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La ciencia explica por qué los niños son incansables

ACYV
Cualquiera que haya pasado una tarde jugando con niños habrá comprobado que son capaces de continuar saltando y corriendo cuando los adultos ya están extenuados. Ahora la ciencia explica por qué: los músculos infantiles no solo muestran gran resistencia a la fatiga, sino que también se recuperan del ejercicio de alta intensidad más rápidamente que los atletas adultos. Estos han sido los resultados de un estudio publicado esta semana en 'Frontiers in Physiology' que compara la producción de energía y la recuperación muscular tras el ejercicio en grupos de niños y sus mayores, tuviesen o no rutinas deportivas, según recoge 'Sinc'.

Según los investigadores, el estudio servirá para desarrollar el potencial atlético de los más pequeños y conocer los cambios que sufre nuestro cuerpo a lo largo de la vida. Además, podría arrojar luz sobre cómo influye la actividad física en el riesgo de sufrir enfermedades como la diabetes.
“Los niños se pueden cansar antes que los adultos en muchas actividades físicas ya que tienen una capacidad cardiovascular limitada, movimientos menos eficientes y necesitan dar más pasos para recorrer una misma distancia”, explican en su estudio Sébastien Ratel, profesor de Fisiología del Ejercicio en la Universidad de Clermont Auvergne (Francia) y Anthony Blazevich, profesor de Biomecánica en la Universidad de Edith Cowan (Australia).
Sin embargo, nuestro estudio muestra que los niños han superado algunas de estas limitaciones gracias al desarrollo de músculos resistentes a la fatiga y la capacidad de recuperarse rápidamente del ejercicio de alta intensidad”, aclaran.

Energía de atletas

Según investigaciones anteriores, los niños tardaban más en agotarse que los adultos sedentarios al practicar actividades físicas. Esta vez, los autores sugieren que su energía se puede comparar incluso con la de los atletas, aunque hasta ahora no existía evidencia de ello. A pesar de que el estudio no ha contado con participación femenina, los autores creen que los resultados con niñas y mujeres serían similares.
Los investigadores formaron tres grupos diferentes. El primero estaba compuesto por niños varones de entre 8 y 13 años; el segundo, por hombres adultos desentrenados y el tercero, por atletas masculinos. Los componentes de las dos primeras categorías no realizaban ejercicio intenso regularmente, mientras que los deportistas sí competían en triatlones o carreras ciclistas internacionales.
Los autores evaluaron cada grupo atendiendo a las dos maneras en las que el cuerpo puede producir energía: de forma aeróbica –usa el oxígeno de la sangre–; o anaeróbica –prescinde de este y produce acidosis y lactato–, que causa fatiga muscular. Tras realizar intensas sesiones en bicicleta, el equipo de investigadores midió el ritmo cardíaco, los niveles de oxígeno y las tasas de eliminación de lactato de los participantes. El resultado fue que las condiciones físicas de los más pequeños superaban a las de los adultos desentrenados.
Hemos descubierto que los niños usan más su metabolismo aeróbico y se cansan menos al hacer ejercicios de alta intensidad” explica Ratel, y añade que la velocidad en la que su ritmo cardíaco vuelve a su estado habitual demuestra que se recuperan incluso más rápidamente que los atletas. “Esto podría explicar por qué los niños pueden jugar sin parar cuando hace rato que los adultos ya estamos rendidos, bromea el experto.

Cambios musculares

Ratel y Blazevich explican el significado de sus hallazgos. “Muchos padres se preguntan cuál es la mejor forma de desarrollar el potencial atlético de sus hijos. Nuestro estudio muestra que su resistencia muscular es muy buena, por lo que la clave consistiría en centrarse en otras especialidades como la técnica deportiva, la velocidad de 'sprint' o la fuerza muscular”.
En palabras de Ratel, la existencia de enfermedades relacionadas con una vida sedentaria es un hecho y, además, están aumentando. Entender los cambios fisiológicos que se dan durante el crecimiento podría disminuir el riesgo de padecerlas. “Nuestra investigación indica que la aptitud aeróbica, al menos a nivel muscular, disminuye significativamente a medida que los niños van convirtiéndose en adultos, más o menos el momento en que aumentan las enfermedades como la diabetes”, explica Blazevich. Sería interesante determinar en futuras investigaciones si estos cambios musculares están directamente relacionados con el riesgo de padecer alguna enfermedad.
Según explica Ratel a 'Sinc', es posible que adultos y adolescentes necesiten poner mayor énfasis al realizar entrenamientos que mejoren la capacidad aeróbica muscular. “Ser como un niño podría ser sano para nosotros”, concluye el experto.
EL CONFIDENCIAL, Viernes 27 de abril de 2018

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