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¿Debo animar a mi hijo a defenderse pegando?

CAROLINA GARCIA
Hace unos días leí en el blog Scary Mommy la historia de una madre que, tras enterarse de que su pequeña de seis años sufría acoso en su colegio y después de seguir todos los cánones habituales sin obtener resultado, termina asumiendo que la única forma de pararlo es con la violencia: “Tras contarme que sufría acoso, puse a mi hija en mis rodillas y le dije: No, no vas a permitir que estos dos niños te arruinen el recreo, tu tiempo de diversión (...) Ellos están rompiendo las normas. Si mañana, vuelven, les dices que no te peguen. Si no paran, vas y se lo dices al profesor. Si aún así continúan, les pisas o les pegas en los huevos”. Y termina. “La conclusión es que los padres son responsables de educar a sus hijos en el respeto” y “que si tengo que decirle a mi hija que se defienda, lo haré, por lo que, cuidado, porque su hijo podría recibir una patada en sus partes”. Tras leer la carta completa, y sufrir, he decirlo, como madre, me vino una pregunta a la cabeza: ¿es legítimo que le diga a mi hijo que se defienda con violencia contra su acosador?
Los expertos son conscientes de que todos los padres lo hemos hecho en algún momento. Quién no ha pensado y le ha dicho, “nene, pues si te pega, se la devuelves”. “Es lógico y entendible que los padres en algún momento cuando están sufriendo una situación en casa de acoso lleguen a esta solución. A animar al niño a que pegue a otros. Que responda con violencia. Pero no es lógico pensar que vaya a solucionar algo”, explica por teléfono Guillermo Fouce, presidente de Psicología Sin Fronteras y vocal de intervención social del Colegio de Psicólogos de Madrid. “Hay que ser conscientes de que no es la solución”, reitera, “que la violencia genera violencia. Y que en la lucha siempre hay un ganador y un perdedor”.
Esto, además, puede ser muy destructivo para el niño acosado. En primer lugar, normalmente el acosador no actúa solo, por lo que la pelea puede ser fatal. En segundo lugar, puede ocurrir que finalmente no se sancione al acosador y se sancione al acosado por pegarle”, añade el experto. “Hay que actuar sobre el entorno del niño, sobre los profesores, el colegio y los padres que son los que deben proteger a la víctima, a ese niño acosado”.
“Efectivamente, todos los padres lo hacen, les dicen a sus hijos que se defiendan en algún momento”, nos cuenta también vía telefónica Carmen Cabestany, profesora de Secundaria y secretaria de la Asociación No al Acoso Escolar. “Pero la respuesta a la violencia no es la violencia. El objetivo es conseguir que el niño se defienda de forma asertiva. Es decir, por ejemplo, que alce la mano cuando le estén pegando y diga frases como “para”, “no me gusta”o "me haces daño". Pero este comportamiento no tiene todas las garantías ”.
“Muchos niños acosados”, continúa la experta, “son incapaces de pegar a su acosador”. El perfil de un niño acosado se suele caracterizar por la timidez, la baja autoestima, rabia, la vergüenza y la tristeza. “Y esto hace que la mayoría de las veces, este no se pueda defender y si le estamos animando a que le pegue de vuelta, muchas veces podemos cometer el error de ponerle contra las cuerdas y que se sienta mucho peor”, argumenta Cabestany.
"¿Estás seguro? ¿Qué pasa, que no te sabes defender?". Los padres debemos ser cuidadosos cuando intentamos ayudar a nuestro hijo acosado. “No perder los nervios, creer al niño que está sufriendo y actuar con tranquilidad”, prosigue la experta.
El problema para esta profesora es que no todos los protocolos de actuación funcionan correctamente y “no se protege al niño acosado. “Lo que pasa es que muchas veces estos protocolos se aplican de manera sesgada en los colegios. Centros que hacen sus propias investigaciones internas, preguntando primero a los testigos que frente al centro suelen contestar que no han visto nada, o preguntando al acosador, que muchas veces no admite su culpabilidad, o a los profesores, que muchas veces no han visto lo sucedido. Y entonces dan carpetazo”, añade la experta.
¿Qué sucede? Primero, “que la víctima queda desprotegida y con la sensación de que nadie le ha creído”, agrega. “Segundo, que cuando llega la inspección, lee el informe y no concluye que haya acoso. Y se da por terminada la investigación”. Y la situación de indefensión también sucede en lo jurídico: “Muchos jueces y abogados”, prosigue, “no conocen o no saben cómo actuar con el acoso y se archivan muchos casos”.
Cuando la situación queda en el aire, esto puede tener graves consecuencias para el niño acosado “que se siente atropellado”. “Es muy probable que el menor sufra fobia escolar, no querer bajo ningún concepto acudir al centro, pero esto va a repercutir en su vida adulta, llegando muchas veces a padecer fobia social lo que va a interferir en toda su vida tanto personal, emocional y socialmente”, termina Cabestany.
EL PAÍS, Jueves 21 de septiembre de 2017

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