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Los deberes escolares, a debate

J. V. Echagüe.  Madrid.
En Galicia está prohibido mandar deberes a los niños en Educación Infantil y en el primer ciclo de Primaria. Así ha sido durante los últimos 16 años, desde que en 1997 se aprobara una orden por parte de la Consellería de Educación y Ordenación Universitaria. Sin embargo, no todos los padres parecen compartir la medida. Prueba de ello es el CEIP Isidro Parga Pondal, en la localidad de Oleiros (La Coruña). Después de que algunos progenitores solicitaran más tareas extraescolares para sus hijos, bastó la denuncia de un padre a la Inspección de Educación de la Xunta, reclamando la aplicación de la orden, para que los deberes cesaran de inmediato. Fuentes del Gobierno gallego reconocieron a este diario que «no tendría sentido modificar esta orden en plena tramitación» de la Ley Orgánica de Mejora de la Calidad Educativa (Lomce). En todo caso, cuando se tramite la nueva legislación, «se verá si esta norma se adecúa a la ley». ¿Y qué dicen desde el Isido Parga Pondal? «Nosotros no legislamos; sólo aplicamos la ley que está en vigor», aseguraron a LA RAZÓN desde la dirección del centro. Tal como marca la norma, sólo se «mandan» deberes a partir de segundo ciclo de Primaria: lectura y comentario de libros adecuados a la edad, búsqueda y recogida de datos o materiales para la realización de trabajos en el aula, lectura de noticias de prensa, trabajos de plástica...
Los alumnos de Primaria tienen un calendario lectivo de 25 horas semanales, mientras que los últimos datos del Instituto de Evaluación, dependiente del Ministerio de Educación, mostraban que casi la mitad de los alumnos de 6º de Primaria empleaban entre una y dos horas diarias en hacer las tareas. Sin embargo, el porcentaje de los que dedicaban dos y tres horas pasó del 18% al 26%. En otros países, los padres han sido menos comprensivos. Es el caso de Francia. En marzo del año pasado, la Federación de Consejos de Padres de Alumnos de Francia (FCPE) fue directamente a una «huelga de deberes» de 15 días para protestar contra los «trabajos forzosos» que se encargaban a los niños de Primaria, pues los consideraban una «subcontratación pedagógica». El debate vuelve a estar sobre la mesa: ¿deberes sí o deberes no?
«Estamos en contra de que se manden deberes. El calendario lectivo es más que suficiente», afirma a este diario Jesús María Sánchez, presidente de la Confederación Española de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Ceapa). De hecho, a la manera de los progenitores franceses, también plantearon la posibilidad de acudir a una huelga de tareas extraescolares. «Los niños son niños, y a esas edades tienen que tener su tiempo de ocio», añade. Y es que no es raro que esas dos horas de deberes den pie a «tensiones y perjudiquen las relaciones familiares». Así, desde Ceapa han elaborado un «calendario de competencias» con pequeñas actividades para realizar en familia a lo largo de los 365 días del año: desde preparar una comida hasta responder a una pregunta en un idioma extranjero, pasando por realizar una donación a una ONG. «Al final, los padres son los únicos responsables en el tiempo que dedican sus niños fuera de clase», dice Sánchez.
La Confederación Católica de Asociaciones de Padres y Madres de Alumnos (Concapa) mantiene la opinión contraria. «Hoy la sociedad es ultracompetitiva. Si les enseñamos cuanto antes a tener hábitos, les haremos un gran favor», dice Luis Carbonel, presidente de Concapa. La constancia y la organización del tiempo serían algunas de las ventajas. Y es que «una cosa es entender lo que se da en clase y otra retener los conocimientos: eso se adquiere estudiando». Algo que, además, «permite a los padres colaborar con los hijos, ofreciendo una buena ocasión de diálogo». Cierto es que los deberes deben estar adaptados a cada edad, pero siempre, «como todo en la vida», habrá tareas que sean gratificantes y otras duras. En todo caso, antes de reducir los deberes escolares, Concapa abogaría por rebajar la agenda de actividades extraescolares de los niños. De hecho, según Educación, el 91,7% de los alumnos de enseñanza obligatoria dedica un tiempo «extra» a actividades como la música, deporte, idiomas, etc. Así, el estudio más ambicioso en este sentido, realizado por el Ministerio de Educación de Reino Unido que analizó el progreso de más de 3.000 niños a lo largo de 15 años, mantiene que una media de dos horas de deberes al día garantiza una mejora de resultados en lengua, matemáticas y ciencias.
¿Qué opinan los profesores? «Es más fácil definir los deberes por lo que no son: no son lo que no se ha aprendido en clase, ni lo que no ha dado tiempo a hacer en el colegio, ni discutir con los padres», dice Carmen Guaita, vicepresidenta del sindicato ANPE. Sin embargo, sí que son un trabajado individual y un hábito de estudio orientado a las posteriores enseñanzas Secundaria y Superior. «No sabemos hasta qué punto se debe legislar sobre ésto. Quien debe decidirlo es el centro educativo. Pero si los padres ven que su hijo está agobiado, deben hablar con los profesores», dice Guaita. Así, si bien cada niño es un mundo, «basta con media hora diaria para crear un hábito de estudio, en un lugar habilitado para hacer deberes, que no tengan televisión ni ordenador...Un momento en el que esa media hora sea de trabajo».
Como dice José Antonio Martínez, presidente de la Asociación de Directores de Institutos de la Comunidad de Madrid, «in medio virtus»: en el medio está la virtud. «Tan exagerado me parece emplear tres horas en los deberes como no emplear nada de tiempo», asegura. Pero en ningún caso las tareas «deben ser algo que esté regulado, pues siempre habrá niños que necesiten más tiempo».
«En esas edades tan tempranas se trata de que las cosas que aprenden en clase tengan luego una aplicación, que vean su utilidad. No se trata de repetir», dice el psicólogo Francisco Rodríguez, portavoz del Instituto de Orientación Psicológica EOS. De lo contrario, «pueden acabar con una aversión por todo lo académico». Y la participación de los padres es clave: «Debe ser algo cotidiano, más lúdico... Incluso puede mejorar la relación entre padres e hijos».
LA RAZÓN, Lunes 2 de junio de 2013

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