CARME CHAPARRO
Ahora que se acaban las vacaciones y que los niños están
a punto de volver al colegio, quizá empiecen a echar de menos la que
-verano tras verano- es una de las frases más repetidas por sus hijos:
"Mamá (o papá) me aburro". ¿Qué contesta un padre a eso? En general, lo
primero que sobreviene es un sentimiento de culpa: no me estoy ocupando
lo suficiente de mis hijos, no lo estoy haciendo bien o no soy capaz de
idear actividades interesantes con ellos. Y ahora, hagan memoria y
recuerden cuando ustedes eran pequeños. Un verano en el pueblo, por
ejemplo. Sin consolas, ni móviles, ni televisión; cuando un camino de
tierra se convertía en un planeta alienígena por explorar, cuando una
partida de canicas duraba toda la tarde, o cuando simplemente nos
sentábamos en el quicio de la ventana más ancha de la calle para hablar
durante horas. Siempre era demasiado pronto para irnos a casa. Siempre
queríamos dar una patada más a otra piedra, o una vuelta más por otra
calle, o un último adiós a los amigos.
¿Por qué hoy los niños se
aburren? Dicen los expertos que porque les damos todos los planes y los
horarios hechos, así que están perdiendo esa capacidad de inventar e
improvisar que teníamos nosotros. Nuestros hijos se limitan a seguir,
actividad tras actividad, la agenda del día que les hemos preparado sus
padres, incluso en los fines de semana. Tras un año repleto de clases y
actividades extraescolares y planes familiares encadenados sin fin, en
verano los chicos se encuentran con agujeros negros en los que son ellos
los que tienen que decidir en qué invertir su tiempo. Y entonces llega
el grito de guerra. "¡Mamá... me aburrooo!" Pero el aburrimiento no es
malo, al contrario, estimula la creatividad y la imaginación de los
chicos que, al tener tiempo libre, se verán obligados a inventar maneras
en que pasarlo, desarrollando su astucia y estimulando su ingenio.
Así que, la próxima vez que sus hijos le digan "mamá me aburro",
contésteles: "Qué bien, hijo, qué bien, sigue así. Abúrrete, que es
bueno".
EL MUNDO, Domingo 30 de agosto de 2015
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