Ir al contenido principal

El síndrome post-vacacional también es cosa de niños

ESTHER BLANCO / MADRID
Despedirse de las vacaciones y comenzar la rutina en el mes de septiembre, en muchos hogares, es sinónimo de tensión. Se terminan el descanso y los días sin horarios, las familias preparan «la vuelta al cole» y, en la mayoría de los casos, esto coincide con el síndrome postvacacional, un proceso de adaptación que presenta sus síntomas pero que no está reconocido por la Organización Mundial de la Salud (OMS) como enfermedad. Afecta a padres y madres que, tras finalizar las vacaciones, sufren una situación de estrés y ansiedad al encontrarse con la vuelta a la realidad.
«Es un fenómeno completamente normal, que dura entre una y tres días. Puede llegar a durar una semana hasta que una persona se adecúe de nuevo a su ritmo de vida normal. Si no remite pasado este tiempo, existe un problema y hay que acudir a un especialista», explica Miguel Casas psicólogo miembro de Top Doctors. Este facultativo también dice que «el síndrome postvacacional es una respuesta de estrés que el organismo posee que, precisamente, hace que las personas vuelvan a funcionar a tu ritmo normal».

A los niños también les afecta la tensión

La cifra entre los trabajadores españoles que sufren este síndrome alcanza el 45%, pero no son solo ellos los afectados en «la cuesta de septiembre». El síndrome postvacacional también afecta a los niños. Para muchos «la vuelta al cole» en septiembre es motivo de alegría porque vuelven a ver a sus amigos o estrenan ropa y libros. Incluso la vuelta a las clases es algo que entre muchos es una idea atractiva. Sin embargo, existe un número elevado de niños que padecen ansiedad y angustia. Ante esto, es necesario que los padres conozcan cómo hacer frente a esta situación.
Entre los pequeños, el síndrome postvacacional «puede manifestarse tanto conjunta como de forma independiente y la gama es bastante amplia: tristeza, irritabilidad, alteraciones del sueño, fatiga, pérdida de apetito, aparición de molestias corporales difusas, diarreas o vómitos», explica Francisco Linares, psicólogo del Servicio de Promoción de la Salud de Sanitas.
Un aspecto que puede jugar a su favor es la alimentación. Expertos no se cansan de recordar que una dieta equilibrada es fundamental en todos los estadios de la vida ya que es beneficioso, entre otras cosas, para el estado anímico. El consejo —desde Sanitas— es que, en esta época del año, los padres no abusen de dulces, refrescos y snacks para el tiempo de recreo de los niños, sino que introduzcan más piezas de frutas. También, los lácteos y frutos secos son buenos compañeros de la «vuelta al cole».

Una respuesta más conductual entre niños

Por otro lado, el síndrome postvacacional en niños se manifiesta a través del nerviosismo, la tensión o la falta de sueño. A estos se les une la irritabilidad y la conducta alterada ya que, como apunta el doctor Casas, «los niños no entienden qué les está pasando».
Son los padres los que tienen que detectar qué está ocurriendo, y por qué. Para prevenir el síndrome, lo primero y fundamental es que «los niños estén bien adaptados a la escuela», explica Casas.
«El nerviosismo de los niños puede ser positivo, si se trata de un estímulo causado por la excitación y la ilusión de la "vuelta al cole". Sin embargo, cuando esta respuesta solo da como resultado mal humor y un empeoramiento de la conducta junto a la ausencia de momentos en los que los niños expresan emoción, hay un problema», concluye.
Por este motivo, es posible que exista un problema serio en el colegio si el síndrome postvacacional no remite tras el período de adaptación a la normalidad.

Consejos para padres

Es importante recordar que cada niño tiene su forma de adaptarse a las situaciones y que «no existe una norma, o normas, que sean de obligado seguimiento», tal y como matiza el doctor Casas.
Pero, a pesar de esto, la recomendación de los expertos apunta que es aconsejable seguir una serie de pautas que faciliten la adaptación de los menores y que, además sirven para instaurar normas en casa. El doctor Linares señala, entre otros, estos consejos:

1. Realizar los cambios de forma progresiva desde tres o cuatro días antes de la vuelta al colegio. Con el fin de evitar que el inicio escolar choque directamente con la falta de rutina, es recomendable que un par de semanas antes se introduzcan los horarios —en lo relativo a la hora de despertar y acostar a los niños— del colegio para que no estén cansados

2. Observar y describir de forma clara cómo se comportan los niños, para saber qué comportamientos queremos introducir o modificar.

