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Qué hacer cuando la timidez infantil se convierte en un problema

BEATRIZ G. PORTALATÍN
A menudo los niños presentan cierto grado de timidez, pero éste tiende a desaparecer con las experiencias y el devenir de los años. Como es natural, el papel de las familias y del entorno es crucial para ayudarles a superar sus trabas y que vayan, poco a poco, ganando confianza y seguridad en sí mismos, para que así la timidez no se convierta en un problema. ¿Hasta qué punto la timidez es un obstáculo para los niños a la hora de socializar y hacer amigos? ¿Puede condicionar la vida de los pequeños?
Como todo o casi todo en la vida, depende de cómo se asuma la condición de tímido -o de asumirla únicamente- y de la ayuda que se tenga a la hora de afrontarla. La timidez es una característica frecuente en los niños, algo natural incluso, y no tiene por qué ser (siempre) malo o ser una etiqueta negativa. No hay por qué ser el más divertido ni el más activo del grupo.
Es difícil dar cifras porque, "en España, seguimos sin tener estudios de prevalencia fiables sobre la timidez. Pero se estima que un 10% de los niños y adolescentes son tímidos y se retraen", asegura a EL MUNDO Inés Monjas, investigadora del Departamento de Psicología de la Universidad de Valladolid y autora de los libros¿Mi hijo es tímido? y La timidez en la infancia y adolescencia (Ed. Pirámide). Según los estudios realizados por este equipo con niños de 1º y 2º de Educación Primaria, un 12,42% de ellos son tímidos. "Los datos son resultado de la información recogida a cada niño sobre sí mismo y sobre sus compañeros de clase y al profesorado", aclara.
Pero la timidez no siempre repercute de forma negativa a la hora de hacer amigos o de que un niño sea más o menos feliz. "Que un niño sea un poco retraído o no sea muy lanzado o decidido es, en ocasiones, hasta bueno, porque significa que el pequeño, antes de actuar, observa la situación, la evalúa, la analiza y, después, pasado un tiempo, se une al juego de sus compañeros. Sin embargo, si pasado un tiempo prudencial todos los niños están jugando y él sigue retraído e incluso, cuando se le pide que vaya a jugar con los demás, se disgusta o se pone a llorar, entonces el niño está teniendo problemas para socializar", explica Monjas. En estos casos, es importante observar la frecuencia y la intensidad con que se dan este tipo de conductas.
"Debemos tomar conciencia de que existe un problema, cuando la timidez limita las potencialidades del niño y lo incapacita, cuando sufre y se siente incómodo en las situaciones sociales y cuando la timidez impide desarrollar competencias para pertenecer a grupos y crear nuevas relaciones, ya que es ante lo desconocido cuando aparecen normalmente estas dificultades, acompañadas de un elevado grado de ansiedad, evitación y aislamiento", expone Belén Usieto, responsable de la Unidad de Psicología Adolescente del Instituto Centta "La timidez es un mecanismo de defensa frente a lo nuevo que se puede trabajar con diferentes formas de afrontamiento. Si la timidez es muy intensa se convierte en retracción o replegamiento y es entonces cuando se debe acudir a un profesional de la psicología o de la psiquiatría infantil con formación psicoterapéutica", añade José Luis Pedreira Massa, pediatra y psiquiatra de la Unidad de Trastornos Mentales de la Infancia, Adolescencia y Adulto-Joven del Hospital La Luz (Madrid).

Autoestima, confianza y seguridad

Cuando se sabe ya que un hijo es tímido, la familia, lejos de solucionar el problema o de ayudar al pequeño a vencer las situaciones en las que no está cómodo, puede acentuarlo aún más. La timidez está muy relacionada con la autoestima, la confianza y la seguridad. Por eso, lo correcto es no forzar al niño a hacer amigos, ni decirle todo el rato lo tímido o lo soso que es, pues de esta forma lo que se consigue es el efecto contrario. Hay que huir de las etiquetas y, sobre todo, apoyar al niño: si él se siente apoyado, su seguridad y autoestima aumentarán.
"Hay muchos niños tímidos que aprenden habilidades sociales y dejan de ser tímidos. A partir de los ocho y 10 años, pegan un cambio si las cosas han ido bien. Por el contrario, si se les ha acentuado la ansiedad y se les ha puesto etiquetas negativas y se les ha recriminado la conducta, pueden continuar siendo tímidos durante más tiempo. He visto adolescentes que tenían la barbilla pegada al cuerpo y no levantaban ni la mirada. En esas edades, llega a ser un problema porque es la época en la que empiezan a relacionarse más, a salir y a tener algo más de libertad", reflexiona Monjas.
"Los padres son un apoyo importante para superar el problema pero pueden estar contribuyendo, de manera inconsciente, a que el problema perdure en el tiempo.Es el caso de la sobreprotección, o por el contrario, de un exceso de autoritarismo, dos modelos que fomentan la inseguridad en el niño e impiden la adquisición de unas adecuadas habilidades de comunicación, dando como resultado, dificultades en las relaciones sociales", prosigue Usieto. Es importante tener en cuenta, por tanto, que los niños aprenden, principalmente, a través de la imitación, y ese aprendizaje comienza dentro del núcleo familiar.
También es de gran ayuda para los niños tímidos que no se les presione, que se les escuche, que se tenga paciencia con ellos y se les muestre el camino de la manera más natural posible. Pero lo más importante, según Pedreira, es "aceptarlo tal y como es y asumir que, en determinadas edades, el grado de dependencia de las figuras de apego es muy manifiesta; que existen fases del desarrollo en las que la ansiedad frente a lo nuevo les domina y, por lo tanto, se trataría de formas de expresión y no síntomas de un problema".

