Ir al contenido principal

Los padres que compiten con los regalos a los profesores para obtener mejor trato para sus hijos

MARTA JIMÉNEZ SERRANO
Durante el periodo de aprendizaje escolar, el profesor es casi tan importante como los padres. Al fin y al cabo, un niño o un adolescente pasa más tiempo con el docente que con sus progenitores. Es verdad que no sólo es importante aquello que en el colegio se nos enseña, sino también el trato y el cariño con que nos trata un profesor, ya que éste también nos está educando y se sitúa en una posición de referente que puede ejercer una gran influencia sobre el alumno.
La importancia de los profesores
Quizás es la gran importancia que tiene el educador lo que nos impulsa a hacerle regalos al final del curso, en señal de cariño y agradecimiento. No es raro que el alumno le haga una pulsera, un cuadro, una foto, un dibujo o que aparezca con una caja de bombones al final del año. Sin embargo, este sano reconocimiento del cariño que se le tiene al profesor parece haber dado una insana vuelca de tuerca.
Los regalos al final del año escolar se han convertido en una competencia entre los padres por ver quién hace el mejor regalo y obtener así un trato preferente hacia su hijo.
Cuánto gastar en un regalo
Un estudio realizado reciente en Reino Unido ha concluido que, de las 1.149 familias que participaron en el sondeo, más de la cuarta parte se siente presionada a la hora de comprar un regalo para el profesor de su hijo.
La competitividad entre los padres está haciendo que éstos derrochen cantidades considerables de dinero con el fin de garantizar el éxito (social y académico) de su hijo en el colegio. El hecho sorprende porque muchas familias que se enfrentan a notables dificultades económicas no dudan a la hora de destinar una parte de sus escasos ingresos al regalo de rigor de fin de curso. La cantidad media que se gastan los padres en los presentes alcanza los 10 libras (casi 12 euros) según una encuesta realizada en Reino Unido y dirigida por el sitio web Netmums. Los resultados de la misma revelaban, además, que el porcentaje de padres que se gastaban más de 20 libras (unos 23 euros) ascendía al cincuenta por ciento.
Qué regalar
Los obsequios más frecuentes son cajas de bombones y regalos semejantes, pero las familias ahora están destinando sus ahorros a la compra de artículos de lujo, como cestas de Harrods, collares de Tiffany o sesiones de spa.
Este tipo de regalos sorprenden cuando observamos que cerca de un 10 por ciento de los padres ha recortado el presupuesto familiar con el fin de obsequiar al docente con un presente destacable. La mayoría afirman que lo único que pretenden con estas compras es mostrar su aprecio, pero cerca de un cuarto reconoce que los profesores esperan un regalo.
Algunos padres han llegado a admitir que si compran artículos caros es porque esperan que su hijo reciba a cambio un trato especial frente al resto de los alumnos.
La situación se ha agravado tanto en algunos colegios que los regalos a los profesores se han prohibido, con el fin de frenar la competitividad monetaria de los padres. Hay que destacar que esta carrera por ver quién hace el mejor regalo no sólo tiene por objeto la adulación al profesor: es también una manera de distinguirse económicamente y de jactarse de los posibles financieros de cada cual. Pero tal vez el colegio de los niños no sea el lugar para ufanarse de ello.
Por otro lado, la mayoría de las profesoras a las que se ha preguntado alegan que están contentas con cualquier regalo hecho a mano por el alumno: no hay mejor signo de que han hecho bien su trabajo.
Qué ejemplo estamos dando
Lo peor de esta práctica no es lo beneficiosa o no que pueda resultar para padres o alumnos, sino el ejemplo que con ella se está dando a los niños. Intentando beneficiarles, lo que se les enseña con este tipo de actitudes es que las cosas se consiguen a golpe de tarjeta. Estamos, incluso, infravalorándoles, ya que da la impresión de que no pueden ser bien tratados por sus propias actitudes o por su éxito académico, sino que es necesaria una compensación económica para que se sientan a gusto.
EL CONFIDENCIAL, Viernes 19 de julio de 2013 
 

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.