M.J.PÉREZ BARCO
Parece un contrasentido, pero nada más lejos de la
realidad: con el aburrimiento se pone en marcha la imaginación y surge
la creatividad. Así es, según explican diferentes psicólogos consultados
por ABC. Y ahora, durante las vacaciones de verano es un momento ideal para que los niños aprendan a aburrirse y a romper con toda la sobreestimulación que viven el resto del año, como advierte Catherine L’Ecuyer, autora de «Educar en el asombro» y «Educar en la realidad»).
Hay que acabar con el estigma de que el aburrimiento es malo.
Por el contrario. «Es el preámbulo al juego y a la creatividad»,
sostiene L’Ecuyer. Algo de lo que la mayoría de los padres no son
conscientes, pues gran parte de ellos se sienten culpables cuando sus
hijos se quejan de que están aburridos. «Los padres se angustian por no
saber qué hacer con ese aburrimiento, creen que el niño lo pasa mal. Y
se anteponen, como adultos, diciendo qué tiene que hacer para no
aburrirse y a qué jugar», dice Verónica Corsini, psicóloga de Psyquia Servicios Psicológicos Madrid.
Incluso hay padres víctimas de los juegos educativos,
según L’Ecuyer. «No es necesario comprar a los niños juguetes que
caminan, libros que hablan o Dvd para aprender idiomas. Está probado que
lo que más necesitan los niños es un buen desarrollo del juego y de las
relaciones con sus principales cuidadores», defiende esta autora.
Sobrecarga de actividades
Los niños de hoy no se aburren más que los de otras épocas,
sino que tienen menos recursos para afrontar ese aburrimiento, explica
Corsini. «No son capaces de usar la imaginación ni
de aprovechar su tiempo libre. Tienen de todo para entretenerse, sin
embargo, carecen del tiempo y de las estrategias necesarias para crear
su propio juego», opina también Patricia Francisco San Julián, psicóloga infantojuvenil de ISEP Clínic Madrid.
Las tres expertas coinciden en señalar que las nuevas
tecnologías han contribuido a que ahora los niños pasen más tiempo
ensimismados ante las pantallas y a veces no jueguen lo suficiente.
«Cuando los niños se aburren, normalmente es porque su vida cotidiana
está condicionada por un ritmo de vida frenético, por el consumismo o
por niveles de estímulos demasiado altos y/o por la omnipresencia de las
pantallas ante las que se vuelven pasivos», defiende L’Ecuyer. «Muchos niños antes que coger un lápiz saben mover el dedo para pasar la pantalla del iPad», se queja Corsini.
Los críos están sobreestimulados. No solo las TIC, la
sobrecarga de actividades extraescolares y una agenda diaria repleta de
horarios sin apenas tiempo libre han hecho que los niños hayan perdido
su capacidad innata para salir del aburrimiento. «Las nuevas tecnologías se usan como un recurso para todo.
Se está haciendo un uso indebido de las pantallas para paliar el tiempo
libre, esto no implica que los niños tenga un problema porque no saben
jugar, sino que no han aprendido a utilizar otros recursos diferentes.
Los niños que juegan habitualmente con consolas se van a sentir
aburridos más a menudo que otros niños. Incluso después de eliminar el
hábito, puede ser que pasen meses antes de que encuentren otras
actividades que les apasionen», sostiene Patricia Francisco.
Recursos cercanos
Aburrirse es muy común en los preadolescentes y adolescentes, de 10 a 14 años.
En todas las edades, existen recursos muy sencillos para mitigar el
aburrimiento. Desde actividades deportivas, ir al cine o colaborar en
las tareas domésticas como forma de la autonomía en los más mayores, a
explorar el entorno más cercano para los más pequeños. «La playa es un
sitio maravilloso para que los niños experimenten más la creatividad y
desarrollen sus propios recursos», recomienda Verónica Corsini. «La naturaleza es la primera ventana al asombro y
el asombro es el deseo de conocer. No hay nada mejor que un paseos por
la naturaleza, y si es con una lupa después de un día de lluvia mejor,
para desaburrirse o pasar del aburrimiento al juego», aconseja L’Ecuyer.
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