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Asúmalo: la miel no cura el catarro

ANA DOMÍNGUEZ
Los remedios caseros se han convertido en la vía rápida para atajar las pequeñas molestias de salud que nos afectan en el día a día: resfriados, insomnio, estreñimiento... Las soluciones naturales son rápidas, económicas y, en algunas ocasiones, surten efecto. Uno de los ingredientes que nunca falta en la botica de la abuela es la dulce miel. Sus múltiples propiedades la han convertido desde tiempos inmemoriales en un alimento que roza casi la perfección.
Pero, en realidad, ¿qué sabemos de ella? ¿Es la miel la solución para (casi) todos los pequeños problemas de salud? ¿Son reales las ventajas que se atribuyen al fluido que producen las abejas? Las valoramos, una a una, tras la recomendación de la OCU de suministrar este producto a niños acatarrados en sustitución de la codeína, prohibida en los jarabes para menores de 12.

¿Cura los catarros?

¿Quién no ha tomado un vaso de leche caliente con una cucharadita de miel para sentirse mejor durante un resfriado? Pues resulta que este poder curativo es falso. “La miel no tiene un efecto descongestivo en las vías respiratorias. Sí es cierto que en tos seca de carácter irritativo disminuye el reflejo de la tos, aunque el mecanismo por el cual afecta a este reflejo no es bien conocido”, asegura María del Carmen Seijo, miembro del Departamento de Biología Vegetal en la facultad de Ciencias de la Universidad de Vigo. “La miel tiene cierto efecto hidratante sobre las mucosas. Esto es debido a su baja actividad de agua, a la alta concentración de azúcares y a la presencia de compuestos, principalmente de origen vegetal, que tienen actividad antibacteriana. Pero estas propiedades no desatascan las vías respiratorias en un proceso catarral”, continúa la bióloga. Es decir, solo alivia los síntomas de una tos seca, pero no cura el trastorno.

¿Alivia la resaca?

El mejor remedio para no tener resaca es, evidentemente, no beber ni una gota de alcohol. Los efectos del alcohol en nuestro organismo son demoledores y su consumo siempre debería ser moderado. Pero cuando una noche de excesos pase factura, la miel puede convertirse en una gran aliada. Evidentemente, no hace milagros, pero sí hará que nos sintamos mejor. ¿Cómo? Recuperando los niveles de glucosa en la sangre y aportándonos una grata sensación de bienestar.  Seijo lo explica con más detalle y precisión: “La ingesta de alcohol en primera instancia crea una sensación de bienestar y relajación. Con posterioridad acelera la diuresis y la deshidratación. Con el objetivo de reducir los niveles de alcohol sanguíneo se libera agua y se reduce el contenido de glucosa en sangre. El alcohol es metabolizado en el hígado a acetaldehído y luego a acetato, durante este proceso se puede producir hipoglucemia, deshidratación acusada, irritación de la mucosa intestinal, dolor de cabeza, mareos, etc.”, aclara la bióloga. “La ingesta de miel favorece la recuperación de los niveles de glucosa sanguínea y la sensación de bienestar”, zanja.

¿Ayuda a conciliar el sueño?

No. Si a usted le cuesta dormir y cree que con una cucharadita de miel se relajará, se equivoca, como resuelve Seijo. El consumo de miel, según la experta, es recomendable al comenzar el día, por ejemplo, en el desayuno, ya que hacerlo por la noche podría causarnos un "efecto similar a tomarnos una taza de café o cualquier bebida energizante".

¿Proporciona energía?

Cierto. Como ya ha indicado la bióloga, la miel nos despeja y nos mantiene activos. No solo su consumo es recomendable (siempre que se haga de forma moderada) para personas que realizan esfuerzos físicos, sino para cualquiera que pretenda afrontar con más fuerza el día a día. “La miel es un producto que contiene principalmente azúcares simples de origen vegetal como la fructosa y la glucosa. Estos azúcares proporcionan energía fácilmente asimilable por las células. Se considera que la energía que proporcionan 100 gramos de miel es de 320 kcal. A modo indicativo, una cucharada de miel lleva, aproximadamente, 30 gramos”, explica Seijo. Pero desde la Fundación Española de Dietistas/Nutricionistas (FEDN) aseguran que, aunque la miel contenga azúcares naturales, conviene consumirla con precaución, pues puede fomentar la obesidad. "Incluso la Organización Mundial de la Salud ha lanzado un estudio en el que se recomienda un consumo prudente, no solo de la miel, sino de todos los azúcares libres”, apuntan desde FEDN.

¿Mejora los niveles de colesterol?

Falso. En ocasiones creemos que sustituyendo productos como el azúcar (o sacarina) por miel mejoraremos determinados aspectos de nuestra salud, como, por ejemplo, el colesterol. Sin embargo, esa creencia es errónea. En la composición de la miel también encontramos azúcares (fructosa y glucosa), y aunque sean azúcares simples, no hay ninguna prueba científica que demuestre que el consumo de miel baje, o incluso mantenga, los niveles de colesterol. “No hay estudios que permitan confirmar que la miel reduce el colesterol. Lo que es cierto es que la miel es el único producto de origen animal que no tiene colesterol. Sin embargo, otros muchos productos no lo tienen y por ello no mejoran los niveles de colesterol sanguíneo cuando estos son altos”, explica Seijo.

¿Combate el estreñimiento?

A medias. El estreñimiento es un síntoma que nos advierte de que nuestro cuerpo no está bien. O, al menos, que no está pasando por su mejor momento. Estrés, cambios en los hábitos diarios o falta de alimentos básicos como la fibra, suelen ser algunos de los motivos que provocan este estado. Algunas de las soluciones para evitarlo, o al menos reducirlo, pasan por incorporar a nuestra dieta determinados alimentos, entre ellos la miel. Sin embargo, los estudios científicos aseguran que el consumo de miel no disminuye o elimina el estreñimiento, tan solo lo previene antes de haberlo sufrido, es decir, su efecto es preventivo y no resolutivo. Desde la FEDN lo aclaran así: “Sus niveles de fructosa favorecen el funcionamiento de nuestros intestinos, al igual que pasa cuando consumimos fruta. Pero hay que tener en cuenta que si ya sufrimos estreñimiento, la miel poco puede hacer para reducirlo, porque sus niveles de fructosa no son tan potentes como para eliminarlo”.
EL PAÍS, 21/04/2015

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