M.J.PÉREZ - BARCO
Una hora al día de deberes (o 70 minutos como mucho)
es suficiente para que los alumnos refuercen los conocimientos
adquiridos en clase y puedan obtener mejores notas. Ni más ni menos.
Esta es una de las principales conclusiones a las que ha llegado un
equipo de investigadores de la Universidad de Oviedo tras analizar 7.725 cuestionarios realizados a todos los estudiantes de 13 y 14 años del Principado de Asturias, que se encontraban en 2º de ESO durante el curso 2010-2011. El trabajo, que ha sido publicado en la revista científica «Journal of Educational Psychology»,
es una de las mayores investigaciones que se han llevado a cabo en
España sobre los efectos que produce hacer las tareas escolares en casa y
está teniendo una gran repercusión en Estados Unidos.
En el estudio los investigadores pretendían analizar la
relación que existe entre realizar deberes y el rendimiento académico.
Comprobaron que «no es una relación lineal sino una curva en "u"
invertida. De tal manera que a partir de un determinado tiempo invertido
en hacer deberes el rendimiento empieza a decaer. Es a los 90 y 100 minutos de realizar las tareas escolares cuando el rendimiento comienza a bajar», explica uno de los coautores de este estudio Javier Suárez-Álvarez, junto con Rubén Fernández-Alonso y el profesor de Psicometría de la Universidad de Oviedo José Muñiz.
Lo más eficiente
Pero emplear todo ese tiempo no es lo más eficiente para alcanzar mejores notas. «El punto más eficiente es entre 60 y 70 minutos. Por
trabajar media hora más se obtiene un rendimiento académico mínimo y,
sin embargo, esos 30 minutos más exigen un gran esfuerzo. La ganancia
por trabajar más son pocos puntos en la nota académica», indica
Suárez-Álvarez.
Según este trabajo, el 47,9% de los estudiantes emplean entre 60 y 120 minutos al día en hacer sus deberes;
el 26,1% entre 30 y 60; el 20,7% más de dos horas y el 5,3%menos de
media hora. «Los alumnos que dedican muy poco y mucho tiempo a los
deberes son los que puntuaron más bajo en las pruebas de Matemáticas y
Ciencias que realizó la Consejería de Educación del Principado de
Asturias», dice Suárez-Álvarez.
Un reciente estudio («Los deberes perpetúan las desigualdades en la educación»), basado en la última Evaluación Internacional de Estudiantes (PISA 2012), situaba a los alumnos españoles entre los que más tiempo dedicaban a hacer deberes en toda la OCDE:
más de seis horas a la semana. Mientras los estudiantes de Finlandia y
Corea, con mejores resultados en las pruebas de PISA, gastan menos de
tres horas en las tareas del cole, es decir, la mitad que los españoles.
Mayor autonomía
Si bien el tiempo invertido en deberes es un asunto que
preocupa a padres, alumnos y profesores, el equipo de investigación de
Oviedo ha llegado a dos conclusiones que considera de mayor
trascendencia. Los autores del trabajo han comprobado que «no es tan
importante la cantidad de deberes sino la frecuencia con la que se hacen», dice Javier Suárez. «El maestro debe asignar los deberes de forma regular y frecuente», afirma.
Incluso los investigadores sugieren que los deberes
tengan una periodicidad diaria. Sin embargo, «hay que rebajar estos
tiempos en Primaria», sostiene el profesor José Muñiz. «Los niños están
desde las 8-9 de la mañana en el cole y salen a las 4 y 5 tarde. Pueden
hacer algún tipo de tarea para comenzar a coger hábito, como complemento», dice el profesor.
Además, existe otra clave para que los deberes resulten
efectivos. Los estudiantes que realizan estas tareas sin ayuda, o casi
sin ella o sólo con un apoyo puntual de los padres, «es decir, que trabajan de forma autónoma logran mejores resultados académicos.
Los deberes deben fomentar que el alumno pueda desarrollar el
aprendizaje de forma autónoma y gestionar su propio trabajo», sostiene
Javier Suárez.
Forjar el carácter
Para los investigadores no cabe duda de que los deberes
«son una herramienta muy positiva para la enseñanza», defiende Muñiz. No
sólo porque contribuyen a asentar conocimientos sino porque ayudan a
forjar el carácter. «Generan hábitos de trabajo en el alumno, que aprende a autorregularse. Le enseñan autocontrol, autonomía, a retrasar la recompensa...», explica Muñiz.
La clave está en que los profesores asignen deberes individualmente. «Deberes no repetitivos —según
Muñiz—, que hagan pensar al alumno, que supongan un pequeño reto, que
sean estimulantes... No se trata de que los profesores agobien con
deberes sino que los individualicen ya que unos alumnos están avanzados
que otros. Además, los deberes son efectivos si se corrigen».
Lo que opinan padres y profesoresm.
Concapa: La confederación católica de
padres defiende los deberes ajustados a la edad, personalizados y
coordinados entre profesores. «Los niños no pueden pasarse toda la tarde
trabajando. Deben conciliar, jugar y descansar», dice el presidente
Luis Carbonel.
Ceapa: En
opinión del presidente de la confederación de padres de la escuela
pública, Jesús Salido, los deberes «están condicionando la vida familiar
y el ocio de los chicos. Una hora significa que unos niños tardan 30
minutos y otros tres horas».
Anpe:
La secretaria de comunicación de este sindicato de profesores, Sonia
García, considera que los deberes «deben ser proporcionados a la edad,
ya que una carga excesiva lleva a la frustración y desmotivación del
alumno».
ABC, Miércoles 1 de abril de 2015
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