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"Niño, ¡he dicho que comas!"

S.F.
Comemos solo por apetito, porque casi ya nunca tenemos hambre. Satisfechos por haberla superado, ahora nos quejamos de que nuestros niños no comen. De hecho, el hambre es lo que incita a comer, el apetito a buscar determinados alimentos, la saciedad obliga a parar de comer. Y, así, el rechazo de alimento constituye la tercera demanda en frecuencia en las consultas pediátricas, según indica la Sociedad Española de Pediatría (Sepeap). La educación alimentaria es la que generará los límites en la alimentación. El consumo excesivo de proteínas comprobado en nuestros niños pequeños, aumenta el riesgo de obesidad y problemas asociados. El Estudio Alsalma, desarrollado por Danone Nutricia, analizó los hábitos nutricionales de niños españoles entre 0 y 3 años, y detectó que la ingesta media de proteínas en niños de entre 1 y 3 años era 4 veces superior a lo recomendado. Este consumo excesivo de proteínas parece aumentar el riesgo del futuro desarrollo de obesidad y enfermedades cardiovasculares (hipertensión, infarto de miocardio o ictus).
La familia le ofrece al niño alimentos intentando que los reconozca, los acepte, los pruebe, le gusten y se los acabe comiendo. «Pero este proceso requiere un tanteo y para ello el niño necesita su tiempo», indican desde la Sepeap. Desde esta institución explican que es por repetición como van estableciéndose ciertos hábitos, normas y límites en esta relación. «La neofobia es la reticencia a probar alimentos desconocidos. Es un fenómeno universal en el reino animal y uno de los mecanismos de defensa de especie, en evitación de peligros desconocidos».
La paciencia y la perseverancia en el modo familiar de alimentación ayudan al niño a superar sus rigideces y miedos y a comportarse como el resto de la familia. Hay que informar con antelación a los padres que la aceptación de un nuevo alimento puede precisar hasta 10 o 15 intentos frustrados. Nunca deben tirar la toalla, sino probar a ofrecer pequeñas cantidades del alimento que rechaza 2-3 veces por semana, sin prisas ni forzamientos, pacientemente y sin miedos, hasta que llegue el momento de su aceptación.
El pediatra británico Ronald Illingworth de las respuestas erróneas en alimentación infantil señaló 7 grandes errores del aprendizaje alimentario:

—Distraer al niño para que coma: TV. lecturas, música.

—Intentar convencerlo o persuadirle: mediante premios o castigos.

—Intentar chantajearlo: si comes te daré...

—Forzarlo: obligarlo físicamente, metérselo en la boca.

—Amenazarlo para que coma: si no comes te pasará que...

—Que coma lo que quiera («a la carta»): ¿qué quieres para comer? Y ahora si no, ¿qué comerás?

—Darle entre comidas: así, al menos, come algo...

La obligación generará rechazo,mientras la prohibición generará deseo. Ello es aplicable a la alimentación. En ambientes sin carestía alimentaria, los niños usan la comida (producto parental) como arma arrojadiza para enfrentarse con sus padres, aun a costa de quedarse sin comer. Es un conflicto de poderes en el que el adulto no se atreve a ejercer su poder y se encuentra desarmado ante un hijo que ejerce de víctima.
Los niños aprenden por imitación, tanteo y repetición: el modelo alimentario de los padres tiende a reproducirse en sus hijos. Los padres son quienes compran la comida, la cocinan y preparan la mesa. Son su primer modelo a imitar, idealmente: un horario regular y previsible, el aviso previo a la comida, ordenar los juguetes antes de comer, lavarse las manos, participar en la preparación de la mesa, colocarse el babero/servilleta, sentarse en su asiento, usar los cubiertos, el orden de los platos, la selección de los alimentos, el ambiente de cordialidad e interés mutuo entre los comensales (o su exclusión por la televisión y demás gadgets), la duración aproximada de cada comida, el cepillado de dientes al acabar las comidas, etc.
Una falta de coordinación educativa entre los padres facilita la eclosión y mantenimiento de respuestas retadoras.
Actitudes retadoras típicas:

—Manías en el comer: si solo come un alimento, siempre el mismo, comida tras comida: permítale que coma cuanto quiera si se trata de un alimento sano.

—Huelga de hambre: si se niega a comer lo que se le sirve, y siempre quiere otra cosa diferente, tenga siempre pan, panecillos o fruta en cada comida, u otros alimentos que le gusten. Fíjele límites de tiempo y no tema que el niño se quede con hambre.

—Hábito televidente: queremos ver la televisión mientras comemos. Si no se apaga la televisión no podremos hablar mientras comemos juntos.

—Hábito quejumbroso: Iloriquea o se queja siempre de la comida que se le ha servido. Si el niño no se comporta debidamente, haga que se retire a su cuarto o que se siente alejado de la mesa hasta que la comida haya terminado. Luego no le permita comer nada hasta la próxima hora de comida.

—Dieta blanca: si solo come pan, patatas, pasta y leche y usted le insiste mucho en lo malo de esta monotonía, solo conseguirá que el niño insista y persista.

—El miedo a nuevos alimentos: si se niega a probar nada nuevo, continúe ofreciéndole alimentos nuevos y animándole a que los coma. Se requieren hasta 15 repeticiones para que el niño pruebe el nuevo alimento, y quizá tenga que probarlo varias veces hasta que le guste. Nunca lo fuerce, porque acentuaría su rechazo.
ABC, Viernes 21 de agosto de 2015

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