3. Establecer rutinas por parte de los padres (a la misma hora). Por ejemplo: el esquema cenar-bañarse-dormir.

4. Es muy importante lo que ocurre después de un determinado comportamiento. Por ello, hay que reforzarles —es decir, premiarles— cuando estén haciendo algo bien. De esta forma incrementamos la posibilidad de que haga lo mismo la próxima ocasión. 

5. Explicarles los aspectos positivos que supone la vuelta al colegio: ver a los compañeros, contarles las vacaciones o volver a sus actividades pueden servir de ejemplo. Hablar con normalidad del tema en casa supone un estímulo positivo ya que los niños pueden reconocer el apoyo familiar y hace que su actitud sea favorable de cara a la vuelta a la rutina.
Por último, hay que evitar transmitirles la vuelta como algo negativo, tratando de obviar los comentarios menos agradables y hacer alusión a los aspectos positivos.
ABC, Lunes 31 de agosto de 2015

Comentarios

Entradas populares de este blog

«Los buenos modales no están de moda, pero es imprescindible recuperarlos»

FERNANDO CONDE Hoy en día es frecuente enterarte por los medios de noticias relacionadas con la falta de respeto, el maltrato, el acoso, etc. Podemos observar muchas veces la ausencia de un trato adecuado a los ancianos, la agresividad incontrolable de algunos hinchas de fútbol; la poca estima a la diversidad de opiniones; la destrucción del medio ambiente; el destrozo del mobiliario urbano y un largo etcétera que conviene no seguir enumerando para no caer en el pesimismo que no conduce a nada y el problema seguirá ahí. Un problema que podríamos resumir en que se ha ido perdiendo el valor de la dignidad humana en general. Los modos para alcanzar la felicidad, siempre deseada, se apartan de las reglas y normas de conducta más elementales de convivencia colectiva que han acumulado las culturas y los pueblos a través de los siglos. La idea de que «la dignidad empieza por las formas» que resume este artículo es una afirmación bastante cierta, porque la forma, no pocas veces arrastr

¿Qué hay detrás de las mentiras de un niño?

ISABEL SERRANO ROSA Los niños no son mentirosos, pero mienten . Lo hacen cuando tienen algo que decir o que aprender. Hasta los cuatro años, con sus historietas sorprendentes, quieren narrarnos su mundo de fantasía. Somos la pantalla en la que proyectar su película. Entre los cuatro y los siete años construyen su mini manual de moralidad con ideas muy sencillas sobre lo que está bien y mal, basado en sus experiencias "permitido o no permitido " en casa y en el colegio. Con su gran imaginación, las mentiras son globos sonda para saber hasta dónde pueden llegar. Entre los ocho y los 12 años la realidad se abre camino y la fantasía se vuelve más interesada.  El pequeño pillo de nueve años desea ser bueno, pero se le escapan las trolas por el deseo de gustar a los demás, ocultar alguna debilidad o evitar castigos. En general, mienten a sus crédulos coetáneos o, por el contrario, les escupen a la cara alguno de sus descubrimientos del trabajo de campo que significa crecer.

Qué le pasa a tu bebé cuando dejas que llore sin parar

  GINA LOUISA METZLER Muchos padres creen que es útil dejar llorar a su bebé. La sabiduría popular dice que unos minutos de llanto no le hacen daño, sino que le ayudan a calmarse y a coger sueño. Se trata de la técnica de la espera progresiva , que fue desarrollada por el doctor Richard Ferber, neurólogo y pediatra de la Universidad de Harvard en el hospital infantil de Boston (Estados Unidos) , y que sigue utilizándose en la actualidad en todo el mundo. Casi nadie sabe en realidad lo que ocurre a los bebés cuando siguen llorando, pero las consecuencias físicas y psíquicas podrían afectarles toda su vida. Cuando un bebé llora sin que sus padres lo consuelen, aumenta su nivel de estrés , ya que, a través de su llanto, quiere expresar algo, ya sea hambre, dolor o incluso necesidad de com