Ir al contenido principal

¿Cuánto tiempo deben pasar nuestros hijos delante de las pantallas?

Por Zuberoa Marcos | 21-12-2015
¿Qué consecuencias tiene para nuestros hijos la exposición ante las distintas pantallas? ¿Cuánto tiempo deben usarlas al día? ¿Son todas iguales? A Dimitri Christakis, uno de los mayores estudiosos del mundo en esta materia, estos temas le preocupan por partida triple: como pediatra, como profesor y como padre de dos niños.
Christakis, director del Centro de Salud, Comportamiento y Desarrollo Infantil del Children Seattle Hospital (uno de los más prestigiosos del mundo) lleva años colaborando en numerosos estudios junto a la Academia Americana de Pediatría en los que se recomienda la reducción al máximo del consumo de televisión en niños menores de dos años.
Durante ese período de tiempo, el cerebro de los críos está en pleno desarrollo, multiplicando por tres su tamaño. Según Christakis, la exposición al vertiginoso ritmo que le ofrecen las pantallas les producirá una sensación de “lentitud” cuando se enfrenten al mundo real -que no gira a la misma velocidad que la televisión- y en muchos casos les creará problemas de aprendizaje y de déficit de atención.
La irrupción en los últimos años las pantallas táctiles ha despertado nuevas inquietudes en Christakis. Para el investigador, tabletas y smartphones cuentan con una gran diferencia respecto al televisor: la interactividad.
Mientras que la tele es para el niño una experiencia pasiva, en las ‘touch screens’ se produce un interesante efecto de “lo he hecho yo”. Según sus primeros estudios, todo parece indicar que esa capacidad de interactuar tendrá efectos diferentes sobre el desarrollo y la cognición del cerebro infantil.
Esto no quiere decir que su uso deba ser ilimitado. Ni mucho menos. La Academia Americana de Pediatría cuantifica el tiempo de ocio de calidad de los niños delante de las diferentes pantallas: media hora diaria para menores de 3 años, una hora para los niños entre 3 y 5, y dos como máximo para los chavales de entre 6 y 18 años.
Christakis va más allá y se atreve a añadir que, además de este “tiempo de conexión”, es importante atender al tiempo diario de nuestros hijos apartados de todas las pantallas. Es claro y concreto: al menos dos horas diarias de completa desconexión entre niño y dispositivo.

D. CHRISTAKIS
Un niño en un mundo desarrollado, como en EE.UU. y en España, empieza a ver la televisión normalmente con cuatro meses. Y ahora sabemos que en los EE.UU. el 75% de los niños de tres años tienen su propio dispositivo móvil, un teléfono personal. Quizás no está activado o quizás lo han heredado de sus padres.

Estamos introduciendo a los niños en esta tecnología muy pronto y pasan mucho tiempo haciendo eso. Un niño de preescolar en los EE.UU. pasa unas 6 horas viendo una pantalla de algún tipo en un día cualquiera. Ahora bien, la pregunta es: ¿qué efecto tiene? Es una pregunta importante porque nacemos con el cerebro sin desarrollar del todo, de hecho, el cerebro de un recién nacido aumenta el triple en los dos primeros años y lo hace como respuesta directa a la estimulación externa.
 
D. CHRISTAKIS
Durante mucho tiempo nos viene preocupando que la sobreestimulación de un cerebro en desarrollo pueda acortar el periodo de atención de los niños. Si saturas al niño con dispositivos multimedia a una temprana edad, desarrollará una mente que espera ese tipo de entrada de información de alto nivel y la realidad será aburrida, no será lo suficientemente rápida. Pensémoslo de este modo: nuestro cerebro evolucionó durante millones de años para procesar las cosas que pasan en el mundo real. Todo lo que pasa en el mundo real pasa a velocidad real. La situación es que el cerebro del niño trata de adaptarse a un mundo que en realidad no existe. Así que si le enseñamos demasiada tecnología rápida muy pronto, esperará que el mundo funcione así y no lo hace.

Si sobreestimulas el cerebro en desarrollo haces que le sea más difícil concentrarse en las cosas que pasan a un ritmo normal y necesitamos gente, niños y adultos, que puedan concentrarse.
 
