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¿Quiéres saber cómo los videojuegos benefician a tus hijos?

SAPOS Y PRINCESAS
Los videojuegos están cada día más presentes en la vida de nuestros hijos, y no todo son malas noticias. Gracias a ellos también los niños adquieren habilidades blandas o soft skills que cada vez son más valoradas en el mercado laboral.

¿Qué son las habilidades blandas?

Las habilidades blandas son aquellas orientadas al desarrollo de aptitudes sociales. “Se trata de capacidades comunicativas, de trabajo en equipo, flexibilidad y adaptabilidad frente a un determinado trabajo”, explica María José Valdebenito, directora de estudios del CIDE (Centro de Investigación y Desarrollo de la Educación) de la Universidad Alberto Hurtado.

Desarrollar las habilidades blandas

El Informe del Futuro de los Trabajos, del Foro Económico Mundial de 2016,anunció un cambio drástico de las habilidades imprescindibles para los estudiantes en cinco años. Solucionar problemas complejos sigue siendo la habilidad fundamental pero el pensamiento crítico y la creatividad que antes no se valoraban cobran especial relevancia. También aparecen por primera vez habilidades blandas como la inteligencia emocional y la flexibilidad cognitiva. El informe también señala que al ser intangibles las habilidades blandas son más difíciles de enseñar porque que en cierta medida son innatas en la persona.
Según numerosos estudios existe una gran brecha entre las habilidades blandas que se desarrollan en los centros educativos y lo que busca el mercado laboral. Aunque estas están presentes de manera transversal en el currículo, han pasado a segundo plano. La forma de fomentarlas según el anterior estudio es a través de talleres basados en el trabajo en equipo o colaborativo, y actividades que incentiven la comunicación entre los alumnos. Lamentablemente, por ahora, no se suele hacer ya que no existen planteamientos concretos de cómo trabajarlas y qué estrategias son las más adecuadas para ponerlas en práctica.

Los videojuegos y las habilidades blandas

La crítica a los sistemas educativos actuales se ha centrado en que sobrevalora las habilidades cognitivas o hard skills, a coste de las habilidades socioafectivas, físicas o artísticas, o soft skills. Las habilidades blandas implican un proceso de desarrollo más a largo plazo y se deben desarrollar desde que los niños son pequeños. Para ello lo fundamental es potenciar la creatividad a través del arte, así como la flexibilidad y adaptabilidad frente a los cambios, el desarrollo del pensamiento reflexivo y crítico, y el desarrollo de habilidades de comunicación, por medio del trabajo en grupo y de roles.
Los videojuegos pueden poner su granito de arena en el desarrollo de estas habilidades blandas y del desarrollo cerebral. No convertirán a sus jugadores en futbolistas de élite o en un superviviente, pero le ayudan a potenciar el pensamiento espacial y a entender la distribución del juego. Pueden explotar las habilidades blandas relacionadas con la comunicación y el trabajo en equipo, la actitud hacia una determinada tarea y la disposición para afrontarla.

La capacidad de atención

El investigador Diankun Gong de la Universidad de Ciencia y Tecnología de China, publicó una investigación en la revista Science Reports que analiza la influencia de los videojuegos de acción sobre una región concreta del cerebro, la ínsula. Este neurocientífico cognitivo ha detectado que dedicarle tiempo a los videojuegos puede aumentar tanto el tamaño como la conectividad de este área, clave para la atención y la coordinación mano-ojo. Estudios recientes ya habían sugerido que las funciones de atención y sensoriomotoras desempeñan un papel clave mientras se juega. La ínsula es un área cerebral muy importante para esas funciones y sin embargo no existían estudios que relacionaran la experiencia de jugar y la plasticidad de ese área.
Dr. Gong y su equipo analizaron mediante resonancia magnética funcional el cerebro de 27 personas que jugaban de forma habitual y que incluso habían ganado competiciones regionales y estatales, así como el de otros 30 voluntarios totalmente amateurs.
Después de examinar la conectividad funcional, es decir, de qué forma una región del cerebro se sincroniza con otra y el volumen de materia gris en las diferentes partes de la ínsula y de investigar sobre la correlación entre la conectividad funcional, el volumen de materia gris y la cantidad de horas que los participantes dedicaban a jugar semanalmente, descubrieron que quienes lo hacían de forma regular tenían más actividad entre los circuitos responsables de la atención y de la coordinación sensoriomotora que los aficionados. Asimismo, hallaron un aumento de volumen de materia gris en esas subregiones de la ínsula. Para el autor del estudio la importancia de su descubrimiento radica en que la ínsula tiene una enorme plasticidad y que se puede modificar con este tipo de juegos.

Las nuevas habilidades y su aplicación

Los videojuegos pueden resultar positivos si fomentan estas habilidades blandas trasladadas al mundo real y por ahora diversos estudios recientes coinciden en que el nivel de transferencia entre el juego y la realidad no es demasiado alto pero bien elegido puede resultar provechoso.
Lo importante es que marquemos un tiempo máximo de duración de las sesiones de juego y supervisemos el contenido, ya que como indican algunos estudios, éstos pueden influir en la violencia infantil y juvenil.
SAPOS Y PRINCESAS/EL PAÍS, Lunes 16 de abril de 2018

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