas, absentismo o fracaso escolar grave, fugas,
abuso de sustancias...
—Dificultades en relaciones sociales:
exceso de timidez o inhibición extrema, aislamiento, ansiedad de separación
severa, fobias graves o raras...
—Síntomas psicóticos, como
delirios o alucinaciones.
Explica que si se detecta algunos de estos
comportamientos, lo idóneo es acudir al servicio de pediatra o médico
de cabecera, quien a su vez derivará a la red de salud mental de la
comunidad autónoma correspondiente. «Hay ocasiones en las que es
necesaria una hospitalización parcial del paciente que consiste,
generalmente, en que asista por las mañanas a terapia y, por la tarde, pueda
marcharse a casa».
Trabajar el vínculo
En el caso de que esta vía no ofrezca los
resultados esperados de mejoría del adolescente, «sería necesario un
tratamiento terapéutico intensivo con terapias grupales y
atención de un equipo disciplinar», asegura esta psiquiatra de la única
unidad pública de media estancia de España para adolescentes. «La
terapia se desarrolla de forma grupal y cuando se obtienen buenos resultados se
añade también una terapia individual. Trabajamos mucho desde el vínculo y la
relación entre ellos, para incidir en la resolución de conflictos, el trabajo
en equipo...».
Ana Pascual afirma que los adolescentes llegan a
los centros en un estado muy ambivalente. «No quieren ingresar pero tienen saben
que tienen que cambiar porque no llevan una vida normal de un chico de
su edad y, por lo general, ni estudian ni tienen amigos».
Pero no solo se atiende a estos adolescentes. Sus
padres también reciben la atención adecuada, en primer lugar,
para ayudarles a entender lo que les pasa a sus hijos, porque ante la
incertidumbre sufren mucho. «Les asesoramos y les damos las herramientas para
que sepan cómo hay que tratarles en cada momento de la forma más adecuada. No
hay que olvidar que, al quedarse ingresados largas temporadas, los padres
también sufren mucho a pesar de que saben que es lo que necesitan sus hijos
para tener la oportunidad de curarse o desarrollarse como adultos de la
manera más normalizada posible. Con un trabajo conjunto, intentanmos
que los jóvenes avancen en su proceso de recuperación».
«Lo fundamental —insiste esta especialista— es
que se detecte cuanto antes cualquier signo de alarma para evitar la
cronificación de la dolencia en la edad adulta».
ABC, Martes 7 de junio de 2016
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