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El peligro de abusar del 'doctor Google'

PATRICIA LOZANO
¿Tiene dolor de cabeza? ¿Siente una presión en el pecho? Ante alguno de estos u otros síntomas, es posible que en alguna ocasión haya acudido a su navegador en busca de la explicación a su problema y se haya topado con una larga lista de posibilidades alarmantes: desde un tumor cerebral a un infarto. Si lo ha hecho, se acaba de convertir en su propio médico, o más bien el doctor Google. Si su obsesión por consultar sus dolencias en la Red empieza a ser excesiva, usted padece cibercondría o, lo que es lo mismo, una obsesión desmedida por buscar respuesta a las dudas relacionadas con la salud mediante el uso de las nuevas tecnologías. "Cuando una persona tiene la necesidad de dedicarle a ello demasiadas horas cada día, habría que plantearse que tiene un problema", explica Julio Bobes, presidente de la Sociedad Española de Psiquiatría.
El término cibercondría se utilizó por primera vez en 2001 mencionado en un artículo de 'The Independent'. A raíz de aquello, los investigadores de Microsoft Ryen White y Eric Horvitz publicaron un estudio en 2008 en el que concluyeron que el ser humano tenía tendencia a sentirse identificado con descripciones ambiguas y ponerse siempre en la peor posibilidad. Las nuevas tecnologías se han convertido en el enemigo de los hipocondríacos, aquellos obsesionados con padecer una enfermedad, controladores y tendentes a interpretar la realidad de forma distorsionada. "Pero no es algo limitado a quienes padecen esta patología; ¿quién más y quién menos no ha intentado interpretar sus síntomas en busca de un autodiagnóstico a través de internet?", reflexiona Bobes. El problema radica en que, en la vorágine de información tan amplia y de tan fácil acceso que supone internet, muchas de las fuentes (blogs, webs de medicina, artículos foros...) ofrecen información errónea o, aunque fuera correcta, el usuario hace una mala interpretación de ella porque no tiene los conocimientos médicos necesarios. Lo explica César Casado, especialista en Cirugía Plástica, Estética y Reparadora. En su consulta atiende a pacientes con este perfil cibercondríaco, "con la cabeza hecha un lío por la cantidad de información sin filtro ni supervisión que han recibido". Por ello decidió crear una aplicación móvil, My Doctor App, para resolver las dudas de salud de los usuarios con la ayuda de un equipo de especialistas. "Se estima que el 60,5% de los internautas españoles consultan sobre su salud en internet. El 31,5% lo hacen antes de acudir a una consulta médica, y el 45,8% antes y después, para contrastar la información que reciben de forma presencial. Estas cifras aumentan en determinados grupos poblacionales, destacando el de padres y madres que consultan sobre la salud de sus hijos", explica.
El dolor de cabeza es la dolencia que más resultados ofrece en Google: 1.660.000. Ya en la primera página que aparece (medlineplus.gov), junto a la cefalea, se nombra el tumor cerebral, la meningitis o la hidrocefalia como posibles, aunque raros, orígenes. Ante una búsqueda 'online' parecida a esta, una mujer llegó a consulta con una enciclopedia de papeles bajo el brazo como pruebas irrefutables de que el dolor de estómago que padecía significaba que tenía una úlcera. Otro hombre acudió explicando que estaba convencido de que la mancha que le había salido en el hombro era un melanoma, según había contrastado en internet. Casos como éstos son algunos que los doctores se encuentran cada día. "Este autodiagnóstico nos dificulta mucho el trabajo a los profesionales, alarga las consultas innecesariamente y conlleva pruebas innecesarias que los pacientes, en muchas ocasiones, sugieren. Piensan que el médico, en realidad, no tiene ni idea de lo que les pasa", explica Bobes. Pero el especialista es el único cualificado para determinar la dolencia que padece la persona, ya que "muchas enfermedades de diferente naturaleza pueden manifestarse de forma similar. Si aparece calor, enrojecimiento y dolor en una articulación, puede deberse a un traumatismo, a un proceso oncológico, infeccioso y en ocasiones incluso degenerativo. Es el profesional el que debe establecer un correcto diagnóstico", explica Casado, para evitar tomar decisiones peligrosas, "como la automedicación", continúa.
La ansiedad que genera la incertidumbre, en muchas ocasiones "provoca que se somaticen determinados síntomas que el paciente interpreta como inequívocos de una enfermedad", argumenta Antonio Cano Vindel, presidente de la Sociedad Española para el Estudio de la Ansiedad y el Estrés (SEAS). El experto explica que no hay que caer en el error de pensar que se trata de gente con un bajo nivel sociocultural, "sino que muchas veces son personas cultas y con formación las que, por unas décimas de fiebre, acuden rápidamente a internet en busca de su afección". Una búsqueda que, de repetirse demasiado, puede generar un círculo vicioso de ansiedad. Éste es precisamente uno de los casos que conoció de cerca el doctor Bobes, en el que "un hombre se obsesionó tanto con que tenía un tumor cerebral que, aunque el doctor no se lo confirmó, acabó suicidándose". Es cierto que se trata de un caso extremo, pero no es más que un ejemplo de hasta dónde puede llevar una hipocondría digital desmedida.
A pesar de ello, tampoco se trata de demonizar internet: puede resultar muy útil si se sabe "dónde buscar información fiable, pero nunca como única vía de información ni con la intención de autodiagnosticarse. Actualmente muchos hospitales y sociedades aportan datos via 'online' sobre síntomas y enfermedades", explica Bobes. Aún así, no baje la guardia: el doctor Google no tiene todas las respuestas.
EL MUNDO, Lunes 08 de mayo de 2017

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