A. JIMÉNEZ
Los tics son movimientos que se producen de forma
involuntaria. Son súbitos, rápidos, recurrentes, y los padecen más
personas de las que pensamos. De hecho, ocurren con frecuencia en las
primeras etapas de la vida. Tal y como explica José Matías Arbelo,
coordinador del Grupo de Estudio de Trastornos del Movimiento de la
Sociedad Española de Neurología (SEN), «el tic simple es muy frecuente
en la infancia y se caracteriza porque afecta a un grupo muscular
concreto: por ejemplo, parpadeo, elevación del hombro, giro del cuello».
Algunos
padres, al observar ese tipo de movimientos en sus hijos consultan por
temor a que se trate de un trastorno neurológico severo. Arbelo
especifica que existen tics simples y complejos, primarios (sin causa
conocida) y secundarios a otras enfermedades o trastornos craneales.
«Los simples afectan a un solo grupo muscular, mientras que los
complejos afectan a más grupos musculares, es decir, el paciente tiene
múltiples tics motores".
Tipos
Además de ser
clasificados como simples y complejos, esta clase de trastorno puede ser
de diversos tipos: los ya descritos motores, fonatorios, transitorios
(duración mayor de cuatro semanas y máxima de un año) o crónicos
(duración mayor de un año). «En el caso de los tics simples fonatorios,
el paciente emite, por ejemplo, un carraspeo, tos o gruñido. Cuando se
trata de tics complejos, lo que se produce es una coprolalia, es decir,
el paciente emite tacos, palabras malsonantes sin voluntad. El 10 por
ciento de los tics complejos son así», sostiene Arbelo.
En cuanto
a los tics primarios simples, «son benignos y transitorios y afectan al
20 por ciento de la población infantil. Generalmente se desencadenan en
edades tempranas, entre otras causas, por estrés emocional. Duran entre
cuatro meses y un año y luego desaparece».
No obstante, el
coordinador de la SEN destaca que «es importante diferenciar este tipo
de tics del conocido como síndrome de Gilles de la Tourette (SGT) que,
aunque también es primario, «es muy complejo y es crónico. Dura más de
un año y el paciente no pasa siquiera tres meses asintomático. Se
presenta normalmente antes de los 18 años y el afectado sufre tics
motores complejos diarios que son cambiantes en diferentes zonas del
cuerpo».
Tratamientos
En lo que se refiere a los
tics transitorios, «realmente basta con estar pendiente de la vida de
los niños y hablar con el psicólogo del colegio, ver qué puede estar
generando el estrés y así poder atajarlo para que mejore, así como
consultar con el pediatra y no preocuparse ni estar mirando al niño
constantemente», sostiene Arbelo.
El problema se da con el
síndrome de Tourette, ya que es más complicado porque, además de los
tics motores y fonatorios, se le puede asociar a otros problemas, «como
el trastornos obsesivo compulsivo (TOC), problemas del control de los
impulsos y trastornos de déficit de atención por hiperactividad (TDAH)».
En este síndrome las características se basan en que el paciente suele
ser menor de 18 años, y hay antecedentes familiares de tics simples o
los mencionados TOC. El factor genético influye en su aparición», añade
el experto.
Por tanto, en estos casos hay que tratar la
enfermedad durante toda la vida. Hoy en día, existen alternativas
farmacológicas (antiepilépticos, inhibidores de la dopamina en casos de
SGT y ansiolíticos) y quirúrgicas en casos extremos. Esto último
«consiste en colocar un estimulador cerebral para controlar parte de los
síntomas del SGT. Y siempre es necesario el apoyo psiquiátrico y un
seguimiento neuronal», concluye el especialista.
LA RAZÓN, 13/09/2015
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