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Cómo combatir el déficit nutricional de 1 a 3 años



Los tres primeros años de vida son vitales a la hora de adquirir hábitos alimenticios saludables y evitar el déficit de nutrientes en la dieta de los más pequeños de la casa. Por ello es muy importante que , tanto en las comidas en familia como en la guardería, optemos por una alimentación sana, equilibrada, variada y moderada, intentando que el niño se acostumbre poco a poco a comer de todo y, no sólo eso, sino que además lo haga con una frecuencia idónea (alrededor de 4 tomas entre los 12 y los 23 meses).
Tal y como comenta Jaime Dalmau Serra, Jefe de sección de la Unidad de Nutrición y Metabolopatías, durante este tiempo la dieta infantil presenta “una ingesta insuficiente de hierro, ácidos grasos poliinsaturados, DHA y vitamina D”. Ahora bien, no toda deficiencia nutricional se traduce en una patología visible. “Lo que ocurre es que cuando hay deficiencias parciales puede haber consecuencias a medio/largo plazo que no son medibles con unos análisis ordinarios”. Por ello, en esta etapa tan delicada de crecimiento y desarrollo debemos prestar mucha atención a la alimentación del niño.

¿Qué elementos debemos tener especialmente en cuenta?
  1. Vitamina D
    El déficit del aporte de este nutriente esencial en la dieta ocurre prácticamente en el 100% de los niños de 1 a 3 años. ¿Cómo podemos combatirla? Tomando alimentos más grasos, como algunos tipos de pescados o huevos, o incorporando otros alimentos suplementados con vitamina D, como la leche de continuación enriquecida, ya que la leche de vaca no contiene esta vitamina y, por lo tanto, no suple esta carencia básica. Además, la exposición a la luz diariamente es fundamental ya que esta vitamina se sintetiza mayoritariamente en la piel por acción de la luz.

  2. Hierro
    Interviene como co-factor en muchas reacciones dentro del metabolismo y en el desarrollo del cerebro y la evolución de las neuronas”. Por ello es muy importante que nuestros hijos tomen una cantidad suficiente para prevenir la aparición, por ejemplo, de ciertos problemas neurológicos relacionados con la conducta o la memoria que podrían desencadenarse a partir de los 6 años ante un déficit continuado de este elemento. Aún a pesar de sus posibles reticencias, debemos hacerles tomar una cantidad recomendada de carne, pescado e incluso de determinadas vísceras. Además, tanto las leches de inicio como las de continuación nos ofrecen la posibilidad de combatir las deficiencias de hierro gracias al hierro extra que aportan en su composición.
  3. Calcio
    El aporte principal de este elemento proviene de los productos lácteos. Tanto las leches de inicio, como las de continuación, tienen muy reglada su composición y contienen la cantidad adecuada de calcio recomendada para los primeros meses de vida. Hay que tener cuidado sobre todo cuando el niño deja de ser lactante, ya que podemos encaminarnos fácilmente hacia un déficit importante. En esta etapa, es recomendable que “el pediatra conozca a fondo la dieta del niño y programe su alimentación para así recomendarle una leche adecuada”, según sus posibles carencias.
  4. DHA
    El DHA (ácido ácido docosahexaenoico) es un tipo de ácido graso omega 3 y un nutriente esencial para el desarrollo del cerebro de los más pequeños, que experimenta su gran crecimiento desde el útero hasta los 3 años de vida. Podemos encontrarlo en la leche materna y en pescados grasos como el salmón o el atún, además de en alimentos enriquecidos especialmente para paliar esta deficiencia. “Durante el embarazo podemos empezar a prevenir la carencia de DHA consumiendo pescado con frecuencia”. Durante la lactancia, bien sea con alimentación al pecho, o en su defecto con las leches infantiles, podemos estar tranquilos ya que por ley dichos productos incorporan ya de por sí la cantidad recomendada de DHA. Sea como fuere, ingerir una suficiente cantidad de este elemento puede prevenir problemas de visión y neurológicos a largo plazo. 
    EL MUNDO, Martes 29 de diciembre de 2015

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