La
práctica habitual de ejercicio conlleva grandes beneficios para nuestra
salud, pero ¿cómo afecta particularmente a los más pequeños de la
casa? El Dr. Jonatan Ruiz, Doctor en Fisiología del
Ejercicio por la Universidad de Granada, nos desgrana las consecuencias
de la práctica diaria en la infancia y la adolescencia, así como sus
repercusiones futuras.
Dr. Ruiz, ¿qué beneficios conlleva el ejercicio físico en la salud de los más pequeños?
Muchos. Por ejemplo, llevar una vida activa a estas edades está
asociado con tener menos tejido adiposo, una mejor salud ósea, mayor
rendimiento cognitivo y una mejor condición física. Asimismo, un alto
nivel de condición física implica una buena respuesta concatenada y
fisiológica de todas las funciones y estructuras que intervienen en la
realización de la actividad física o ejercicio: la músculo-esquelética,
cardio-respiratoria, hemato-circulatoria, endocrino-metabólica y
psico-neurológica.
Además, la práctica habitual mejora no sólo su salud actual sino también su salud futura.
Sí, efectivamente. Es importante recalcar un aspecto de primordial
importancia, y es que los niños que practican actividad física a estas
edades tienen mayor probabilidad de estar más sanos en el futuro. Y es
que aunque las manifestaciones clínicas de algunas enfermedades
cardiovasculares (diabetes, hipertensión, dislipidemias, etc.), no
aparecen hasta la vida adulta, existe evidencia científica que indica
que ésta se inicia ya en la infancia y adolescencia. De hecho, estudios
longitudinales han demostrado de forma inequívoca que tener unos niveles
adecuados de capacidad aeróbica en la infancia y la adolescencia se
asocia con un mejor perfil cardiovascular en la edad adulta.
¿Ocurre lo mismo con la obesidad infantil? Padecerla de niños, ¿nos predispone a padecerla de adultos?
Sí. Concretamente, los niños/adolescentes con sobrepeso tienen un
riesgo 5 veces mayor de tener sobrepeso cuando sean adultos, comparado
con sus compañeros normoponderales. Además, se ha demostrado que tener
sobrepeso a edades tempranas aumenta el riesgo de padecer enfermedades
cardiovasculares en el futuro.
Junto a la alimentación, el ejercicio es clave para fomentar el buen estado físico de los más pequeños, pero ¿cuánto tiempo han de dedicarle a diario?
La cantidad mínima de actividad física necesaria para garantizar una
buena salud cardiovascular en niños y adolescentes es de al menos 60
min/día de actividad física, de intensidad moderada a vigorosa. Además,
reducir el tiempo empleado en actividades sedentarias puede tener
efectos beneficiosos sobre el perfil cardiovascular y metabólico en
niños y adolescentes.
¿Y qué actividad, o deporte concreto, deben realizar para practicar cada uno de los tipos de ejercicios necesarios?
Cada tipo de ejercicio: aeróbico, fortalecimiento muscular y
fortalecimiento/crecimiento óseo, tiene importantes beneficios para la
salud y ninguno de los tres debe dejarse desatendido.
El ejercicio aeróbico, también conocido como ejercicio
cardiovascular, se refiere a aquellos movimientos rítmicos y repetidos
que involucran a grandes grupos musculares. Andar, correr, saltar,
nadar, bailar, montar en bicicleta, son ejemplos de ejercicios
aeróbicos.
Los ejercicios de fortalecimiento muscular son aquellos que hacen
trabajar a los músculos más de lo habitual en las actividades
cotidianas, lo cual se conoce como "sobrecarga". Las actividades pueden
ser muy variadas e incluso estar basadas en el juego, como por ejemplo
subirse a un árbol, tirar de una cuerda en direcciones opuestas, etc.
Y en cuanto a los ejercicios de crecimiento óseo debemos de saber
que el hueso es un órgano que se estimula por impacto o tracción. Cuanto
mayor y más frecuente es el estímulo, sin sobrepasar los límites y
producir lesión, mayor es el crecimiento y fortalecimiento del hueso.
Así que todas aquellas actividades que suponen un impacto repetido, como
la carrera, saltar a la comba, fútbol, baloncesto, tenis, etc. se
consideran ejercicios de fortalecimiento/crecimiento óseo.
EL MUNDO, Martes 15 de diciembre de 2015
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