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Ocho razones por las que es mejor no hacer deberes en Navidad



GEMA LENDOIRO
Es un debate cada vez más agrio. Los deberes. Y especialmente en vacaciones como la Navidad, que no son tan largas como las del verano. Niños que, por fin, descansan después del primer trimestre del curso y que afrontan uno de los períodos que más ilusión les hace porque llega Papá Noel y los Reyes Magos. Y no solo eso, es que también es época de ver a primos que se ven poco el resto del año, a abuelos, a tíos... La Navidad es una época ilusionante que, al menos en la infancia, suele ser bastante alegre.
Muchas familias se ven desbordadas en esta época puesto que, a la complicación de cuadrar horarios para cuidar a los niños, porque los padres no suelen tener tantas vacaciones como los hijos, se une que hay que hacer deberes. Pero, ¿es necesario que los niños tengan deberes en Navidad? «Las vacaciones de Navidad como todo periodo vacacional deben servir de descanso, desconexión de las obligaciones diarias, y poder disfrutar de una de las épocas más entrañables y felices de todo el año, especialmente durante la infancia», considera Azucena Caballero, directora de la Pedagogía Blanca, una empresa que ayuda a padres y profesores a enfocar la educación de una manera mucho más amena y fructífera para los alumnos y docentes.
Caballero, con mucha experiencia docente a sus espaldas y madre de tres hijos ya mayores, estima que «muchos maestros y profesores, creyendo que los niños van a tener muchos días de descanso, les ponen algunas tareas como deberes durante las vacaciones, sin darse cuenta de que de esa forma consiguen que el niño se estrese, no logre desconectar y sienta que algo que ha de ser estimulante y motivador, como es la educación y la formación, sea un lastre que no le permite disfrutar de los mejores momentos con su familia».

Razones para no hacer deberes

1. Los niños, como cualquier otro ser humano, tiene derecho al descanso.
2. Las Navidades son momentos que ofrecen grandes oportunidades de vida familiar, con los parientes más allegados y con otros que viven más alejado y aprovechan estas fechas para reunirse. Es importante que los niños puedan disfrutar de esos momentos que no suelen ser tan frecuentes a lo largo del año.
3. Durante las Navidades se suelen ampliar en pueblos y ciudades las ofertas de salidas culturales y de ocio para la infancia y la adolescencia, son oportunidades estupendas para ampliar la formación de los niños. Pero si no pueden ir al Concierto de Navidad del pueblo, a visitar la exposición de la asociación de belenistas, o a cualquier actividad especial que se suele programar en estas fechas porque ha de terminar sus deberes, o sin tener que pensar que luego cuando llegue cansado aún ha de hacer las tareas que tiene pendientes, no estamos haciendo como educadores las cosas del todo bien, ya que los niños y adolescentes en estas fechas merecen poder disfrutar de esa formación extra que nuestra comunidad nos ofrece por todas partes.Es mejor visitar un mercado de aves de corral en estas fechas, observar en vivo faisanes, gansos, ocas, gallos, huevos de distintos tipos, etc, en vivo y en directo que hacer una ficha sobre la diferencia entre vivíparos y ovíparos.
4. En Navidad el maestro no está presente, se delega al niño, y por ende, a los padres, la tarea de que el niño aprenda, es un trasvase de responsabilidades que en ninguna otra profesión se da. Seamos honestos, si el niño no lo sabe hacer, no sirve de nada que le pongan una tarea que no puede resolver, ya que si sus padres no pueden ayudarlo estamos condenando al niño a sentirse abrumado y estresado por no poder resolver lo que se le propone, y que en clase, con ayuda de su profesor sí podría resolver.
5. Genera diferencias entre los niños cuyos padres sí pueden ayudar a los niños y quienes no pueden contar con ese apoyo. Y si el niño ya sabe hacer esa tarea ¿para qué queremos que la repita otra vez más y en su hogar? Además con lo que se llega a repetir todo a lo largo de todo el proceso educativo no tiene sentido, es agotador y redundante.
 6. Los deberes interfieren con el tiempo familiar, no se puede planificar libremente lo que se va a hacer durante las vacaciones porque hay que tener en cuenta que el niño se ha de llevar detrás los deberes, y muchas veces eso significa que a diario va a tener que dedicar entre dos y tres horas a esas tareas, puesto que cada niño tarda un tiempo diferente y no todos lo hacen rápido. Los maestros se convierten en los gestores de nuestra agenda, invadiendo parcelas privadas, como es el tiempo de nuestros hijos fuera del colegio.
7. El tiempo libre, cuando los hijos están en compañía de sus padres es cuando se debe y se puede impartir la educación en creencias y valores, y el colegio no debería robar tiempo en esos momentos, ya que la educación emocional y moral de nuestros hijos es una de las labores prioritarias que tenemos como padres, y para educar correctamente a un hijo se necesita tiempo. En el colegio disponen de muchas horas para su formación académica, no deberían invadir espacios destinados a la formación moral y emocional en familia, ya que es algo tan o más relevante en la vida que tener unos adecuados conocimientos académicos.
8. La clave es disponer de tiempo y poder contar con el acompañamiento de sus progenitores, pero para eso no pueden estar liadísimos haciendo deberes unos, y controlando si los hacen o no, los otros. En Navidad la familia necesita relajarse y desconectar, y hay muchísimas cosas productivas, valiosas y formativas que los niños y jóvenes pueden experimentar si se les deja el tiempo y el espacio para ello.



ABC, Lunes 21 de diciembre de 2015

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