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Cómo los perros pueden ayudar a leer a tus hijos

SARA MONTERO
La  influencia positiva que ejercen los perros en los niños está ampliamente probada. Ya sea en terapias asistidas en los hospitales o acompañándoles a declarar a los juzgados, instituciones públicas y privadas llevan años probando las bondades de trabajar con ellos en todo lo que se refiere a menores. También en el campo de la educación, donde desde hace años se llevan a cabo programas que estimulan el aprendizaje de los niños, tanto especial como ordinaria.

"La presencia de los perros es un motivador y un facilitador en el aprendizaje. En las sesiones de colegio, los niños juegan con ellos, lo que favorece la concentración en las actividades", explica Rosa María Pomar, del colegio Perde Cerdà de Sóller (Mallorca). El pasado 12 de septiembre, tres perros acompañados de tres monitores del Centro de Terapias Asistidas con Canes (CTAC) recibieron a los niños a la llegada a las clases, lo que facilitó, en un primer momento, que aquellos que se resistían a separarse de sus padres afrontaran la jornada con ilusión. Esta actividad se engloba en el proyecto 'Aprender Juntos Es Mejor' que, en colaboración con Purina, desarrolla jornadas de educación asistida dirigidas a estudiantes de Primaria y profesores en colegios de Madrid, Cataluña, País Vasco o Islas Baleares.
La presencia de un monitor especializado que guíe la actividad es fundamental, pero el que marca los objetivos es el profesor del aula y a partir de ahí se diseñan las actividades con el perro. En la primera toma de contacto, en un aula con un grupo nunca superior a 25 niños, en el colegio o Perde Cerdà de Sóller les explicaron las ventajas de interactuar con los animales, cómo cuidarlos y las responsabilidades que conllevan. Después, cada niño escogió un perro y comienzó la parte más divertida de la sesión: la lectura, un hábito que los canes ayudan a mejorar. "A la hora de leer se notó mucho su presencia en el aula. Había mucho silencio y los niños hacían esfuerzo para leer alto y claro con la esperanza de que les entendieran", argumenta Pomar, poniendo énfasis en la motivación de los pequeños. Mientras el niño lee, el can disfruta de la lectura a su lado e, incluso, mira el libro y al pequeño lector a medida que avanza la narración, lo que anima al niño a seguir.
Cuando Pomar llamó a Purina para que su colegio participara en el programa, el mundo de los perros asistenciales no le era desconocido. La directora del centro tiene un máster en terapias asistidas y, como monitora titulada, lleva a cabo algunas actividades con su perra, a la que lleva al aula una vez cada 15 días: "Si no hay emoción y motivación, no hay aprendizaje. Una de las actividades que hacemos mi perra y yo es proponer a un niño con dificultades en el aprendizaje que lea una palabra y la clasifique, por ejemplo, según sea el nombre de un animal o una persona. Si lo lee y lo clasifica correctamente, el perro reacciona. Si no lo logra, le decimos "léelo bien, que el perro no se ha enterado y entonces lo intenta de nuevo. Así se les motiva", afirma Pomar para después explicar cómo consigue que el perro se mueva a la palabra correcta: "Tenemos un truco, sí".

La autoestima y la motivación, las claves del éxito

Los beneficios de estas sesiones son múltiples: incrementa la motivación, la autoestima, ayuda a identificar problemas de socialización y fomentan los hábitos de lectura, entre otros muchos. Las pautas se adaptan a la edad del niño y a los fines educativos del maestro. "Para entrenar, por ejemplo, la memoria jugamos con los cuidados del perro. Por ejemplo, y en el caso de que sean los niños muy pequeños, escondemos en el aula todos los elementos de la comida (platos, alimento, etc.) y el niño tiene que acordarse de donde están y recogerlos todos para completar la actividad", explica Eva Domènec, directora de CTAC. La profesional insiste en la importancia de pensar en el bienestar del perro y en que él también disfrute.
Otras actividades ayudan a los alumnos a focalizar la atención, según explica Domènec: "El niño ve a su compañero de al lado jugando a la pelota con el perro, si quiere hacerlo él también con el can, tendrá que fijarse en todos los elementos de la actividad, como el color del juguete. Así aumenta su concentración".
Ambas profesionales coinciden en un beneficio: los perros, a diferencia de las personas, no juzgan: "El perro tiene todo el tiempo y la paciencia del mundo. No presiona, no regaña cuando algo sale mal y siempre está encantado de estar a tu lado. Eso hace que la autoestima del niño suba", explica Domènec. "En un aula, un niño puede estar etiquetado, por ejemplo, porque insulta o pega y los otros no quieren jugar con él, pero un perro sí", insiste Pomar. Es simple: los animales no tienen prejuicios ni se dejan influir por los estereotipos sociales.
Tanto Domènec como Pomar insisten en la importancia de los técnicos que acompañan a los perros. La simple presencia de un animal no facilita hábitos como la lectura. "No todos los perros aguantan un cuento entero. A veces se aburren y se van. Los que tenemos en casa son mascotas, no asistentes como los de nuestro programa", subraya la directora de CTAC.
De hecho, después de cada sesión en los colegios, los monitores se reúnen con los profesores del centro para evaluar las actividades, resolver dudas y explicar cómo estos animales pueden ayudar a cumplir los objetivos de desarrollo para cada sesión. De momento, ya han recorrido más de una veintena de colegios de toda España han podido disfrutar de las clases de este programa.
EL MUNDO, 14/11/2016

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