"No hay que dar excesiva importancia al problema"

Para evitar problemas mayores, hay que fomentar en ellos seguridad y confianza y enseñarles habilidades sociales y de comunicación, así como autonomía, expresión de cariño y afecto, toma de decisiones y cómo afrontar de manera asertiva situaciones conflictivas. "Todo ello sin forzar, sin dar excesiva importancia al problema, explicando que la timidez es algo común que les pasa a muchos niños y mostrando apoyo, comprensión y confianza a lo largo de todo el proceso", insiste Usieto.
Pero no sólo el papel de los padres es importante. Los profesores también deben tener en cuenta a los niños tímidos, pues a veces "como no dan guerra y no molestan, se olvidan de ellos en las clases", expone Monjas. Y esto es algo muy importante, pues "los niños tímidos son población de riesgo de acoso escolar porque son víctimas muy fáciles. Si yo tengo amigos y uno me está haciendo cosas, puedo contárselo a ellos, pero el tímido, que tiene pocas relaciones, tendrá poca gente que lo ayude", asegura esta experta. En las investigaciones que Monjas ha realizado junto con su equipo de la Universidad de Valladolid se ha desvelado que "los niños tímidos a veces son acosados y no son especialmente queridos por los compañeros, no son rechazados pero tampoco muy queridos. A la gente le gusta relacionarse con quien te ríes y los niños tímidos suelen tener pocas o menos habilidades sociales".
El error es de la sociedad en general porque, normalmente, "tanto adultos como niños acostumbramos a valorar más positivamente a la gente activa, decidida y divertida", indica Monjas. Por ejemplo, en las encuestas que se hacen en los colegios, cuando se pregunta con quién no les gustaría jugar, los niños responden que no quieren estar con los sosos. Tanto los niños como los padres valoran la timidez como una característica negativa. Por ejemplo: "¡Hijo pero qué soso eres, decídete ya!". Esas cosas empeoran la situación porque, a los niños tímidos, les encantaría ser más resueltos. Por todo ello es fundamental, y así lo concluye Monjas, que "se respeten las características de cada niño y que no se valore de forma negativa la timidez porque, simplemente, son niños menos sociables". "Es importante ayudarlos y tenerlos en cuenta para que, progresivamente, vayan relacionándose más. Hay que compañarlos y no dejarlos solos. No hay que ser el más activo ni el más divertido ni el más extrovertido del mundo para que se te valore positivamente como persona", zanja.

Ocho cosas que pueden hacer los padres

  1. Hablar con el niños, tener comunicación y comentar con él todo lo que pueda sentir. Es importante apoyarle para que vaya ganando confianza y seguridad
  2. Ir poco a poco enseñándole nuevas:ir al parque a que juegue con otros niños, organizar algo en casa con uno o dos amigos
  3. Siempre poco a poco y procurando que las relaciones que tenga con los otros niñas sean positivas, que le guste estar con ellos y que le reporte beneficios
  4. Jugar a cosas en las que el niño se sienta cómodo, a juegos en los que él se sienta bien y vaya poco a poco soltándose y ganando confianza en sí mismo
  5. Quedar con amigos que tengan hijos y así podrán jugar todos juntos en un contexto más cercano. Al relacionarse en un entorno más familiar, ganará en seguridad
  6. No exigirle diciéndole: ¡Venga, vete a jugar con los niños! Tiene que ser de forma muy gradual, muy poco a poco y evitando las etiquetas negativas
  7. Apuntarle a alguna actividad extraescolar que le guste. Por ejemplo, si le gusta la pintura, que vaya a clases. Se sentirá más seguro y podrá socializarse mejor
  8. Evitar las situaciones en las que la ansiedad se ponga en evidencia, y le disminuya la seguridad. Eso será contraproducente para el niño
EL MUNDO, Jueves 25 de mayo de 2017

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