Ir al contenido principal

Bastan 27 segundos para que un niño muera ahogado en el agua

LAURA PERAITA
Hace tan sólo unos días un niño de dos años falleció ahogado en la piscina de un chalé en Alicante. Por desgracia, durante los meses de verano este tipo de noticias se suceden con mayor frecuencia. De hecho, el ahogamiento es la segunda causa de muerte accidental en menores de 14 años. Saber nadar, conocimiento que supone la autonomía de movimiento en el medio acuático con una coordinación en la respiración, es una garantía de salvación para estos pequeños. En algunos casos, el aprendizaje de la natación está considerado en muchos centros escolares una asignatura más en la educación del niño.
Pero, ¿a partir de qué edad es conveniente que los pequeños aprendan a nadar? ¿Cómo lograr que no tengan miedo al agua para no impedir el correcto y temprano aprendizaje? Los padres se hacen estas y otras preguntas, sobre todo cuando van muy ilusionados a la playa y al intentar bañarse con sus bebés en el mar por primera vez, estos rompen a llorar y ponen su grito en el cielo.
Según Moisés Gosálvez, director de la Escuela Nacional de Entrenadores, el acercamiento al agua tiene que ser progresivo y debe comenzar desde que el bebé nace, con sus primeros baños en la bañera para que experiemente un medio diferente, su temperatura, las sensaciones... Pero hay que ser realistas «si lo que se persigue es un objetivo de supervivencia en el agua, hay que asumir que, normalmente, hasta la edad de los dos o tres años no se logrará –explica–, ya que el propio desarrollo evolutivo y las capacidades motrices hasta esa edad van a hacer difícil un aprendizaje más tempreano». Recomienda, por ello, que los padres no tengan prisa, y que entiendan que cada niño lleva su propio ritmo. «Las comparaciones con lo que hacen y avanzan otros pequeños son odiosas», asegura.

Primeros contactos

Como especialista en el tema, Gosálvez, asegura que si es el primer verano del bebé, lo mejor es optar por introducirle inicialmente en una piscina hinchable, que tiene menos agua y le permite estar sentado bajo vigilancia, y a una temperatura de unos 30 grados aproximadamente para que no se sienta incómodo. Para que la experiencia sea divertida es conveniente ofrecerle materiales pedagógicos.
Posteriormente, la etapa que comprende desde el nacimiento hasta los tres años, debe ser de aproximación y descubrmiento. «Es fundamental el papel de los padres, sobre todo durante el primer año para que el bebé comience a sentir, percibir y conocer las sensaciones del agua en contacto con su cuerpo, incluyendo las zonas más sensibles como ojos, nariz, boca, etc., porque muchos padres se ponen nerviosos cuando a sus hijos les cae agua por los ojos». Añade que el agua debe presentarse como un elemento nuevo, agradable y divertido lleno de posibilidades para sentirse bien. Se consigue manteniéndoles con puntos de apoyo (axilas, cintura, tronco...) y ofreciéndoles materiales para jugar. Es momento de que los padres aprovechen para establecer con sus hijos una atención afectiva que les transmitan calma, seguridad y confianza.
Durante el primer año, el niño debe buscar control corporal y equilibrio acuático con pequeños deplazamientos o giros. Hacia los dos años, ya tienen mayor tono muscular y control respiratorio y serán ellos mismos los que decidirán introducirse en el agua consiguiendo desplazamientos globales (sin sacar los brazos del agua) o subacuáticos (buceando). «En esta etapa se le pueden ofrecer elementos de flotación como pueden ser los churros, colchonetas o similares siempre que no se conviertan en dependientes del material y que les permitan el movimiento de brazos y piernas; también es aconsejable material de tipo recreativo que aporte la dosis de imaginanción o creatividad en los niños (aros, muñecos, cubos...) según la edad en que se encuentren».
A los tres años adquieren mayor control de su cuerpo en el agua y pasan de acciones sencillas a otras con mayor dificultad como saltos y volteretas. Ya están más familiarizados con el medio y tienen más habilidades. «Es el momento de plantearle actividades que conlleven a los niños conseguir esa autonomía de movimiento que culmine con el total dominio del medio acuático –explica Gosálvez–. En esta etapa se utiliza el juego como hilo conductor de la actividad respetando su ritmo de maduración y sin quemar etapas. No hay que tener prisa, uno de los mayores errores de los padres. Entre los dos y tres años podrá “soltarse” a nadar, dependerá de cada niño y de si, además, su aprendizaje ha estado apoyado por profesinales de la natación».

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com