D. CHRISTAKIS
La televisión se inventó en 1950 y no ha cambiado como medio para nada en... 60 años. Lo único que el niño nunca dirá o pensará, si todavía no habla, al ver una pantalla pasiva como la televisión, es "Lo he hecho yo". Porque no ha hecho nada. No ha tenido ninguna experiencia con el mundo real, solo se ha sentado ahí pasivamente mirando una pantalla. Cuando los iPads y las pantallas táctiles aparecieron, cambiaron el juego. Es una experiencia totalmente diferente. Pero no tiene por qué serlo, puedes ver una película en el iPad y que no haya diferencia a verla en una televisión.

Pero las posibilidades de usar la pantalla, de interactuar con ella, tienen efectos fundamentalmente diferentes en el desarrollo y la cognición del cerebro. El problema es que, como científicos, estamos poniéndonos las pilas. El iPad solo tiene cuatro años, no hace apenas tiempo y estamos aún en el proceso. De hecho, en nuestro laboratorio estamos estudiando si los iPads difieren, en términos de efectos,en la cognición de los niños. Creo que hay muchos motivos para creer que sí.
 
D. CHRISTAKIS
Imaginemos un niño de seis u ocho meses en una trona, todos hemos tenido esta experiencia con los hijos, le das un vaso o una manzana, y lo primero que hace es cogerlo y tirarlo… Y están encantados con eso. ¿Por qué? Porque han hecho algo, han hecho que pase algo, han cogido una manzana y han aprendido lo que es la gravedad. Y el padre la recoge y se la da otra vez… Y lo vuelven a hacer. Y luego la tiran otra vez.

Así siempre, todos tenemos esta experiencia, hasta que decimos "se acabó", le quitas la manzana y le quitas el vaso. Tienes que parar la experiencia porque es un círculo infinito, es muy gratificante.

La interactividad del iPad es más o menos la misma… Hay algo llamado "vía dopaminérgica" en el cerebro que dice: "Me gusta, consigue más, hazlo otra vez". Esta vía dopaminérgica es una vía fundamental del cerebro. Es fundamentalmente algo bueno.
 
D. CHRISTAKIS
Se puede sobreestimular la vía dopaminérgica y llegar a ser compulsiva o adictiva. Creo que es un problema real y lo he visto en niños de todas las edades. Hay que tener cuidado y poner límites a la cantidad de tiempo que los niños pasan interactuando con las pantallas táctiles.

La recomendación basada en mi investigación para los niños, en cuanto al tiempo que deben pasar con aplicaciones, con pantallas interactivas, no es más de 30 minutos al día. Se me ocurrió ese número porque ese es el tiempo, según los estudios realizados, que los niños juegan con otros juguetes. Ese es el tiempo que juega con bloques un niño de 18 meses en un día normal. Con los bebés me gusta decir que necesitan más mimos y menos aplicaciones, necesitan más tiempo de interacción, que los tengan en brazos y que los quieran y que jueguen con ellos.
 
D. CHRISTAKIS
Lo segundo que les pido a los padres es que piensen en que se está sustituyendo. ¿Qué estaría haciendo el niño si no estuviera con el dispositivo electrónico? Cuando voy a un restaurante y veo a una familia de cuatro y todos están con su pantalla, grande o pequeña, es muy obvio lo que se está reemplazando.

Lo que se sustituye es la cosa más importante que hacen las familias que es juntarse al menos una vez al día y hablar entre ellos. Eso no es un buen uso de la tecnología porque no se puede reemplazar lo que está sustituyendo. Y la pregunta que surge siempre es: "¿cuánto tiempo?"
 
D. CHRISTAKIS
Ese es el verdadero problema para los padres. El Comité Ejecutivo de la Academia Americana de Pediatría tiene unas pautas y siempre han dicho que los niños deben tener entre una y dos horas de tiempo de ocio de calidad delante de una pantalla… Ahora sabemos que en EE.UU. los niños de entre 8 y 18 años pasan unas 9 horas al día fuera del colegio delante de una pantalla… No sé cómo es en España, será muy similar. Y es imposible para los padres controlar la cantidad y la calidad de la programación.
Mi consejo para los padres de hoy en día es que den la vuelta a lo que se decía. Más que decir una o dos horas de tiempo de ocio delante de una pantalla, yo diría dos horas al día sin pantallas. Asegúrate de que tu hijo esté totalmente desconectado durante dos horas al día. Asegúrate de que pasan tiempo sin pantallas.
EL MUNDO, Lunes 21 de diciembre de 2015

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com